VI. El juego comienza

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Me despierto antes de que la alarma suene, no es como si pude dormir, las bolsas bajo mis ojos son la prueba viviente de ello. Mi cuerpo me duele y mis rodillas tienen algunos rasguños por la manera en que me arrodillé ayer para no terminar con un balazo en alguna parte de mi cuerpo. Me siento muy cansado, sé que Kagome Higurashi me ha mandado a vigilar, ella me lo dijo y es como si sintiera que alguien me tiene atrapado con una soga invisible, estoy paranoico, pero debo estarlo. Hoy es el tercer día, se supone que hoy debo convertirme en un delincuente solo porque una chica lo desea, maldición, eso me enoja.

Hecho un asco me levanto y me miro en el espejo. Yo no soy de esas personas que amanecen siendo lo más hermoso con su mal olor mañanero, pero si soy de esa que no parece un desastre, me podría en la mitad de una línea, ni un desastre, pero tampoco una belleza. Es por eso que ver el desastre que soy esta mañana solo hace que mi humor se torne más oscuro, no quiero hacer nada más que estar tirado haciendo de vago hoy. No tengo los ánimos suficientes para poder actuar bajo la influencia de Kagome Higurashi. La hermosa, pero muy peligrosa Kagome Higurashi.

Me baño y me cambio rápidamente, y cuando pienso que mi humor no puede empeorar Miroku entra con su sonrisa come mierda que indica que encontró alguna señorita que lo deje meterse entre sus bragas, ruedo los ojos sin querer saber los detalles que seguro viene a contarme. Trato de peinar mi cabello, pero justo hoy quieren hacerme la guerra del año. Es un desastre, un desastre como yo lo soy.

—¿No me preguntarás por qué mi felicidad?—pregunta Miroku y me limito a mirarlo a través del espejo sin decir nada. Como mi cabello me quiere hacer la guerra del año, simplemente dejo que siga en todas las direcciones, aunque ahora que lo pienso mi cabello parece como si estuve follando y la chica no tenía piedad de mí. Haya, no he tenido un polvo mañanero pero mi cabello le grita al mundo que sí, bonito, hermoso, perfecto, encantador. Estoy harto.

—No me interesa—veo su ceño fruncirse, tampoco me interesa que se enoje conmigo, justamente hoy solo me interesa una cosa; que Kagome Higurashi y esos tipos no me encuentren, pero eso será casi imposible. Kagome al parecer conoce todos los lugares donde me puedo encontrar. Es como si tuviera un chip rastreador en mi jodido culo.

—Hermano, te hace falta un polvo urgente, mira que con esa actitud lo demuestras—riendo de su mal chiste sale de mi habitación y me siento en la cama dejando que mis codos caigan en mis piernas y mis manos oculten mi rostro. No, no tengo humor para nadie.

Con el peso de que Kagome Higurashi me observa camino hacia abajo encontrando a mi madre cantando alguna canción de esas que las mujeres despechadas cantan. Solo que mi madre no está despechada porque mi padre la atiende bien, es un poco traumático cuando vas a hablar con ellos y los ruidos hacen que salgas corriendo.

—Buenos días, Inuyasha—le regalo una tensa sonrisa a mi madre—¿pasa algo? Mi bebé no durmió bien—no digo nada y tomo asiento.

—Estoy bien, solo que una chica no deja de torturar mi mente—comento tomando un vaso de zumo de naranja.

—Así que mi bebé tiene un nuevo amor—claro, si a las amenazas se le pueden llamar amor, creo que muchas personas estarían enloquecidas por Kagome Higurashi.

—No, solo una chica rara—ella solo sonríe y sigue en lo suyo. Amo a mi madre porque sabe cuándo no quiero hablar, no es de esas madres intensas que presionan a sus hijos, ella nos da la libertad de decidir cuándo queremos contarle lo que nos pasa.

Como no quiero seguir aquí salgo de la casa con mi mochila colgando en mi hombro. Tengo mi computadora en ella porque estoy seguro que La leyenda quiere ver mi culo sentado frente a ella.

Miro a los alrededores y nada parece grave, nada parece fuera de lo común. Y diré algo, mi día en la escuela pasa con normalidad, todo es tan tranquilo que me encuentro en un estado de nervios que acabarán conmigo. Miroku en algún punto desaparece de mi vista porque ha quedado con una chica, solo espero que esta chica no tenga pareja y que dicha pareja se entere y lo haga papillas, hoy no puedo socorrerlo.

Guerra de pandillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora