Capítulo 7 : El protegido del General

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Desde que había roto con Kawaki a fines de Marzo, su mente se había enfocado en la guerra y los reclutamientos. Había sido trasladada a la frontera para liderar un pelotón de ciento cincuenta personas y obviamente tendría que estar avocada a eso y a nada más. Su familia sabía que la guerra se aproximaba y que pronto todo sería un caos. El inminente enfrentamiento era inevitable. La lluvia caía copiosa sobre las carpas del campamento. Estaba anotando algunas provisiones en un listado que se lo entregó a una de las cocineras.

—Esto es todo—dijo en una sonrisa Himawari y miró hacia el cielo.

Las lluvias veraniegas eran insoportables. Ya estaban en Julio y el calor los sofocaba, la humedad se impregnaba en la tierra mojada y al levantarse, hacia que el calor fuera el doble de insoportable. Soltó un fuerte suspiro, por algún motivo la lluvia le recordaba a Kawaki, ¿por qué? No tenía idea. Recordaba el día en que la recogió bajo la lluvia y que la llevó de regreso a su departamento. De solo tenerlo en su memoria le frustraba, sentía que no tenía sentido seguir pendiente de su regreso, ¿jamás se volverían a ver? Mejor perderlo que encontrarlo.

—En vez de mirar el agua, deberías estar tomando lista de las provisiones, teniente—dijo la voz gruesa del General.

Himawari dio un respingo del susto y giró su cuerpo hacia él, con una sonrisa nerviosa e incómoda.

—Lo siento, General Sasuke—fijó su mirada en el listado—. ¿No se suponía que el otro pelotón lo lideraría otra persona?

—Sí, bueno—dijo sacando unos papeles de una caja—. Esa persona que se hará responsable de ese pelotón llega recién hoy al campamento. Lo tuvieron que trasladar a Suna por asuntos internos.

—¿Y quién es?

—Digamos que es mi protegido—asumió. Buscó una caja de cigarrillo y encendió el fuego, expulsó aire y ella tosió con fuerza—. Uhm, lo siento si te molesta—se disculpó.

—Bueno, conocí a un hombre que no dejaba el cigarrillo ni por amenaza—suspiró—. Prefiero que sea alcohólico a que dañe sus pulmones.

Sasuke la miró de soslayo y continuó con lo suyo. Le dijo que llevara unos planos a la carpa número dos donde estaban los médicos. Himawari aceptó la orden y llevó los recados. Miró hacia arriba encontrando el momento exacto para atravesar las carpas y llegar al otro extremo del campamento. Fue inevitable mojarse. Al llegar a la carpa sintió sus ropas húmedas, hubiera preferido no mojar su cabello. Con el tiempo así, su cabello se erizaba y parecía que no se había peinado. Maldijo para sus adentros y sacudió sus cabellos. Soltó un fuerte resoplido mientras saludaba a los que estaban presentes. En su mayoría eran estudiantes del último año de medicina y algunos profesionales. Una chica de cabellos morados se acercó para recibir los planos:

—¿Qué es esto, teniente Uzumaki?—preguntó intrigada.

Himawari leyó su tarjeta y enseguida se percató que era la responsable de los médicos.

—¿Kakei...—siguió leyendo— Sumire?—ella asintió nerviosa—. De acuerdo. En estos planos están marcados los lugares donde dispondremos los campamentos y donde deberán quedarse para recibir a los heridos. ¿Entendió?

—Entendido.

Sumire guardó los planos en su respectivo lugar y los inspeccionó uno por uno para entenderlos. Himawari se retiró de la carpa. Otra vez tenía que correr de regreso a su lugar de trabajo. ¿Cuándo pararía la lluvia? Corrió lo más rápido que pudo hasta la carpa siguiente, todavía le quedaba una más, estaba en la zona de los francotiradores. Ahí estaban el escuadrón número diez. Saludó a algunos conocidos y estaba por retirarse, cuando se chocó con alguien corpulento, más alto que ella y el uniforme de Teniente igual que ella. El golpe fue tan fuerte que cayó de cola, no antes de que esa persona la sujetara de la cintura y la atrajera hacia su torso, ancho y varonil. La peliazul se sorprendió y un rubor tiñó sus mejillas, estaba por disculparse por su torpeza cuando sus ojos cristalinos se fundieron en esos ojos perlas.

Siempre A Tu Lado  (KawaHima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora