Capítulo 9 : Por error

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Los rumores de que la guerra ya estaba pisándoles los talones eran noticia de todos los medios de comunicación. Los campamentos militares se estaban preparando para una posible guerra en cuestión de días o semanas. Todo dependía de las negociaciones de Konoha con Kumo. Sasuke sabía que sería complicado. Que todo estaba dicho, que el único desenlace era la guerra, no existían grises. Era una cosa u otra. Nada más. Cuando intercambió una rápida mirada con Obito, ambos entendieron que la guerra estallaría en cuanto regresaran a Konoha, para eso tendrían un período de unos días. Después enlistarían los escuadrones y los ubicarían en las coordenadas. Estaba todo decidido. Solo faltaba la última palabra.

Naruto estaba en la reunión con los gobernantes de Kumo, necesitaba llegar a un acuerdo y estaba seguro de que no pasaría, necesitaba la cura de la enfermedad de su hijo y encontrar la salida para otros. Solo pedía colaboración. Nada más que eso. Sin embargo, Kumo no pretendía negociar por un solo paciente, era el único que estaba infectado y no gastarían dinero solo por ser el hijo de un político importante. No valía la inversión. Una vez que se curara esas maquinarias dejarían de tener su utilidad. Por eso no querían negociar. El rubio no solo quería las maquinarias para sanar la infección de Boruto, quería que la medicina avanzara como era necesario, Kumo se quedaría apoderar de todo y no pretendían quedarse atrás.

Ya había pasado más de una hora y media que la reunión no acababa. Sasuke miró el reloj una y otra vez, ¿hasta cuándo estarían conversando? Empezaba a creer que no llegarían a ningún acuerdo y tendrían que pensar en un segundo plan. Miró a Obito, el pelinegro entendió lo mismo, escucharon las voces del otro lado. La reunión había finalizado. Al abrir la puerta, Naruto se estaba saludando con Darui, estrecharon sus manos en un saludo cordial y se despidieron. El rubio miró al General:

—Vámonos. No hay nada más.

En el camino le pidieron explicaciones. Naruto solo informó que al parecer las negociaciones no llegaron a ningún acuerdo y que se haría lo que habían decidido hace unas semanas: la guerra. Eso era lo que obtendrían. Los Uchiha se miraron asombrados. No podían creer que irían a la guerra por algo tecnológico. No era nada inusual. Solo que la primera guerra se había dado para terminar de dividir los territorios y ahora se luchaba para obtener poderío como potencia. Eso era más complejo de lo que imaginaron. El que perdería sería la colonia del ganador.

Mientras más veía a Himawari, más se preguntaba qué tipo de relación tenían, ¿hasta cuándo le daría vueltas al asunto? Su relación había sido una montaña rusa sin ningún puerto. Lo peor era que ninguno quería aceptar que había algo entre ellos y que no se trataba de que no funcionara, más bien de que no querer ver lo que era obvio. El único que sí lo notaba era el rubio, que no dejaba de enviarle miradas asesinas a su superior, ¿por qué el teniente podía estar con ella y no él? ¿Qué tenía Kawaki que no tuviera él? No lo entendía y moría de envidia.

Chouchou terminó de comer su aperitivo y miró a su compañero con un aire de aburrimiento, dejó escapar un suspiro de resignación y se inclinó hacia él, miró sus expresiones: cualquiera sabía que esos ojos eran de celos. Esbozó una sonrisa pícara:

—Creo que uno quiere comerse vivo al teniente Kawaki, eh.

—¡Gor...digo, Chouchou!—masculló irritado el Yamanaka—. No te metas en mis asuntos. Sabes muy bien que está prohibido...

—Esa regla te la inventaste—atajó la morena mientras arrojaba un envoltorio en el cesto más cercano—. Está clarito que no te crees que esos dos tienen algo. Y por desgracia sucedió fuera de los cuarteles, así que eres hombre muerto. Acéptalo.

Inojin pronunció unos balbuceos, ¿eran maldiciones? Posiblemente. Moría de rabia, de envidia, de celos, de todo. Todo se acumulaba en la boca de su estómago y quería propinarle un puñetazo. Golpeó ambos puños cerrados sobre la mesa y los vasos vibraron. Chouchou los sujetó antes de que cayeran junto con el agua que había adentro. Lo miró molesta. Debía aceptar que perdió su oportunidad, ¿qué le costaba? Hombres. Kawaki pasó trotando delante de ellos, por el arma que llevaba en sus hombros, parecía que iba a hacer puntería. Inojin se puso de pie con una sonrisa en sus labios. Chouchou comprendió que se le había ocurrido algo.

Siempre A Tu Lado  (KawaHima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora