Capítulo 15 : Estrategia

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El cielo se expandía en el horizonte. Su mirada estaba fija en la manera en que las nubes viajaban por el cielo anaranjado. Estaba amaneciendo y sus dudas se calaron en su interior. ¿No estaba cometiendo un error? Eso era lo que intentaba asegurarse. Por la mañana del día anterior, se había despedido de sus hijas, había pasado todo el día con ellas. Las había bañado, jugó con ellas, les dio mimos y aún así quería volver a verlas. No podía preocuparse por eso ahora. Su deber era servir al Estado y terminar con esa guerra cuanto antes. De esa forma le daría un mejor futuro a sus hijas. Lo merecían. Al igual que su hermano. Estaba seguro que Sarada regresaría y lo curaría. Algo en su interior se lo decía.

El beso cálido en sus mejillas la distrajo. Le sonrió débil y se dejó abrazar por su esposo. Se habían casado simbólicamente hace una semana. Lo hicieron a manera de promesa. Regresarían a Konoha sanos y salvos para criar a sus hijas. Esa fue la promesa que le hicieron a Irina y Fumiko. Ambas niñas los miraron enternecidas y confundidas por la situación. Fumiko lloró sin consuelo cuando fue entregada a sus abuelos. No quería despedirse de su madre. Quería estar en sus brazos. Estiró sus pequeños brazos y trató de regresar a su madre, pero no lo hizo porque Himawari besó su frente y le susurró:

—Nos vemos más tarde, Fumiko. Mamá debe cuidarlas—acarició sus cachetes—. Cuida a tu hermana Irina.

Con esa imagen en mente, se retiraron del refugio y ahora estaban viajando de regreso a la frontera. Allí los recibiría el Teniente General Obito Uchiha. Les diría en cuál escuadrón ubicarse y cómo reincorporarse. Su mente debía enfocarse en la guerra. Ya había pensado algunas estrategias que pronto se lo haría saber a su General. Se comunicaría con todos los que pudiera para dar a conocer su estrategia cuanto antes o la guerra acabaría en algunos meses. Entrelazó las manos con las de su esposo y le sonrió afligida, con sus ojos cristalinos determinados, dispuestos a cualquier precio con tal de ganar. Con tal de que la vida de sus hijas y de su hermano sea próspera. No permitiría que perdieran la guerra.

El Jeep se perdió en el camino de tierra hasta chocar con la frontera. Los carteles indicaban que estaban en zona de peligro y la guerra acampal ocurría a pocos kilómetros de allí. El epicentro era en Suna y desde allí se veía la humareda, el suelo vibraba y todo olía a pólvora. Ya estaban ingresando en el ambiente de guerra. Se sentía en cada poro de su piel. Sus cabellos se erizaron provocándole adrenalina en todo su cuerpo. Kawaki detuvo la camioneta y ambos bajaron. Unos hombres se acercaron. Eran de su equipo. Entre ellos estaba Obito. El sujeto que llevaba una enorme cicatriz en el rostro por causa de quemaduras de primer grado. Todo su rostro desfigurado, al menos, gran parte de el. Al acercarse estrecharon sus manos.

—Bienvenidos, Teniente Uzumaki y Kawaki—ambos asintieron saludando.

—Informame la situación General—pidió segura Himawari.

—No es tan difícil de saber si ha escuchado las noticias—empezó a hablar mientras avanzaban hacia los cuarteles de la frontera.

Debían ir a los comandos para avisar de su llegada y dar las primeras directivas. Himawari escuchó atenta. Antes de ingresar al cuartel, Obito les comentó el panorama general, el cual era un caos por todas partes, la mitad de sus soldados caídos; sin municiones, falta de estrategias para derribar al enemigo, el cual tenía mejores armas y hombres. Estaban acostumbrados a luchar cuerpo a cuerpo, incluso eran dominantes en el arte del espionaje avanzado, tenían todo para ganarles. Konoha estaba perdiendo la guerra. Ni contar de la cantidad de civiles muertos en el epicentro de la batalla. Las bombas tóxicas seguían afectando el perímetro. Y eso era notable.

Subieron al piso de arriba donde estaban todos los comandos. Desde ahí darían las indicaciones a los tenientes de la fuerza área. Himawari necesitaba hablar directamente con Mitsuki. El tendría que resolver ese asunto. Miró de reojo a su esposo. No tardó en darse cuenta que debía tomar posesión de su puesto y dar órdenes a sus inferiores. Atacarían desde las zonas descuidadas. Esa era la dichosa estrategia.

Siempre A Tu Lado  (KawaHima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora