Capítulo IV

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-Buenos días- dijo una voz en frente de mi.

-Buenos días, ¿qué se le ofrece?- pregunté y me quedé congelada cuando veo al mismo muchacho de ayer, el que me había invitado a salir.

-Desayuno para llevar- dijo 

-Claro, ¿Qué sería?- pregunté

-Solo dígale a la cocinera que el desayuno para Adonis- me guiño un ojo.

-Claro- dije extrañada por su nombre, supongo que es por que vive en Grecia y por algún Dios Griego.

Entré a la cocina y me acerqué a la Jefa de Cocineros: Helena, es una señora ya grande, unos sesenta años, su cabello era corto y blanco.

-Lena, me han dado un pedido especial, me dijeron que te lo diera como: Pedido para Adonis- dije recordando cada una de las palabras del joven.

-¡No puede ser!, ¡Esta aquí!, ¡Mi niño esta aquí!- se emociono demasiado, comenzó a darle algunas indicaciones a los demás chefs, después de eso, ambas salimos de la cocina.

-Donny, mi niño, pensaba que ya te habías olvidado de esta anciana- corre para abrazarlo

-Nana Lena, nunca me olvidaría de ti- dijo correspondiendo el abrazo de Lena.

¿Lena tenía nietos?,¿Tenía hijos?.

-Mi niña, te presentó a Adonis, mi niño favorito y príncipe de Grecia- lo último lo dijo en forma de susurro.

Y ahí si que quedé impactada, ¿Príncipe?, ¿Porqué nadie me dijo que esto era gobernado por monarquía?.

-Mi niño, ella es Sky, mi consentida del momento- dijo y ambos nos quedamos viendo.

-Mucho gusto- dijimos al unisono y estrechamos nuestras manos.

Lena y él conversaron un poco más, yo seguí atendiendo clientes. Hasta que mi mala suerte se presentó, Adrián.

-Hola- dijo viéndome de mala manera

-Buenos días ¿qué se le ofrece?- pregunté amablemente

-Quiero hablar contigo - dijo con el ceño fruncido.

-Estoy ocupada y no tengo nada que hablar contigo- dije entre dientes

-Tu vienes conmigo- me jalo a la fuerza, me estaba apretando demasiado el antebrazo.

Hasta que me sacó del local.

-Suéltame- dije zafando mi brazo de su agarre 

-Tú me ayudarás- me señaló.

-No te ayudaré a nada, eres un loco- dije y estuve dispuesta a regresar al local, cuando volvió a jalarme. 

-Eres amiga de ella, eres amiga de Nora. Ella no puede dejarme- dijo dando vueltas.

-¡Lárgate de aquí o llamaré a la policía!- En ese mismo momento desee no haber dicho aquellas palabras, al parecer lo enfurecieron más y de un momento a otro me pegó una cachetada que hizo que no tuviera control con mi cuerpo.

-¡Hey!, Tranquilízate- salieron del local, unas cuantas personas

Por reflejo me hice para atrás, topé con un cuerpo, era Adonis.

-Tú vienes conmigo- Adrian trató se sujetarme de nuevo del brazo pero Adonis se lo impidió.

-A ella la dejas en paz- dijo manteniendo una postura firme

-Pero tenemos aquí al príncipe, defendiendo a su dulce plebeya. Esto no se va a quedar así, tú me ayudarás- se fue maldiciendo y echando humo por las orejas.

-¿Estas bien?- preguntó mientras trataba de tocar mi mejilla.

Mi mejilla me ardía, no fue por ser grosera pero moví mi cara para que no logrará tocarla. 

-Creo que deberíamos ir adentro, Apolonia sabrá que ponerte- dijo y tomó mi mano. Nos adentramos juntos al local.

Apolonia al verme así, puso una cara de horror.

-¡Niña!, ¿Pero qué te ha pasado?- preguntó tocándose la cara como gesto de preocupación.

-Nada, es solo...- traté de explicarle.

-La han sacado del local a la fuerza y un tipo la ha golpeado- dice Adonis.

-¿Ha sido tu novio?- pregunta Apolonia 

-No, Apolonia, yo no tengo novio- dije incomoda.

-Vengan, te curaré y después te irás a tu casa- Quise decirle que estaba bien pero mi jefa insistió demasiado.

Apolonia me puso alcohol, ya que mi mejilla sangraba un poco, me puso una pomada y me dio un analgésico para que se desinflamara, tomé mis cosas dispuesta a irme.

-Te llevo- dijo Adonis.

-No...no hace falta, gracias- dije, no puede ser posible que este tipo me ponga nerviosa.

-¿Te negarás ante un príncipe?- preguntó divertido.

-Perdón su alteza, si lo he ofendido pero mi respuesta es: sí- dije sarcástica.

-¿Sí qué?- preguntó

-Sí me negaré ante un príncipe- dije sonriendo

Ambos nos quedamos viendo y al instante nos comenzamos a reír.

-Vamos, te llevo- dijo insistente. 

-De verdad, puedo ir sola. No queda muy lejos- dije sonriendo 

-Bueno en ese caso, voy contigo. Caminamos juntos y platicamos- se paro junto a mi.

-¿Con eso dejaras de insistir?- enarqué una ceja y el asintió con los niños chiquitos.

-Vamos- le dije y comenzamos a platicar.

Por primera vez, después de la muerte de mi madre. Me sentí realmente acompañada y no sola.


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