Capitulo 29

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—Joder.  —Gruño bajito sintiendo una enorme pesadez por todo mi cuerpo. Hasta los parpados me pesan demasiados.

Respiro hondo varias veces y empiezo a moverme poco a poco. Tengo el cuerpo un poco adolorido, pero me las arreglo para abrir los ojos e incorporarme de la cama. La habitación esta iluminada por la luz mañanera pero no lo suficiente como para decir que afuera hace un día soleado. Miro a mi lado y veo a Steve completamente dormido profundamente boca abajo con la cara enterrada entre las almohadas.

Lo miro con ternura.

El pobre hombre está muerto de cansancio tras el ajetreado día de ayer. Fue una completa locura, pero al final de todo, la presentación y la fiesta fue un total éxito sin ningún contratiempo. De lo único que quizás me decepcione un poco fue no haber podido hablar un rato con Oliver a solas. Lo intente, pero su mujer no lo dejaba respirar un segundo. Lo que me da a entender que es una mujer sumamente celosa y posesiva que no permite que nadie se le acerque a su marido.

Le doy un beso a Steve en el pelo con suavidad quitándome las sabanas de encima y salgo de la cama. Me estiro de brazos y piernas que crujen dolorosamente y cuando miro la hora en el reloj, se me abren los ojos como platos. Son las una en punto de la tarde. No recuerdo cuando fue la última vez que me levante a esta hora. Le hecho una última mirada a Steve y salgo de la habitación.

Entro en el cuarto de baño soltando un bostezo aun soñolienta y cuando me veo en el espejo de cuerpo completo casi suelto una carcajada. Me veo horrible con las ojeras pronunciadas, los ojos achinados y el pelo hecho una maraña. Parezco un zombi. Me lavo la cara con jabón, me arreglo el pelo y salgo hacia la cocina.

Para esta tarde se me antoja comer una ensalada de fruta fresca con algo de yogurt natural. No se me antoja desayunar... bueno, almorzar nada pesado. No tengo mucha hambre. Llego a la cocina y saco todo tipo de frutas, yogurt, huevos y tocino. A Steve le preparare algo...

—Buenos días.  —Me giro hacia su voz y lo veo entrar en la cocina frotándose los ojos vestido únicamente con sus pants de pijama y el pelo revuelto.

Camino hacia él y le rodeo la cintura con mis brazos.

—Buenos días.  —Le doy un pico en los labios.  —Estoy a punto de preparar algo para comer. ¿Se te antoja algo en concreto? —Me mordisquea un poco el labio inferior al ver como inspecciona todo lo que he sacado de la nevera.

—Se me antojan unos sándwiches.  —Me da un pico en los labios y se separa de mi caminando hacia la alacena y saca el pan. —Creo que ya nos hemos pasado la hora del desayuno.

Suelto una risita y saco la lechuga, tomate, pepinos y trocitos de pollos que están en un envase. Lo llevo todo junto a el que está sacando y preparando el pan.

—Muero de hambre.  —Deja el pan y enciende la estufa eléctrica a toda mecha.

Lo miro y empiezo a preparar el pollo.

—Igual yo.  —Suspiro picando el pollo en trozos más pequeños. Me pregunto si es normal levantarse y tener tanta hambre. Siento como si no hubiera comido nada en todo el día de ayer. Últimamente me está dando muchísima hambre y esto no me ocurría antes. Lo bueno de todo es que no he engordado demasiado.

—¿Hay algún lugar en específico al que quieras ir esta tarde?  —Deja lo que está haciendo y me mira arqueando ligeramente las cejas.

Lo medito unos segundos.

Hay muchísimos lugares a los que quisiera ir y conocer en esta ciudad, pero solo tenemos el día de hoy y eso no nos dará el tiempo suficiente para hacer todo lo que quiero. No tengo de que quejarme. Este es solo un viaje relámpago y nada más.

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