Ni bien se había enterado del nacimiento de sus hijas, Sasuke le permitió dejar sus posiciones para ayudar con la crianza, o eso se suponía que fuera la idea. Lo que no sabía Kawaki era que Himawari estaba buscando la manera de regresar al campo de batalla. Sabía que tenía que esperar un poco más para evitar problemas post-partos. El asunto era que Kawaki no se lo permitiría. Y con esa idea en mente, comenzaron su primera discusión antes de casarse.
Himawari ya había sido dada de alta y se encontraba en el refugio con Irina en brazos, dándole de mamar, mientras que Kawaki estaba en la cocina junto con Fumiko. Ambos estaban en silencio. Sin saber qué decir el uno del otro, estaban concentrados en sus bebés. Apenas y podían creer que ya habían nacido. La peliazul no dejaba de contemplar a su niña con ojos de ensoñación. No salía del asombro y estaba orgullosa de lo hermosa que eran.
El pelinegro volteó hacia ella y al ver la escena no pudo evitar sonreír, eran padres, ¿qué mejor que eso? No se creía que esa mujer lo estaba haciendo el hombre más feliz del mundo. Fumiko gimoteó en sus brazos y él lo acurrucó con amor. No sabía si lo hacía bien, solo intentaba lo mejor que podía. El sonido del teléfono los distrajo. Himawari iba a atender, pero lo hizo él, con un brazo sostenía a Fumiko y con la otra atendía la llamada:
>>Felicidades—anunció la voz gruesa de su superior, Sasuke.
—Oh, vaya. Gracias por el llamado—miró hacia Himawari para que se acercara, ella se levantó y se aproximó—. Nacieron sanas.
>>Me imagino que sí. ¿Está Himawari contigo?
—Sí, así es. ¿Quieres hablar con ella?—pronunció un monosílabo como respuesta y le entregó el teléfono a Himawari, ahora sujetaba a ambas niñas.
Himawari no podía dejar de sonreír. No había planeado ser madre y de hecho ni siquiera sabía si sería buena, pero toda esta idea la emocionaba de alguna manera. Sonrió de oreja a oreja y respondió:
—¿Qué ocurre?
>>Nada, solo quería felicitarte—respondió con tono seguro—. Me alegra saber que serás una excelente madre—ella agradeció—. Por cierto, imagino que Kawaki regresara en cuanto pueda al campamento militar, ¿verdad?
Lo dudaba. No quería que solo él fuera al campamento, ella también quería regresar, ¿la dejarían? Claro que no. Entonces, ¿para qué luchó tanto por ese puesto? Ella era la que tenía que estar al mando de la batalla, no su prometido o cualquier otro. Suspiró con desgana. Prefería hablarlo en privado y entre los tres, pero parecía que tendría que hacerlo antes de que fuera tarde. Habían planificado una boda improvisada antes de regresar a sus puestos, así al menos, decidieron al nacer las gemelas.
—Será después que nos casemos—explicó.
>>¿Se piensan casar?—se sorprendió.
—Sí, y también quiero regresar, General—asumió.
Sasuke carraspeó. ¿Hablaba en serio? Estaba loca de cabeza. No podía dejar a sus niñas solas en plena guerra. Debía quedarse. Eso pensaba el Uchiha. No podía asumir cargos tan importante corriendo el riesgo de morir en el intento. Obviamente sucedía con todos y creía que Himawari lo tenía presente, al parecer su terquedad no la dejaría pensar con claridad y de eso se dio cuenta el Uchiha en ese preciso momento. Esa mujer era determinada. No cabían dudas.
>>Será mejor que lo hables con tu familia, Teniente Himawari—concluyó y colgó.
Al colgar soltó un suspiro de resignación. No había mucho por hablar. Conocía a su familia y a su prometido, estarían en desacuerdo, no le permitirían que fuera a la guerra teniendo a las niñas. Alguien debía cuidarlas y no sería otra persona. La peliazul desistía de esa idea. Sus padres podrían ocuparse de cualquier forma. Su prometido la miró con una ceja levantada, ¿de qué habían conversado? Aunque se hacía una idea, temía que fuera un malentendido, porque si de verdad quería regresar a la guerra no iba a aceptarlo.
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Siempre A Tu Lado (KawaHima)
FanfictionHimawari se enamora de su vecino Kawaki. Está por ser ascendida a Teniente y tiene muchos pretendientes, sin embargo, prefiere seguir a ese chico que la vuelve loca, es descuidado y es difícil de domar. Lo que no sabe es que cuando dejen de verse...