Capítulo 2 : ¡No nos entendemos!

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 Sus ojos perlas se fundieron en aquellos ojos cristalinos. ¿Qué hacía en su departamento? Fue la primera pregunta que vino a la mente del pelinegro, ni bien se percató de que estaban hipnotizados viéndose. Himawari hizo una mueca nerviosa y él apartó su rostro, rascó su nuca con la palma de su mano, sin comprender qué pasaba con exactitud. Al juzgar por el dolor de cabeza asumía que lo había encontrado tirado en el suelo y con una borrachera indescriptible. Soltó una bocanada de aire y trató serenarse.

—No era necesario que me trajeras—atajó nervioso—. No necesito de los cuidados de una mujerzuela....

Iba a entenderlo hasta que escuchó la palabra "mujerzuela". ¿Ella era una mujer fácil? ¿Eso pensaba sobre ella? Una vena se hinchó en su frente, estaba irritada y no recibiría una sonrisa de su parte, simplemente una mirada amenazadora. Kawaki parpadeó sorprendido por su repentina reacción. No esperaba esa mirada asesina. De pronto sintió que sus manos golpearon su abdomen perfecto y para su sorpresa, fue tumbado al suelo, cayendo de cola. Ahora sí que estaba nervioso. Trató de defenderse.

—¿Qué demonios...? ¿Por qué me empujaste?—le gritó.

—¡Me acabas de decir mujerzuela!—se cruzó de brazos con la mirada aterradora en su rostro—. Encima que me tomo la molestia de limpiar tu departamento, me juzgas.

—¿Limpiar...?—repitió sin comprender.

Se puso de pie y la la desafió, le llevaba dos cabezas y aún así no le intimidaba, esa fue una reacción extraña, pues la mayoría de las mujeres se asustaban. Ella no.

—No te pedí que limpiaras mi departamento y de hecho...—exasperó—. ¡Ni siquiera tuviste que traerme aquí! Podía regresar a mi departamento solo...

Himawari contuvo su ira en un puño cerrado. Hoy no era el día indicado para tratar con hombres. De eso se había dado cuenta recién. Respiró hondo y lo soltó nerviosa. Intentaría calmarse o de verdad lo mandaría a volar. No por nada era una de las más respetadas. Cuando se enojaba y perdía los estribos, podía mandar a alguien al hospital de un solo golpe. El no sería la excepción a la regla ni el primero.

—Al menos...—preguntó pausada—. ¿Te sientes mejor? Estabas con fiebre cuando te vi.

Ahora comprendía por qué estaba en su departamento. Lo había encontrado inconsciente debido a la fiebre y al estar borracho casi no recordaba lo que había pasado en las horas anteriores. Se tomó la sien avergonzado. Himawari caminó hasta la heladera y le sirvió un poco de agua, le ofreció una pastilla para la resaca y se sentó sobre el sofá. No pudo negarse ante semejante acto de generosidad. Solo resopló y tragó la pastilla de un trago. Podía hacer de cuenta que nada había pasado y regresar a su habitación, lo hubiera hecho, hasta que ambos escucharon crujir sus estómagos y se sonrojaron por lo mismo. Tenían hambre. Hasta parecía que estaban conectados. La peliazul lo miró apenada y segundos después estaban riéndose.

—Puedes quedarte a comer, prepararé algo—invitó.

—No, no quiero causarte problemas...

—De hecho yo te causé problemas el otro día. Tómalo como la devolución.

No era mala idea considerando que era pésimo cocinando y se alimentaba de ramen y comida chatarra. Soltó un leve suspiro y aceptó sin encontrar alternativa. ¿Cómo negarse? Le había ordenado su departamento y se ofrecía a cocinar. Bajó la mirada inexpresivo y se sentó en el sofá, mientras ella hurgaba en la heladera algunos alimentos. La contempló en silencio. Fue entonces donde comprobó que todavía tenía puesto el uniforme y ahora entendía que trabajaba en el ejército, lo cual le sorprendió, no pudo evitar comentar:

Siempre A Tu Lado  (KawaHima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora