Contención.

344 17 7
                                    

KATNISS. 

— ¡Estás loco! — exclamé en cuanto mis pies tocaron la opulenta moqueta de nuestra suite. 

Si es que se puede llamar así.

Minipalacio encajado en el interior de un hotel parecía más adecuado.

— Un poco, tal vez — reconoció.

Mis ojos siguieron con el recorrido aparentemente interminable de una zona del salón a la otra. A través de una puerta entreabierta, podía ver otra habitación que parecía una biblioteca. Daba la impresión de estar cubierta de paneles de madera y libros. 

Nuestra suite de luna de miel tenía biblioteca. Una jodida biblioteca.

— Con una cama habría bastado — musité, apartando la vista de los libros. 

Traté de contener las babas mientras pensaba en los tesoros que podría esconder aquella biblioteca. Él se rió por lo bajo cuando nuestros ojos se encontraron.

— Te dejaré indagar ahí dentro.. más tarde — puntualizó, y el azul claro de sus ojos se oscureció—. Mucho más tarde.

Mi estómago se sacudió por la expectación. Los libros, una bonita habitación de hotel y todos los detalles que flotaban erráticamente por mi mente de pronto desaparecieron, salvo por uno.. Peeta.

Ahora solo estaba él. Y todo mi ser deseaba fundirse en su calidez y su fuerza inamovible y no volver a solidificarse nunca. 

Peeta debió de notar el cambio en mi voz. En un momento me estaba sonriendo con gesto juguetón al otro lado de la habitación y al siguiente me tenía en sus brazos.

— Eres mi esposa, Katniss — declaró en voz baja con reverencia. 

Mi respiración se apaciguó mientras escuchaba cada una de aquellas bonitas palabras.

— La otra mitad de mi alma. El ángel que conseguí robar del cielo. — sus dedos se levantaron para apartar unos cabellos de mis ojos—. No pensé que pudiera amarte más, pero no dejas de demostrarme que me equivoco, cada día. 

No podía más. ¿Podía fallar el corazón de una mujer por un exceso deromanticismo? 

Porque, si me decía una palabra más, mi nuevo corazón iba a arder. 

Peeta era demasiado bueno. Aunque me pasara la vida haciendo buenas obras,seguiría sin ser del todo digna del amor que él creía que merecía. Él creía que yo erala mejor parte del todo que habíamos creado, pero estaba totalmente equivocado. 

Él era mi mejor mitad en todos los sentidos, y el hecho de que no se diera cuentasolo hacía que confirmarlo. 

Antes de que tuviera tiempo de decir nada más, lo acallé con un beso.. la clase debeso que habla como cien palabras y transmite un millar de emociones sin necesidadde decir nada. El beso hablaba de amor, compromiso y devoción sin sílabas nivocales. Los poemas y las estrofas eran innecesarios cuando dos bocas se movían launa sobre la otra en perfecta sincronía. Un soneto, o la balada más cautivadora nopodían superar la soberbia obra maestra que brotaba cuando sus labios tocaban losmíos. 

Nuestros labios no se separaron a pesar de que Peeta se inclinó y me tomó en brazospara llevarme al dormitorio. Me gustaría poder decir que el resto de la suite era bonitay estaba bien decorada, pero lo cierto es que no miré. 

Solo existía para Peeta y por esos increíbles ojos azules que me miraban. 

Me quité los zapatos mientras entrábamos en la habitación y enseguida reparé enlas velas. Al igual que la entrada, el dormitorio estaba lleno de velas diminutas queocupaban prácticamente cada superficie. Pétalos de rosas adornaban la habitación, yen algún lugar, un micrófono reproducía con volumen bajo nuestra canción. 

Seguir Viviendo (Evellark) Where stories live. Discover now