XXIX. Debemos irnos

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Despierto sintiéndome cómodo con la mujer que tengo entre mis brazos. Ella duerme como si el mundo no ardiera en este momento, tranquila, cómoda, sin preocupaciones. Su cabello cae sobre su espalda y ella respira pausadamente. Sus largas pestañas unidas hacen que se vean mucho más abundantes. Hace una pequeña mueca y luego se relaja.

Su cuerpo va un poco descubierto por lo que la cubro correctamente, hoy el clima es frío y lo último que quiero es que Kagome se resfríe. Aun siendo muy pandillera, ella es un ser humano que se enferma. Cuando la tengo bien cubierta dejo un beso en su frente y ella sonríe aun durmiendo.

Esos pequeños gestos por su parte son tan dulces que no parece creíbles. Digo, Kagome es la mujer cuya boca existe en su 90% para maldecir y decir palabras sucias, pero también calientes. Ese 10% es lo que me hacen apreciar los pequeños momentos donde no parece un peligro, sino una chica hermosa simplemente descansando.

Me siento un poco triste ya que hoy tengo que volver a casa, eso significa volver a alejarme de ella. Quisiera que nos quedemos así, que el tiempo se pare y solo nosotros podamos disfrutar de esta calidez.

Acaricio su cabello de forma suave escuchando su respiración. Me gusta su aroma, la calidez de su cuerpo, lo bien que se ve junto al mío, Kagome tiene un sin fin de cualidades que la hacen única y eso simplemente me encanta. Es como si ella se moldeara justamente para mí. Algo extraño, pero perfecto.

Detengo mi mano y bajo la mirada del techo encontrándome con el color chocolate más vivo y energético del mundo. Ella me regala una de sus sonrisas genuinas y no puedo evitar sonreír. Bajo el rostro para darle un beso y ella se acurruca más a mi cuerpo.

—Buenos días belleza—ella acaricia mi pecho de manera distraída.

—Buenos días muñeco ¿cómo amaneces?—pregunto dándole un beso en la frente.

—Algo agotada—luego de hacerlo la primera vez, lo hicimos una segunda... Y una tercera también—pero no me quejo, disfruté bastante—me guiña un ojo y se incorpora en la cama importándole mierda su desnudez. Ella se estira y veo lo bonito que son sus pechos y como sus pezones se despiertan junto a ella.

—Bonitos pechos—murmuro y ella ríe.

—Ayer hablaste mucho con Kikyo, ¿ya se llevan bien?—pregunta bostezando—luego me respondes, quiero darme una ducha—como siempre hace, no me da tiempo a cuestionar, se encierra en el baño. Me levanto y me encargo de tender la cama, aun cuando Kagome tiene un personal que se encarga de eso, mi madre siempre me enseñó a limpiar las cosas que utilizo. Suspiro, me encargo de recoger las pertenencias de Kagome. Y me distraigo cuando tengo sus bragas en mis manos. Esas que ella, la muy descarada anoche se encargó de sacar de su cuero para darme una vista espectacular.

Escucho a Kagome tararear una canción y sonrío. Me gusta como llevamos las cosas los dos. Cuando termino la puerta se abre y sale ella con una toalla enredada en su cuerpo.

Yo ingreso al baño y me relajo con una ducha que me termina por despertar todas las neuronas. Cuando salgo Kagome lleva sus vaqueros, unas botas y una playera. Tiene su cabello recogido y va solo con un poco de labial. Me cambio mientras ella se burla de mi porque supuestamente solo me falta el traje para verme como su empleada de mano derecha. Esa que siempre está al asecho de que todo esté en orden con ella. Kagome puede tener sentido del humor.

—Kagome ya basta, me gusta limpiar lo que ensucio—ella me mira y levanta y baja las cejas.

—No recuerdo que me limpiaras anoche, más bien solo me ensuciaste más—río sin poder enviarlo. Es por cosas como estás que adoro a esta chica—¿me dirás lo que hablase con Kikyo?—pregunta con curiosidad.

—En realidad ella me contó su historia, la parte de tu historia que no te correspondía, ella me la dijo. Ahora puedo entenderla un poco más y me alegro de que tu tengas personas que te amen y sienta tanta lealtad hacia ti. Sin darte cuenta te has rodeado no de una pandilla, sino de una familia. Todos ellos te adoran Kag, incluso aun sabiendo el peligro que signifique amenazarme, se colocan bien sus ovarios y me amenazan con no lastimarte. Así de grande es el amor que te tienen—ella sonríe.

—Pensé que Kikyo te iba a mandar al demonio si le preguntabas algo de su pasado, ella puede ser un poco tosca—hace una mueca graciosa.

—De hecho, todas ellas me intimidan, bueno, todas menos Ayame, ella me ha mostrado un lado divertido de las cosas. Ella es muy alegre—Kagome asiente mirándome—por cierto, también me disculpé con ella por juzgarla—miro hacia otro lugar—o bueno, darle una advertencia que pareció más una amenaza—susurro.

—¿De qué hablas Inuyasha?—pregunta frunciendo el ceño.

—Bueno, ella estaba hablando con Naraku en su cumpleaños y...

—¡¿Qué diablos?!—el grito por parte de Kagome me sobresalta y me hace mirarla. Sus ojos son dos pozos de llamas que es mejor no molestar.

—Que ella hablaba con él por teléfono y...

—Eso ya lo entendí Inuyasha, ¿por qué diablos no me lo contaste antes?—pregunta tocando su frente y dando vueltas por la habitación como un gato enjaulado.

—No creí que fuese importante—respondo.

—¡Maldición Inuyasha!—grita de nuevo—¡es Naraku!—no, si no me lo dices ni me doy cuenta. Me dan ganas de decirle eso, pero supongo que la preocupación en su mirada me da a entender que las cosas son más serias—un enfermito traumado que me quiere ver muerta. ¿Qué fue lo que dijo?—es una suerte que mi cerebro no deseche todo rápidamente.

Si no me hubieses mentido, lo siento, sabes que no lo haré, ella me matará si sabe que seguimos en contacto. No puedo más ya, sabes que te amo, siempre serás el hombre de mi vida, pero mi lealtad recae en Kagome. Te amo Naraku, lo hago de corazón, pero esto no puede seguir así. Gracias por las felicitaciones, extrañé escucharte.

>> Eso fue lo que dijo Kikyo por la llamada Kagome. Luego le dejé en claro que no iba a permitir que te traicioné—ella respira hondo como si la noticia le hiciese mal.

Ella sale y comienza a gritar como loca. Todos aparecen en menos de 10 minutos. Muchas personas que ni idea de quiénes son y muchas otras que vi en la fiesta. Ella busca con la mirada y camina hasta Kikyo. Le dobla el rostro de una bofetada que deja a todos en shock, la misma Kikyo parece no reaccionar a que Kagome la haya golpeado.

—¡Te creí más lista Kikyo!—grita molesta—¡maldición, no sabes lo que has causado!—Kikyo aprieta sus manos en puños.

—Kagome, ¿qué demonios te pasa? Golpeaste a Kikyo—Sango aparece intersectando el camino de Kagome.

—Quiero que toda la mercancía salga de inmediato. Distribuyan en los escondites. Quiero una en cada coordenada. Necesito que todos desaparezcan de este lugar hoy mismo. Borren huellas y todo lo demás. No tenemos mucho tiempo—todos parecen muy confundidos—debemos irnos—dice.

—¿Qué?—pregunta Ayame—¿por qué lo haremos?—ella suspira.

—Kikyo habló con Naraku. Acaba de decirle que estoy viva. Conociéndolo ya debe saber nuestra ubicación. Le dimos tiempo de sobra para que se prepare y venga por nosotros—confundido me acerco.

—Ella nunca dijo que estás viva, Kagome—ella suspira.

—Ella me matará si sabe que estamos en contacto. Es un mensaje claro de que estoy viva. Nadie le teme a un muerto, ni tampoco a una desaparecida. Muevan el culo ahora mismo. Naraku piensa como yo, y si sigue haciéndolo, debe de venir en camino con su ejército de idiotas. Quiero verlos a todos en movimientos, y es ¡ya!—grita y todos comienzan a moverse.

—Kagome yo no...

Kikyo intenta acercarse.

—Lo siento Kikyo, no me gusta pegarte, pero en esta es algo que no puedo perdonar. No es solo mi vida la que está en juego si ellos nos atacan, los matarían a todos y a ti te llevaría para encerrarte. Lo sabes bien Kikyo. Ahora ve por lo tuyo, que debemos salir de aquí—ella asiente y desaparece. Kagome sube corriendo y a recoger y yo también lo hago.

—¿Todo bien?—pregunto y ella suspira.

—Espero espero—murmura sin detenerse a mirarme como siempre lo hace.

Guerra de pandillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora