Capítulo 6

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—Hace mucho que no tenemos tiempo juntas. —aseguró mi mejor amiga del otro lado de la mesa.

Quedamos en conversar un poco el sábado por la mañana, en hora del desayuno. Y por supuesto fue en un café que estaba cerca de la casa de Jess.

Hice una mueca al escuchar lo que dijo. Siempre era de que pasábamos tiempo juntas, pero muy corto el tiempo. Y aún más cuando las dos tenemos trabajo que hacer; como ella entrenar con el equipo de porristas y yo en la decoración del festival y estar dando vueltas a la dirección.

—Es cierto —no iba a decir mentiras—. Y hay muchas cosas que contarte.

—¡Obvio! ¿Cómo el decirme la verdad que qué es lo que le diste a Joel como para que últimamente sea más sobre protector contigo? —asenti dos veces, sin tratar de verme como una loca— ¡Diablos, Gisell!

—¿Qué?

—¡Son novios y aún no me lo decías! ¿Pero quién te has vuelto?

Miramos las dos a nuestro alrededor y las pocas personas que se encontraban en el café, nos voltearon a ver como si fuésemos locas por gritar emocionadas y muy felices. Las dos nos echamos a reír en voz baja.

—Ya, dime qué es lo que pasa con tu "mejor amigo" —hizo comillas en las ultimas dos palabras.

Metí un mechón de pelo detrás de mi oreja. Esto de ponerme nerviosa al hablar de Joel, nunca me había pasado, porque de hecho, Jess sabía todo de nosotros. Y aunque nunca nos haya visto besarnos, para ella siempre era algo que a Joel no le gustaba hacer en público. Y sinceramente era cierto. Para Joel era algo muy difícil mostrarse cariñoso ante público.

Y desde que Jess miró con claridad lo que pasó en el instituto, cuando Erick iba a hablarme y Joel no esperó a que Erick me dijera lo que tenía que decirme, porque en ese momento lo apartó con un empujón que hizo tambalear al ojos verdes, y le advirtió que dejara de hablarme porque yo no necesitaba su amistad, ni mucho menos ser la siguiente de su lista.

Fue más que suficiente para Erick y se fue.

—Sí. —musité ocultando una sonrisa.

—¿Sí? ¿Sí son novios o sí están como amigos con derechos?

—¡No! —exclame enseguida—. Somos novios, Jess. Hace más de una semana que él me demostró que ya no quiere que seamos amigos. Si no algo más.

Sus ojos se abrieron junto con su boca más de lo normal.

—¡Enhorabuena! —saltó de su silla y me abrazó chillando de la emoción—, odio a Joel pero con lo que me acabas de decir es tan emocionante. Ya era hora que sacaran a la su realidad.

Mi sonrisa se ensanchó cuando comencé a recordar todo lo que estaba pasando en tan solo unos días.

—Dime todo y con detalle.

Le frunci el ceño.

—Para ahí —la detuve. Teníamos que ser parejas—. Tú desde hace días también has estado hablando mucho con tu equipo, dime de qué hablan tanto que hasta la mesa donde Joel y yo estamos se escuchan sus llantos de emoción y sus hormonas.

Ella después que volvió a sentarse, se puso roja. Lo primero que pensé me hizo reacción.

—Un chico —ella no respondió. Su silencio me lo dijo todo—. ¡Es un chico, Jess!

—Ya para. —me reprendió.

—Dime quién es, qué hace... ¿va al instituto? ¿Es de nuestro instituto, Jess?

El color rojo desapareció de sus mejillas y con una sonrisa inocente me miró.

—Es muy guapo —arrastró las palabras emocionada—, estudia la preparatoria y lo único que sé es que muy pronto vendrá a nuestro instituto a terminar el año.

No supe cómo me al ponerme de pie casi caigo de la silla, pero no fue impedimento para ir hacia ella y abrazarla. De verdad que me emocionaba el hecho de que haya quitado ese papel de horribles y pocos hombres que les tenía a los chicos. Porque escucharla hablar así después de hace años, me era sumamente incrédulo y a la vez emocionante.

Y era tanta la curiosidad por llegar a conocer a ese chico que hizo de mi amiga una chica feliz y cambio.

—Entonces, ¿vendrá a nuestro instituto?

—Sí. Hace unos días apenas el grupo nos enteramos y por poco lo veíamos en persona mas no podimos porque el entrenador nos llamó, pero luego una del grupo nos mostró una foto de él y vaya que fue su sonrisa a todos nos encantó. Pero ya les dije que es mio y que obviamente seré la primera en presentarle el pueblo.

—¿No es de por aquí?

—No. En realidad no sé de dónde es pero sí sé que del pueblo no es.

—Oh, pero seré la siguiente en que me lo presentes eh.

—Por supuesto. Seremos Joel, tú y mi chico y yo. ¡Podremos salir los cuatro!

—Sí, iremos al cine, a comer, a los juegos y quizá vayamos a algunas fiestas.

—Sí.

Ya parecíamos predecir el futuro. Luego de que terminamos nuestras malteadas y panques volvimos cada quien a nuestras casas y cuando llegué a la mia, Mike y Joel estaban tumbados en el sofá viendo una serie.

El primero en verme fue Joel que me sonrió y le hice señas para que me siguiera a la cocina.

—¿Cómo te fue con Jess? —me dio un beso corto y me quede con ganas.

—Muy bien. Está entusiasmada por un chico, ¿sabes? Me sentí muy bien cuando me dijo que pronto nos lo presentaría.

—¿De verdad? —asenti tomando un ramo de uvas y meterme una a la boca—. Bien por ella. A como iba seguro y se quedaba sola.

—No se iba a quedar sola. Estaría con nosotros, Joel. Dejarla sola, jamás.

Tomé una uva y ésta fue arrebata por Joel y se la metió a la boca. El jugo de la uva verde corrió un poco por su boca, humedeciendo sus carnosos labios. Su lengua salió un poco y se relamió sus labios quitándose el jugo.

Maldito seas, Joel.

Era jodidamente guapo.

En serio.

Detestaba a mis hormonas por activarse cuando él hacía ese tipo de acciones. Y detestaba aún más a Joel por provocarme.

—Te quiero.

Su voz  hizo que mi corazón latiera en ese momento. Me lo repetiría miles de veces pero Jamas me acostumbraría a ello.

Ante mi silencio, se acercó un poco, con el propósito de besarme. Esta vez un beso duradero y apasionado. Jaló un poco mi cabello suelto y lo abracé por el cuello, sujetándome  para no caer. Me sentía tan bien que no sabía si era por estar a su lado o el hecho de que sea yo quien toque esos labios.

«Pueden ser ambas, tonta. ¿Por qué siempre tengo que aparecer cuando dices idioteces?»

Sonreí ante el beso.

—¡Joel, la serie está por terminar! —gritó mi hermano desde la sala.

Joel se separó y negó con la cabeza.

—Hace más de tres horas que me tenía ahí en el sofá.

—Debe aprovechar sus días.

—Sí, pero sólo quiere ver series.

—Son su pasión.

—¿Y cuál es tu pasión?

—Estos.

Volví a juntar nuestros labios. Sentí su mano en mi cintura y junto con un poco de valentía, fui yo la que pidió permiso para aventurar por su boca.

Nunca me cansaría de besarlo.

Sin duda alguna.

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