Capítulo 8

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—Ese maldito hípster...

—Steve, basta. —Le coloco un dedo sobre los labios para callarlo y que no siga por este camino porque nos amargaría el rato. —Por favor ya deja el tema estar. —Le lanzo una mirada de advertencia y le quito el dedo de los labios al ver que accede.

—Bien, vamos. —Me toma de la mano y salimos del ascensor antes de que las puertas vuelvan a cerrarse.

En el lobi hay unas cuantas personas charlando entre si animadamente y veo a otras hablando con el botones aparentemente con intenciones de registrase en el edificio. El botones les explica ciertas cosas que no logro entender. Al pasar a su lado, nos saluda a St6eve y a mí con un leve asentamiento de cabeza y ambos le devolvemos el saludo antes de cruzar la puerta de cristal.

Al salir, lo primero que noto es lo fría que esta esta noche. La temperatura ha bajado considerablemente desde la tarde. Tirito levemente y me acomodo la bufanda sobre mis hombros en un intento de entrar en calor, pero es inútil. Hace un frio que cala los huesos. Steve lo nota y me rodea los hombros con sus brazos y me estrecha contra el, cosa que capta la atención de un par de chicas jóvenes que van entrando al edificio a nuestro lado. Miro detenidamente la calle y logro ver a Peter acercándose a nosotros a toda velocidad en su camioneta. Se estaciona frente a nosotros, sale del coche y nos abre la puerta con educación.

–Buenas noches, señor Jones y señorita Thompson. –Nos saluda con una afable sonrisa que le devuelvo y me meto en el coche. Miro hacia la puerta y veo que Steve le da una serie de instrucciones a Peter que las escucha con el ceño fruncido.

Me pregunto, ¿Qué clase de instrucciones le estará dado Steve? Quizás tenga algo que ver con la empresa. Eso seguro. Miro hacia la calle a través de la ventana y no logro ver el coche de Henrry y de Arnold. Esto sí que es extraño. Ellos son nuestro guardaespaldas. Deberían estar cerca. Muy cerca de nosotros. Steve deja de hablar con Peter y se mete en el coche a mi lado tomándome de la mano.

—¿En dónde están Henrry y Arnold? —Miro a Steve que frunce el ceño. —Hace rato que no lo veo. —Hago la observación arqueando las cejas.

—Mi padre los necesitaba para un viaje que está haciendo con Corea. —Se encoge de hombros quitándole importancia y decido dejar el tema estar. Es lógico que Erick quiera llevarse a sus guardespaldaspar4a un viaje como este.  —Vendrán dentro de un par de días.

—Supongo que tu padre está buscando nuevos proveedores para los dispositivos de alta seguridad. —Tiento a mi suerte, pero a Steve parece no importarle la pregunta.

—Si. —Se rasca la barbilla. —Su tecnología es imprescindible para los aparatos que fabricamos.

Peter arranca el coche y nos adentramos en las atestadas calles neoyorquinas con su pésimo tráfico. Tomo nota mental. Si vives en Nueva york, debes salir de tu casa al menos una hora antes para poder llegar a tiempo a cualquier cita o compromiso que tengas. A veces me da la impresión de que hay más coches y personas que calles donde circular.

—¿Alguna vez has viajado a Corea?  —La pregunta sale de mi boca antes de que la piense y Steve sonríe de medio lado.

—He ido unas dos veces ahí y, es un país sorprendente. Sobre todo, por su cultura. Es fascinante.  —Veo un ligero brillo en sus ojos y sé que me está diciendo la verdad.

Una vez vi un documental sobre Corea en un canal de televisión y admito que en ese momento desee poder viajar a este país. Me llamo mucho la atención la cultura y la comida de este país.

—Alguna vez tendrás que llevarme allí. —Steve me mira con las cejas arqueadas unos segundos y suelta una carcajada juvenil.

—Por supuesto que sí, cielo. —Me da un pico en los labios. —Sabes que sería capaz de llevarte hasta el fin del mundo y me encanta que quieras salir de este país fascista y consumista y quieras explorar otras culturas y tradiciones viajando.

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