Capitulo IX

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Terry se encogió de hombros antes de comenzar a hablar.

—El perdió el control, pero como acabo de decirle a Candy, él muy cobarde no tendrá oportunidad de volver a hacerlo.

Archie asintió con la cabeza, sus ojos reflejaban comprensión masculina.

—Lo visité hoy, y me informaron que estaba indispuesto...—Asumo que él tardará más en curarse que Candy...comentó Stair

—Terry, ¿Golpeaste a mi padre? — preguntó Candy preocupada.

Siendo demasiado compasiva, ella no comprendería la necesidad de su respuesta violenta con el comportamiento despreciable de su padre. —El no podía resistir la súplica en su voz o el ceño fruncido por la preocupación arruinando sus preciosas facciones.

—No, Hermosa.

Él no mentía, desde su punto de vista no había lastimado al Conde, unos golpes sólidos y una advertencia ruda, no constituían a una paliza, precisamente, ya que el hombre podría caminar pasado un tiempo.

—No lo entiendo. ¿Por qué te pegó? — preguntó Annie, quien junto a Patty se arrodillaron ante Candy.

—Es largo de contar y preferiría no entrar en detalles.

Annie, no parecía aceptar la respuesta y Archie preguntó:

—¿Tuvo que ver con el paseo por el parque con Karen Kleiss?

—Sí — respondió Candy  suspirando.

Patty pareció confundida.

—¿Quién es ella?

Terry se dio cuenta de que el interrogatorio no terminaría hasta que obtuvieran sus respuestas. —Por el bien de Candy, decidió dárselas él.

—Stair, Archie que sus esposas se sienten y yo lo explicaré todo.

Candy se giró para susurrarle al oído.

—No quiero hablar de eso ahora, Terry.

—Postergarlo no facilitará más las cosas — le respondió él en un susurro.

Ella dio un suspiro contrariado.

—Tienes razón. —Pero odio todo este escándalo.

Él se abstuvo de decir que se lo había buscado. —En cierta forma no pensaba que apreciaría el recordatorio. —los matrimonios Cornwall,  se sentaron en unas sillas. Terry dio una versión breve de los acontecimientos.

—Candy, escuchó unos rumores en el sentido de que mantenía a una amante. Ella no quiso creerlo, pero siendo la criatura curiosa que es, decidió hablar con la mujer en cuestión. —Su nombre es Karen Kleiss y ella es la madre de mi sobrina. —Candy decidió tener esa conversación en un carruaje abierto en Hyde Park. —Su padre y su madre los Condes de Aberdeen no aprobaron su curiosidad ni el modo en que ella la enfrentó.

Candy se pegó a él aliviada de que no divulgara los detalles embarazosos de su aventura.

— Oh, Candy. — dijo Patty.

—Querida sobrina, cuando uno es tolerante, se tiene una inclinación natural para enterarse de cosas, y debe usarse con prudencia. —Me temo, que es una habilidad que se desarrolla con la edad y eso falta a menudo en los jóvenes. —Tienes suerte de tener un prometido tan comprensivo — dijo la Tia Elroy palmeando el brazo de Candy en un intento obvio de suavizar la reprimenda.

—Supongo — refunfuñó Candy.

Terry tuvo la impresión de que su prometida no estaba de acuerdo con su tía.

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