Capítulo 19

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—Beth, ¿te pasa algo malo?  —Rose deja su beigle sobre su plato y coloca una mano sobre la mía devolviéndome al mundo real y regreso mi vista hacia ella que tiene cara de preocupación.

—Si.  —Me aclaro la garganta.  —Estoy bien. —Le sonrio para tranquilizarla y Le doy un sorbo a mi capuchino doble de chocolate. En estos momentos estoy dosis menos bien. Tengo los nervios de punta y pasar de que Rose y yo estamos custodiadas por guardespaldas, esto no me tranquiliza para nada.

Odio esto.

Odio tener miedo cada vez que salgo del apartamento por qué el maldito yonqui me persigue a todas partes o lo peor de todo, es que no tengo idea de si está solo o tiene compañía como aquella vez cuando fui con Steve a la pizzería. Si Peter y sus hombres no hubieran estado ahí para protegernos...

—¿Sabes? Hoy me encontré a Dylan en la mañana antes de comenzar las clases. —Suelta como si nada dándole un sorbo a su café y la miro.

—¿En serio?  —Esto tengo que escucharlo. —¿Y de que hablaron?  —Me inclino hacia adelante y cruzó mís brazos sobre la mesa.

Ya me imaginaba yo que alguna de nosotras nos encontraríamos con el.

—Me dijo que quería encontrarse y salir con nosotras.  —Se enconge de hombros. —Dice que quiere ponerse al día con nosotras y charlar como hacíamos antes.

Me muerdo el labio inferior.

No me parece mala idea reunirme con ambos y charla le largo y tendido como hacíamos antes de que mi vida diera un giro de ciento ochenta grados. En el fondo los tres nos amamos y deberíamos superar este drama de secundaria. Los tés somos adultos y no tenemos por qué seguir en esta tontería.

—¿Y tu que piensas?  —Tomo un bocado de mi ensalada y me lo llevo a la boca sin apartar la mirada de ella.  —¿Te parece bien reunirnos con el?  —Me pregunto cón cautela porque esos dos tienen una historia que espero, por su bien, ya esté terminada.

Ella pone los ojos en blanco. Sabe perfectamente a lo que me refiero.

—Lo que sentí por el ya lo supere hace mucho así que, no veo em problema se reunirnos con el una noche y salir de copas. —Una sonrisa torcida cruza por su rostro. —Sería como aquella vez en más que los tres nos emborrachamos por primera vez con vodka en mi fiesta de dieciséis.

Tuerzo el gesto.

—Por favor no me recuerdes eso.  —Sacudo la cabeza y ella suelta una carcajada.  —Me castigaron durante un mes por eso.  —Ma miro entrecerrando los ojos.  —No rias, fue espantoso.

—Está bien, está bien.  —Toma su teléfono de la mesa y lo mira con los ojos abiertos como platos.  —Mierda. Será mejor que nos marchemos ya. Voy un poco tarde al trabajo.

—Claro.  —Me levanto de la mesa y tomo mi bolso junto con mi teléfono.  —De todos modos tengo algunas cosas que hacer.

—Entonces vamonos.  —Me toma de la mano y salimos del local.

No puedo evitar mistar a todos lados por si veo algo inusual pero no. Solo hay peatones caminando por la acera y coches que se pitan entre sí como si fuera una discusión matrimonial. No veo nada extraño por estas calles y suspiro aliviada.

Nos metemos en el coche y ella lo arranca de inmediato.

—¿Mañana almorzamos juntas?  —Me pregunta de la nada mirando hacha la carretera.

—Claro que si.  —Bufo.  —No me lo tienes que preguntar Rose, solo dime dónde nos encontramos y listo.

Ella sonríe complacida.

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