XIV. Líder pandillera

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Kagome

Dejo escapar un suspiro y acomodo mejor la peluca que llevo puesta. La misma que utilicé ayer para ver a Inuyasha y la misma que he utilizado durante estos días. Se supone que ya no corre peligro, pero no ha despertado. Veo caminar a la novia de Sesshomaru quien al verme sonríe. Sus ojos me parecen muy bonitos mientras se acerca.

Ella no es mala persona, pero que sea policía arruina mucho las cosas. Hoy llevo ropa más tapada. Será casi imposible deducir que soy Kagome Higurashi bajo toda esta vestimenta. Soy una experta en el arte de hacerme pasar por otra persona, los disfraces se hicieron mi especialidad cuando todos parecían querer darle caza a mi cabeza. Así que convertirme en la novia ideal de Inuyasha para sus padres fue pan comido.

Es extraño dialogar con ellos y con Sesshomaru, casi quise reírme en su cara cuando el muy idiota me saludó como si fuese alguien de la familia. Si supiera que soy la misma persona por la cual tiene malas noches intentado hallarme. La novia de ese idiota bueno para nada llega frente a mí. Una linda sonrisa se dibuja en sus labios al observarme. No sé qué demonios le causa tanta gracia, pero lo dejo estar. Lo último que quiero es que me descubran.

Le doy un sorbo a mi batida mientras espero pacientemente que la chica frente a mi reaccione y hable. Me mira durante un minuto antes de posicionarse a mi lado. Trago en seco cuando saca su celular y me mira de reojo.

—Kalisha ¿verdad?—pregunta regalándome una sonrisa.

—La misma—murmuro dejando a un lado lo que queda de mi batida.

—¿Sabes? Es extraño, Inuyasha es un chico muy hablador cuando un tema lo apasiona, pero muy silencioso cuando de robar su corazón se trata—murmura—es un buen chico—termina de decir.

—Él es especial—sonrío un poco—es un lindo idiota—ella ríe fuerte.

—Sí, es a veces muy parecido a Sesshomaru. Sesshomaru tiene un don natural de para hacerme enfadar, pero como lo amo debo dejar eso así ¿no?—no digo nada y me giro a mirarla de frente.

—¿Qué es el amor?—ella me sonríe con dulzura.

—Supongo que priorizar la felicidad de esa persona. Mientras esa persona es feliz tú lo serás—se encoge de hombros—cuando esa persona te hace sentir mucho y sientes que solo le pertenece a él. O por lo menos eso es un poco de todo lo que Sesshomaru me hace sentir con solo un beso—le sonrío—él es mi chico ideal—murmura como si fuese un secreto.

—Eso no lo dudo, hacen bonita pareja—mi celular vibra—vengo enseguida—ella asiente.

Me alejo y camino hasta un pequeño parque cerca del hospital, no puedo exponerme a que Sesshomaru capte cualquier cosa rara en mí. Saco mi celular y veo unos mensajes de Sango. Naraku ha actuado. Pensar que supuse eso casi me da risa, pero como sabía que él iba a atacar de primero supe jugar un plan. Dejarlo atacar y creer que gana, para luego mandarlo al infierno.

Apago la pantalla y lo devuelvo a donde estaba. Miro a mi alrededor, muchas personas están tranquilamente caminando, otras llorando. Es deprimente tener un parque cerca de un hospital, es una suerte que Inuyasha ya esté bien o ahora mismo este país no sería ni la pequeña cuarta parte de lo que es, yo me hubiese encargado de encontrar a Naraku y mandarlo yo mismo al país de los sueños, para que de allá lo envíen directamente al infierno.

Un suspiro se escapa de mis labios, siento el agotamiento de estos días, hemos tenido unos encargos que Naraku ha jodido, claro que no todos, aún así eso solo provoca que el trabajo aumente sin medidas. Siento movimiento a mi lado y giro un poco. Me encuentro con unos preciosos ojos observándome.

Guerra de pandillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora