No sabía por cuál cerveza decidirse cuando abrió la heladera del negocio, en realidad, su mente se dispersó al recordar la confesión de Himawari. ¿En serio le gustaba? No lo veía posible. ¿Hace cuánto se conocían? Unos meses. Desde que se mudó a ese horrible departamento que ya estaba harto de pagar deudas. Deudas que no dejaba de contraer y cada vez se hacían menos sostenibles. Soltó una fuerte bocanada de aire y agarró la primera lata que vio, una blanca con letras rojas, por las dudas agarró dos latas más y las llevó hasta el mostrador. Sacó su billetera y pagó justo las tres latas de cerveza.
Cuando se despidió del vendedor, la idea de responder aquella confesión lo dejó sin alternativa, debía dejarle en claro que no había nada entre ellos. Al menos así lo percibía el pelinegro, que desde un inicio no buscaba nada concreto con ella, más que compartir comidas. No quería asumir sus propios sentimientos porque había cosas más importantes que eso. Subió las escaleras en pequeños saltos y al llegar a su departamento se detuvo en seco, ¿debería pasar por el suyo? Decidió ignorarla porque no quería responderle en ese momento y porque ella estaba apresurando las cosas. Soltó un quejido y un mensaje lo desconcertó, vio su teléfono y era un mensaje de alguien conocido que decía:
>>¿Pudiste pagar el alquiler?
Puedo enviarte lo que falte.
Kawaki tomó aire para llenar sus pulmones y así expulsarlo de golpe. En vez de abrir la puerta de su departamento, golpeó la puerta de Himawari. Al haber tardado más de un minuto creyó que de verdad no quería saber nada con él e iba a rendirse, cuando la puerta se abrió y ella salió con una expresión molesta, disgustada. Miró las latas de cerveza y se apartó para dejarlo pasar. Sin pedir permiso ingresó al pasillo y enfiló hacia la sala para sentarse en el sofá. Dejó las latas sobre la mesa ratona y abrió las piernas para mirarla expectante. Ella buscó unos aperitivos y se sentó en el sofá el frente, todavía con el cejo fruncido y sin pronunciarle una sola palabra:
—¿Por qué estás enojada?
—No deberías preguntar—atajó con frialdad.
Kawaki sabía que no le dijo nada sobre él, no creía que fuera necesario, solo eran vecinos y compartían la cena y el almuerzo. El no era una persona abierta, era reservado y prefería mantener distancia, y ahora sabía que ella no era del tipo que prefería los hombres así. Ya tenía malas experiencias gracias a Inojin. El abrió una lata y luego la de Himawari, se la entregó y ella se la arrebató molesta, tragó de golpe varios tragos y expulsó aire jadeando. El pelinegro la observó en silencio hasta que dijo:
—No creo que te interese saber sobre mí. No soy tan interesante. Solo una persona normal.
—¿Cuál es tu apellido?
—No tengo apellido—mintió.
—¡¿Cómo puedo confiar en ti si no me dices quién eres?!
—Himawari, ¿Es una broma? Dejas que un extraño conviva en tu casa y hasta casi tuvimos sexo la otra...—una bofetada.
Se lo merecía. Porque había sido un grosero y mostró justo el lado que no quería que conociera. Su lado poco sensible hacia las mujeres. No veía a Himawari como una mujerzuela, ella era ruda y determinada, no se dejaba pisotear. Sin embargo, su sed no lo dejaba pensar con claridad, tampoco pretendía acostarse con ella de esa forma. No quería que lo malinterpretara. Solo era pésimo par relacionarse y algo impulsivo. Tocó sus mejillas rojas por el golpe y terminó de tomar la cerveza, la depositó sobre la mesa y bajó la mirada.
—Entonces, ¿qué quieres de mi?—preguntó en voz baja.
Unas pequeñas lágrimas se aglomeraron en sus pupilas y se deslizaron con cuidado sobre su rostro pálido, soltó un sollozo débil y secó sus lágrimas con el puño de su manga. Desvió la mirada hacia la ventana:
ESTÁS LEYENDO
Siempre A Tu Lado (KawaHima)
FanfictionHimawari se enamora de su vecino Kawaki. Está por ser ascendida a Teniente y tiene muchos pretendientes, sin embargo, prefiere seguir a ese chico que la vuelve loca, es descuidado y es difícil de domar. Lo que no sabe es que cuando dejen de verse...