XVIII. Te encontré

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Koga me lanza su última mirada de muerte antes de dirigirle la mirada a la peli roja que estoy seguro que vi sus ojos cristalizados, pero ahora que los veo bien, parece que la furia la ha poseído mientras arregla correctamente su vestido. Es bonita. Su cabello rojo llega a la altura de sus pechos y es liso, sus ojos verdes parecen brillar y son esa clase de ojos que te recuerdan lo que es pasar una tarde de verano en un campo donde todo es verde. En realidad, son muy bonitos. Su cuerpo, bueno, ella tiene un cuerpo muy bien trabajado y es sexy. Saco de mi cabeza las imágenes donde ella aparece siendo penetrada por Koga, porque en esas imágenes ya no está ella y Koga. Mis imágenes se modifican y sobre el escrito está Kagome y soy yo quien la penetra con fuerza.

—Ayame ¿cierto?—pregunto con tono suave en la voz. Ella gira su rostro y asiente. Koga se coloca una camisa.

—No le dirás nada de Kagome a este tipo Ayame—ella sonríe altanera.

—¿Por qué Koga?—pregunta ella alzando su mentón y mirándolo desafiante. Parece una pequeña fiera—¿Por qué mueres de celos o por qué crees que eres el único hombre al cual Kagome quiere cerca?—ella se acerca a él y coloca un dedo en su pecho—Kagome jamás te verá como a un hombre, acéptalo. Aunque, no sé cuál de los dos es más lamentable, si tú o yo—ella niega retrocediendo.

—Ayame, sabes que no puedes decirle a nadie, ella puede correr peligro—Ayame suspira.

—Olvídalo Koga, nada de lo que digas me va a convencer si hay alguien que debe saber de ella es el culpable de su estado—me mira—y ese eres tu Inuyasha—ella pretende caminar, pero Koga la sujeta por la muñeca.

—Ayame dije...

—¡Basta Koga!—grita—ya estoy harta. Era a mí a quién follabas hace unos minutos y ahora veo que tanto te importo. Pero soy peor que tú ya que sigo enamorada de un idiota que muere por una mujer que nunca le ha hecho caso. Al menos Kagome nunca te ilusionó o dio faldas esperanzas, en cambio tú me diste esperanzas. Y ahora demuestras una vez más cuán hijo de perra eres, adiós—la sigo cuando avanza fuera el despacho.

Ella camina hecha furia y salimos de la ferretería. El cielo ya ha oscurecido, la sigo aun cuando ella puede sacar una pistola y dispararme, pero en cambio ella abre la puerta de un coche y me hace señas, asiento y subo. En silencio veo como deja caer su cabeza hacia el volante y suspira con fuerza. Cuando enciende el auto yo me coloco el cinturón de seguridad. Ella no dice nada y se dedica a conducir en un absoluto silencio que me incómoda.

—¿Estás bien?—rompo el silencio y veo sus labios temblar. Cuando voy a pedirle perdón por ser tan entrometido ella suelta el primer sollozo.

—Soy tan valiente y fuerte para enfrentar a la muerte, pero me vuelvo tan débil y asustadiza cuando de amor se trata—veo como aprieta la mandíbula—lo amo desde hace tiempo, no fue un amor de la noche a la mañana, fue de esos que consigues cuando hasta los defectos de esa persona te parecen bonitos. Pero Koga desde que conoce a Kagome tiene ojos solo para ella, ha intentado todo para estar con Kagome—mi rostro pasa a estar serio—él no comprende que ella no está interesada, pero yo tampoco comprendo que ese hombre no me ama. Pensé que luego de volver él ya la había superado, por eso mi plan de conquista, pero el muy patán me dio esperanzas, me folló y luego deja ver quien es realmente que le interesa—ella se encoje de hombros restándole importancia.

—Te mereces algo mejor que él—su sonrisa no llega a sus ojos cuando la deja ver.

—Eso lo sé, pero no puedo evitar caer cada vez que me toca—murmura.

—Entonces no tienes el amor propio suficiente, no te amas a ti misma—ella se queda en silencio.

—Tendré que amarme, no pienso dejar que nadie vuelva a romper mi corazón y menos él—no digo nada más—necesito que te cubras los ojos con esto—me pasa un pañuelo. Lo ato en silencio a mis ojos y todos los colores desaparecen dejándome en la oscuridad.

No hay más conversaciones en todo el camino, pero en un momento determinado el coche para y siento mis nervios a flor de piel. Me ayuda a bajar y me guía, tropiezo un par de veces, pero a ella parece importarle mierda. Caminamos por mucho tiempo, solo espero no estar caminando hacia mi muerte, cuando siento que el pánico puede envolverme nos detenemos y el pañuelo queda fuera de mi vista.

Al principio todo parece borroso, pero luego me adapto a la vista y miro el lugar. Es una cabaña, nos encontramos entre árboles y una grande y linda cabaña alojada en mitad de la nada. Ella me hace señas y la sigo adentro. Hay varias personas armadas. Ayame me guía por un pasillo y llegamos a la sala principal. Dos chicas se levantan y la segunda al verme parece que viera al diablo.

—¡¿Qué demonios hace él aquí Ayame?!—grita la chica que no recuerdo su nombre, pero la vi la vez pasada.

—Sango, bájale algo—Sango se levanta y veo que por breves momentos Ayame parece encogerse.

—A mí no me hablas en ese tono, puedes ponernos a todos en peligro—me mira—y ese niñito es a causa principal de los mayores dolores de cabeza que tengo—me señala como si no estuviese aquí o que fuese un simple insecto.

—Ella lo necesita Sango, no puedes mantenerla más tiempo así—comenta Ayame.

—En eso tiene razón Sango, no es sano para ella su situación actual—Sango suspira.

—Quiero ver a mi mujer—las tres chicas voltean a verme. Mi tono de voz es serio.

—¿Tu mujer? Solo eres el entretenimiento actual de Kagome mocoso, así que no te sientas tan engreído de llamarla tu mujer—se acerca a mirarme—y yo que tú me mantengo con cuidado, yo si soy capaz de meterte una maldita bala en la boca. No te olvides que ni tú y nadie de tu familia a mí me agrada, si fuese por mi todos estarían contando cuentos con los otros muertos. Así que en mi presencia procura guardar tu actitud de machito, porque a los que se la dan de machito son a los cuales me cargo fácilmente—mira a la otra chica—¿qué opinas Kikyo?—la joven suspira.

—Yo creo que la idea de Ayame fue buena. Esto es lo mejor para ella, así se calmará—ella asiente y camina, luego se detiene y se gira—¿tengo que llevarte a caballito o qué diablos? Mueve los putos pies—la sigo con rapidez y Ayame me sonríe.

Sango parece esa clase de mujer que puede volverte añicos en dos segundos porque tiene una lengua peligrosa para las palabras y a eso agrégale que puede matarte. Ella mantiene el ceño fruncido y ahora que recuerdo, ella estuvo saliendo con Miroku o algo así. Tengo ganas de preguntarle, pero posiblemente me mande al diablo y me saque a patadas de este lugar. El pasillo y todo en esta cabaña se ve muy bien cuidado.

Ella saca una llave y abre la cerradura de la puerta. Me deja entrar primero y la sangre circula con más rapidez cuando veo a Kagome acostada con los ojos cerrados. Su cuerpo está envuelto por cadenas. Apuesto a que no puede moverse. Rápidamente entro y me dejo caer a su lado en la cama. Su rostro parece más pálido y sus labios se ven resecos. Hay bolsas oscuras bajo sus ojos. Acaricio su rostro con mis nudillos con miedo a hacerle daño. Ella está profundamente dormida.

Un mes sin verla y sentía que iba a morir, puedo verla ahora y tocarla, ella es real y no un producto de mi imaginación. Quiero abrazarla y besarla, pero verla atada como si estuviese loca me hace levantarme y caminar fuera para evitar despertarla. Sango me espera y cierra la puerta. Me hace caminar hasta un despacho.

—¿Por qué ella esta así?—pregunto de inmediato—¿Qué le pasa? ¿Qué demonios le están haciendo a Kagome?—ella suspira y se sienta al borde del escritorio.

—El día que tu hermano la descubrió, tuvimos un enfrentamiento con una pandilla enemiga—eso ya lo sabía gracias a Sesshomaru—eso fue una fiesta de balas y bombas, pero Kagome se salvó de una bomba que cayó cerca, sin embargo, aprovecharon su confusión y me iban a matar, Kagome se interpuso y le dispararon a ella. Antes de caer inconsciente logró matar a ocho hombres, esa chica es de acero. Pero Kagome cuando despertó luego de atenderla y huir, quería ir hacia ti, se lo impedí ya que podía abrir la herida y... Kagome estuvo a punto de morir, para que se recupere la dejé así. Te dejaré verla porque de esa manera ella va a cooperar para mejorar, espero que me ayudes a mantenerla a raya, ya debes saber el tipo de comportamiento que tiene esa mujer. Así que debes ayudarla a que se recupere. Es la líder de la pandilla, y aunque yo impongo respeto y muchos me obedecen, otros tienen lealtad fiel hacia Kagome, no tanto a la pandilla, la lealtad de cada persona es hacia ella. Hacia nuestra líder—ella se aleja—te dejaré verla Inuyasha, pero he estado vigilando cada paso que das, uno en falso y yo misma te envío al infierno. Bienvenido a bordo—y con esas últimas palabras ella se aleja cerrando la puerta.

Te encontré Kagome Higurashi.

Guerra de pandillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora