Capítulo 20

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Salí de las primeras cuatro clases soltando un largo suspiro lleno de alivio. Estar cuatro horas en la misma aula con la persona que menos quieres ver, duele demasiado. Anduve por el pasillo y no fue hasta entonces que me encontré con Jess frente a mi y a su lado Zabdiel. Ambos estaban parados, esperándome.

—Gisell —me sonrió la primera, dándome un fuerte abrazo—, ¿cómo estuvo tu mañana?

Quisiera decir que más bien que a ti.

—Bien —respondí—. ¿Y ustedes, chicos?

Jess miró a Zabdiel con una amplia sonrisa. No entendí.

—¿Vas con nosotros a almorzar? Pedimos hamburguesas.

Hice una mueca. La comida en estos momentos no estaban en mis planes.

—No, gracias. Iré a una junta con la sociedad de alumnos —mentí.

Pero Jess se lo creyó enseguida y no fue problema volver a mentir. El problema fue cuando le eche una mirada rápida a su compañero, sin embargo no fue buena idea puesto que él me miraba reprobatoriamente. Le quise restar importancia, pero de una forma me sentí decepcionada de mi misma.

—Nos vemos, entonces.

Jaló del brazo de Zabdiel dentro de la cafetería y un rato más tarde entré a la biblioteca. Unos de la sociedad de alumnos leían libros y otros jugaban en sus celulares. Yo me fui a sentar en unas últimas sillas del fondo y saque de mi mochila lo primero que vi; un cuaderno.

—Hey, Gisell.

Alce la mirada ante aquella voz.

—Hola, Erick.

—¿Esperas o...?

—Siéntate si gustas —trague con fuerza.

Erick se sentó al lado mio, cruzando sus manos por encima de la mesa. Sus ojos verdes me examinaron todo el maldito rostro y no pude evitar ponerme roja por esa fogata que pensé que ya no estaba en mi.

—¿Puedo preguntar algo?

—Adelante.

—¿Porqué no estás con Joel?

Los nervios regresaron, abofeteando mi rostro por tonta. Nadie me había preguntado el distanciamiento que teníamos Joel y yo, y que Erick fuera el primero en que lo hiciera me tomó por mucha sorpresa. Él esperaba una respuesta sincera a pesar de que no me lo pidió. Aunque bien puedo decirle que qué le importa, pero sentía que necesitaba hablar y desahogarme con quien fuera. Aunque eso implicará contárselo al que menos pensé que hablara de uno de esos temas.

—Erick yo...

—Erick, nos situaron en la cancha el entrenador.

Me quedé paralizada en mi propio sitio. No quería tenerlo cerca, no ahora y mucho menos mañana. Necesitaba tenerlo lejos.

Sentí los ojos de Erick en mi, no quise devolverle la mirada. Joel estaba detrás de él y no quería verlo.

—Voy en un rato.

—Te he dicho que nos quiere ahora. Andando.

En ese momento sentí una silla siendo arrastrada bruscamente. El pulso se me aceleró y más cuando escuché la respiración de Erick muy pesado.

—¿Y a ti qué más te da si llego un minuto tarde? —le gritó en un susurro Erick. Él sabía y respetaba las normas de la biblioteca—. ¿Ves que estoy ocupado?

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