Capítulo 17

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Aqui afuera el día está algo nublado con nubes grises que impiden la total salida del sol. Pongo los ojos en blanco. Esta ciudad siempre tiene el cielo algo encapotado. Aquí son muy raros los días completamente soleados. Con un suspiro resignado, comienzo a caminar por las aceras con mucha pasciencia esquivando a las personas que caminan como si un huracán los persiguieran.

Miro a mi alrededor y me encamino hacia el Starbucks más cercano. Es algo temprano para mi almuerzo con Penélope así se aprovechare esta horas para tomarme un café caliente y tomar algunos apuntes sobre mi libro. Nick ya me invio algunos adelantos y tengo que tomar apuntes.

Por suerte, al llegar a la cafetería, el establecimiento está casi vacío. Cosa que me extraña mucho ya que siempre está lleno este lugar. Hay muchas mesas vacías y localizó una que está en la esquina a lado de la ventana. Será mejor que pida rápido antes de alguien me quite el puesto.

Me acerco al mostrador.

—Buenos días.  —Le sorio con amabilidad a la cajera.  —Quiero un capuchino doble de chocolate con una de azúcar, por favor.

—Por supuesto.  —Con una sonrisa forzada, me toma el pedido y me prepara el café. La miro con detenimiento unos segundos. Luce muy joven y parece más amargada que un niño en un dentista. A mis espaldas, escucho que entran más clientes y la chica se gira hacia mi con el café listo.  —Aquí tiene.  —Coloca el café en el mostrador.  —Serían ocho dólares.

Casi me da un paro cardiaco. !Ocho dólares por una simple taza de café! Joder. Esta cafetería cada día más le suben los precios a sus café. Resignada, saco mi billetera y le entrego un billete de diez. Ella lo toma rápidamente y me entrega en cambio. Tomo mi café y tomo asiento en la mesa libre que había visto antes.

Me acomodo lo mejor que puedo en el asiento de cuero y miro distraídamente la cuidad y su gente en movimiento mientras tomo un sorbo de café. Mmm, em café es muy caro pero, no se puede negar que es delicioso. Maldita cafeína. Saco mi pequeña libreta que siempre cargo en mi bolso y empiezo a escribir algunas idea que tengo sobre el libro que se que a Nick le encantarán.

Día horas después, alzó la vista de mi libreta y a mi alrededor veo que el local está lleno. Mucho más lleno de lo que estaba cuando llegue hace rato. Saco mi teléfono del bolso y al encender la pantalla, veo que son casi las once. Cielos, las horas aquí vuelan. Recojo todas mis cosas y salgo de la cafetería. Miro al cielo y me doy cuenta de que ya no está tan encapotado como está mañana. Gracias a Dios.

Comienzo a caminar por la aceras esquivando a algunas personas hasta que llego casi a la entrada del Central Park. Hago memoria y trato de recordar dónde exactamente está el restaurante en el que me citó Penélope. Se que está muy cerca. Camino unos cuantos minutos bordeando el parque mirando y mirando por todas partes como si fuera una turista hasta que por fin localizo a unas cuantas cuadras.

Al cruzar las puertas de cristal, observó a las personas que están sentadas en sus respectivas mesas charlando animadamente entre ellas. Y de pronto la veo. Penélope está sentada en una mesa apartada tomándose lo que parece una taza de café y leyendo el periódico. Parece muy abstraída en lo que lee.

Bueno, ha llegado la hora.

Respiró hondo y camino lentamente hacia ella con pasos lentos. Primero voy a escuchar lo que me tiene que decir y dependiendo de lo que me diga, entonces decidiré si ccontarle o no todo lo que se sobre Oliver. De este modo sabré si me miente o no. Si está mujer continúa mintiéndome tan descaradamente, no pienso insistir mas en el tema y dare vuelta concentrándome en lo que realmente me debería de preocupar. La universidad y mi carrera de escritora.

Llego hasta donde ella y carraspeo un poco.

—Hola, Penélope.  —Mi voz es baja pero lo suficientemente clara para que me escuche. Ella alza la mirada del periódico y abre mucho los ojos en cuanto me ve frente a ella.

Destino EscritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora