En la vida de Millie, existió un tiempo en que se sentía como una persona normal como el resto. Hasta que una noche llena de desgracia, fue el inicio de una serie de giros imparables e incontrolables en su vida. Lo único que llegaba a considerar nor...
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Todos nos encontrábamos justo afuera de la nave y lo primero que me llamo la atención al estar afuera, era el extraño color anaranjado oscuro del planeta. Stark trato de reunirnos a todos para formular un plan sobre como le quitaríamos el guante a Thanos y evitar que se llevara la gema verde que llevaba Strange en su collar, pero mientras él trataba de explicarnos su plan, el extraño hombre de piel gris, bostezo, lo cual enfado a Stark.
—¿Estás bostezando? ¿Oíste lo que dije?
—Deje de escuchar luego de "Precisamos de un plan".
—Lo que menos hacen es "no improvisar" —soltó el pelirrojo.
—Uh, ¿y qué hacen exactamente? —pregunto Peter, apuntando a la mujer y al grisáceo.
—Patear nombres, anotar traseros.
Soltó la mujer a lo que el otro concordó con ella. Peter y yo nos miramos al mismo tiempo, sabiendo que estábamos jodidos al lado de ellos dos.
Stark le pidió ayuda al pelirrojo para que acercara a los otros dos y al hacerlo, Tony comenzó a darnos un gran discurso sobre como debemos mantenernos unidos para poder derrotar a Thanos y demás palabras que termine ignorando al ver a Strange flotando en el aire, notando como algo parecía estar mal en su cara. Me separé del grupo para acercarme a él y no tuve que estar demasiado cerca para darme cuenta de que su rostro se distorsionaba de una manera extraña, moviéndola a una increíble velocidad.
Pase una mano enfrente de su rostro, pero el hombre no parecía responder.
—¿Doc? ¿Qué haces? —no contesto. Baje la mirada, viendo como usaba la gema y mire a Stark a lo lejos—. ¡Tony!
Regrese mi mirada a Strange y estuve a punto de tocarle el hombro, pero en ese momento cayó de trasero contra el suelo, soltando un grito de espanto, causando que hiciera lo mismo. Stark llego a mi lado, agachándose frente a Strange, sin dejar de verlo con el ceño fruncido y el hechicero me miro con una mirada que solo daba a entender que algo andaba mal.
—Fui más adelante en el tiempo y vi los futuros alternativos para ver los resultados posibles del conflicto inminente.
—¿Cuántos viste?
—Catorce millones seiscientos cinco.
—¿Y en cuántos ganamos?
—En uno.
Me quedé viendo el suelo por un buen rato y supe que nuevamente iba a tener un ataque de pánico.
Trate de recordar un montón de cosas con tal de calmarme, iniciando por los viejos recuerdos de ballet, la música, el violín sonando en un eco... Lo que sea con tal de poder calmarme y respirar con tranquilidad, sin embargo, uno de esos recuerdos que más me ayudo a guardar la calma, fueron mis padres.
Siendo exacta, el momento en que los vi después de que Natasha me sacara del teatro.
