Epilogo

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Terry fue el primero en despertar, sonrió al contemplar a la mujer que yacía a su lado, durmiendo plácidamente..—Con cuidado de no despertarla se removió de la cama y se dirigió al cuarto de baño, necesitaba ducharse, vestirse y ponerse al día.

Candy despertó al sentir como él se levantaba, pero no hizo ruido, antes bien cerró los ojos para fingir que dormía cuando él giro ligeramente el rostro para ver en dirección a la cama, al comprobar que su adorable mujer dormía Terry retomó su camino regalándole a Candy una hermosa visión de su parte trasera..—Candy se mordió el labio inferior, al contemplar el escultural cuerpo de su marido completamente desnudo.

Estaba cansada, si, —sentía que le dolían todos los huesos y cada centímetro de piel. Tanto placer le iba a robar la vida. —De hecho, ya le había robado el aliento y el sueño.

Esperó unos minutos y en cuanto escucho que el agua corría, se levantó tambaleándose y se dirigió hacía el cuarto de baño; abrió la puerta despacio, Terry no estaba en la tina, sino en la ducha que tenía una puerta de cristal la cual Terry había mandado a construir unos días antes; esta, no dejaba nada a la imaginación; encontró a su marido de espaldas a ella, frotándose el cabello con la espuma que el jabón había formado mientras el agua resbalaba sobre su cuerpo.

Esperó unos minutos y en cuanto escucho que el agua corría, se levantó tambaleándose y se dirigió hacía el cuarto de baño; abrió la puerta despacio, Terry no estaba en la tina, sino en la ducha que tenía una puerta de cristal la cual Terry había m...

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La boca se le quedó seca. —se fijó en cada detalle de su cuerpo, él era el hombre más perfecto que había sobre la faz de la tierra.

—Buenos días, esposo —susurró ella sintiendo que no estaba bien espiarlo de esa forma aún cuando era su marido.

Terry se giro y se empalmó solo de escuchar su voz..—una sonrisa ladina se dibujó en sus labios al ver la manera como ella lo veía.

—Voy a meterme en la ducha, quiero que me hagas el amor de nuevo —le dijo mientras ingresaba lentamente.

Terry sonrió. —Su pequeña Rebelde era insaciable, como él. —Se parecían más de lo que jamás hubiese imaginado.

Tan pronto como estuvo dentro, Terry la apresó del cuello y la besó con desesperación.

—Despacio —susurró ella, no voy a irme..le dijo repitiendo exactamente las misma palabras que él le dijo alguna vez..

—No puedes decirme que vas a entrar en la ducha para que te haga el amor de nuevo y pretender que, después de eso, mantenga la calma...le dijo sonriendo de medio lado.

Candy rio con ganas, no con las tímidas muecas que mostraba frente a la sociedad, sino una risa de verdad, que su marido atrapó en su boca complacido. —Era la primera vez que la escuchaba reír de esa manera, y le gustaba..— su risa cantarina, era como el canto de un ruiseñor para sus oídos.

Sus bocas se enredaron mientras sus cuerpos desnudos se alimentaban el uno al otro con roces y caricias.

Él la levantó y la penetró, la pared de azulejos fría en su espalda, las manos de ella acariciándole, sintiéndolo, dejando que entrase en su interior, demasiado profundo.

RebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora