Capítulo 4

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Por culpa de Spi, no me dejaban salir a caminar, mi papá lo llevó a que hicieran una valoración, porque se supone que está entrenado para guiarme y no para abandonarme, me entristecía no tenerlo conmigo, me había acostumbrado tanto a él; además, sin él me aburro como un hongo en casa, no puedo salir, y por los raspones en la rodilla tampoco me dejan ir a la academia.

–Cerecito, vamos a caminar

La voz de Yukito me sacó de mi estado de trance, últimamente me distraigo muy fácilmente, incluso a la hora de la comida, me dicen que deje de jugarla y que coma, pero se me hace imposible, sigo preocupada por mi querido perro.

–Me cambio de ropa y te alcanzo

Era más de medio día y yo seguía aún en pijama, para que se den cuenta de mi nivel de aburrimiento, me desperecé para comenzar a arreglarme, aunque no había mucho que hacer cuando no ves, alcancé una de las etiquetas, Tomoyo se había encargado de acomodar mi ropa para el frío y se lo agradecía, así evitaría confundirme, pero para mi sorpresa, todo eran vestidos con mallas, que mi prima esté estudiando moda es un fastidio, no deja que me vista como me gusta.

Al final opté por usar uno de los vestidos que según decía la etiqueta era de color rosa, las mallas blancas y la sudadera igual es blanca, alcancé unas botas cortas y terminé de arreglarme.

–Yuki, ayúdame... no puedo abrochar mi gargantilla

Iba deambulando por la casa, no escuchaba ningún ruido, eso no era normal cuando Yukito está en casa, normalmente hay risas o charlas animadas entre papá y él.

-Yuki... ayud...

No pude acabar la oración porque impacté en el pecho de alguien, el aroma era desconocido para mí, no sabía que tenía visitas.

–Tú hermano acaba de salir con tú otro hermano, están discutiendo afuera –la voz de Shaoran me sobresaltó– pero te puedo ayudar, si tú gustas.

Asentí, porque en estos momentos las palabras no salían de mi boca, sentí cómo me daba la vuelta y me abrochaba la gargantilla, su tacto me estremeció, ¿es normal eso? No he tratado mucho con él y ha despertado cosas que no había sentido antes, ni siquiera con el tarado de mi ex.

–Gracias –por fin hice que mi cerebro conectara para poder hablar–

–Me encanta tú gargantilla, la flor se parece a la de los cerezos –no pude evitar sonrojarme, y eso que no era un cumplido dirigido a mí–

–Fue mi regalo hace cuatro años, antes de... –los recuerdos me inundaron como un tsunami, ese día perdí la vista y desde entonces mis cumpleaños no son lo mismo, no los disfruto, al contrario, ese día me encierro y evito cualquier tipo de celebración–

–Te invito un helado, creo que te arreglaste para salir y tus hermanos se demorarán.

–Yuki me dijo que iríamos a caminar, hace días que no lo hago.

–Entonces vamos por el helado y caminamos un rato por el parque, estás de suerte, mi turno acabó hace horas –su comentario me hizo sonreír, sentí que me tomó del brazo y me instó para caminar–

En el camino me explicó que se especializó en pediatría, y que se habían mudado a Tomoeda porque buscaban un ambiente más tranquilo, sobre todo tras el accidente de Lien, su hermana había entrado en un estado de depresión y no podía cuidar de la pequeña, por eso se la trajeron aquí y, además, porque a su papá le dieron la oportunidad de ser el director del hospital.

Debo admitir que es muy agradable platicar con él, me hacía reír y cuando creía que caeríamos en un silencio incómodo, lograba sacar otro tema interesante para seguir charlando.

A Través De Tus Ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora