Capítulo 18 : Nueva vida

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Otoño pasó en un abrir y cerrar de ojos. Cuando Konoha dio por sentada su retirada de la guerra y esta se dio por finalizada, todos los ciudadanos retornaron a sus hogares. Haber sido testigos de otra guerra dejó una marca imborrable en la mayoría de los habitantes. En especial quienes fueron a la guerra. El santuario de Himawari se encontraba en una esquina de la entrada al departamento donde vivía con sus hijas. Se había acostumbrado a sus llantos, a sus exigencias, a sus cambios de pañales; pero no a la ausencia de ella. De la madre de esas niñas. Aún no lograba congeniar con las pequeñas y eso le frustraba.

El teléfono lo despertó. Era una llamada entrante. La luz solar le pegó justo en la cara y entreabrió los ojos para darse cuenta que era una llamada de Naruto. ¿Era buena idea atenderla? Ellos le ayudaban con los pañales, la ropa y algunos detalles que a veces no entendía, no quería abusar de su buena predisposición. Sin embargo, hoy no quería hablar con nadie. El frio del invierno estaba matándolo. Estaban en Diciembre y pronto serían las fechas navideñas. Sería su primera navidad con las gemelas y sin ella. ¿Qué podía festejar? Aún deseaba sentir su aroma en su piel, sus manos, su voz, nada de todo eso estaba a su lado.

En el segundo intento de llamado, estiró su brazo y trató de alcanzar el móvil, no quería hacerlo. Se negaba a atender. El llanto de sus hijas le quitó las ganas de hacer algo productivo durante la mañana. ¿Qué hubiera hecho Himawari? Sujetó el teléfono y atendió con desgana:

—¿Sí?

>>¡Kawaki! ¡Al fin atiendes!—exclamó—. ¿Sabes? Mi hijo organizará una cena familiar para nochebuena. Y obviamente estás invitado. Así que te esperamos el veinticuatro en casa.

Kawaki revoloteó los ojos. ¿Reunirse con toda la familia? Diablos, eso no estaba en sus planes. La idea era encerrarse en ese departamento hasta que las niñas tengan suficiente edad para hablar. Masculló entre dientes. ¿Qué tipo de padre era? ¡Horrible! No era para nada saludable.

—De acuerdo, allí estaré—intentaría.

Al colgar se quedó en silencio. Volteó para realizar una mirada panorámica a la habitación. Era un desastre por completo. Todo lo relacionado a sus hijas estaba disperso por toda la casa, por poco y encontraba lo suyo, soltó un fuerte suspiro de resignación. AL final terminó en el mismo lugar donde Himawari lo encontró. Con una vida patas para arriba y para nada organizada. Su vida siempre fue un caos y creyó que Himawari lo había enderezado. Evidentemente no. Se sobó la sien tratando de pensar y acurrucó a Fumiko en sus brazos. Intentando hacerla callar, dándole la mamadera y cantándole una canción en su oído.

—Fumiko, vamos. Hazle caso a papá.

Fumiko siguió gimoteando, parecía que de alguna manera no le haría caso, así que la paseó por todo el departamento. Esquivó bolsas de pañales, de ropa sin lavar, de comida desechada. Suspiró. Estaba viviendo en una pocilga junto con sus hijas. Pues desde que ocurrió la guerra, Kawaki no visitó a nadie, solo salía para hacer compras o a veces pedía comida a domicilio. No quería tener relación con nadie y la familia de Himawari insistía en verlos. Incluyendo Boruto y su novia.

—Fumiko...—susurró su nombre y se detuvo en la cocina para preparar algo de leche. Necesitaba calmarla. Entonces el chillido de su otra hija se escuchó en la sala contigua—. Maldición. No se pongan de acuerdo justo ahora. Papá no puede con ambas—exasperó.

Puedo con esto solo. Recordó. Qué idiota había sido durante tanto tiempo. Creyendo que toda su vida podría independizarse y no estar en la costilla de nadie, porque así se sentía junto a Sasuke, así creyó que Himawari lo sentía cuando comenzó a hacerse cargo de cocinarle y mantenerle limpio su departamento. Había sido un desconsiderado con ella. Se había aprovechado todo el tiempo y ahora se arrepentía de haber sido tan frío con ella.

Siempre A Tu Lado  (KawaHima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora