Capitulo XIII

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Terry esperó en la oscuridad fuera de la casa de la señora Elroy, todavía no había amanecido, su carruaje cerrado estaba oculto en la otra esquina. —Algo en la manera en que Candy se había despedido después de su apasionado momento, le decía que algo iba mal con ella. —Le había dicho que lo amaba con dulce abandono, pero la alegría de placer físico saciado en su voz, había desaparecido.

A ella le debería haber agradado que su experimento fuera un éxito. —Le había probado fuera de toda duda, que su amor y pasión por ella era real. ¿Entonces, porque sus ojos habían mostrado una desesperación, que ella intentó ocultar cuando le dio las buenas noches?

Sus instintos le advirtieron, que ella pensaba huir.

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El coche de alquiler avanzó deteniéndose cerca de la casa de la señora Elroy. Cuando nadie bajó del vehículo, las sospechas de Terry aumentaron. —Las repetidas miradas del cochero a la calle, le dieron la razón.

—¿Está esperando a una señorita?

—¿Por qué quiere saberlo, joven?

—Por esto — dijo mostrando un billete entre el pulgar y el índice.

El cochero extendió la mano para tomar el billete, pero Terry lo movió hacia atrás.

—Primero, responda mis preguntas.

—Hágalo rápido, muchacho. —La señorita saldrá pronto.

—¿A quién espera?

—No sé, —quien me contrató dijo que necesitaba que fuera en secreto. —En mi opinión, probablemente escapa de un amante.

Terry ignoró las suposiciones del hombre. —El único amante que Candy quería era él, estaba seguro. —Su decisión no tenía nada que ver con la traición, y sí con el chantaje.

—¿Dónde tiene que llevarla?

—Tampoco lo sé. —Me contrató por una semana por un salario endiabladamente bueno, así que tampoco es que me importe.

Terry preguntó cuánto le iba a pagar Candy, y ofreció al hombre el doble, una oferta que el hombre no despreció. —El cochero tomó el dinero y desapareció. —El sonido de los cascos en la calle, aún no había desaparecido, cuando Terry vio dos bultos saliendo por un lado de la casa de la señora Elroy. —Aunque una capucha le cubría la cabeza, no tuvo duda de que era Candy acompañada de Dorothy.

Ambas cargaban maletas y un pequeño baúl. —Ella miró la calle de arriba abajo, entonces dijo algo a su criada en voz baja.

Aunque Terry no podía escuchar lo que decía, la respuesta de Dorothy llegó claramente a través del frio aire de la noche.

—La verdad milady, espero que no venga. —No sé qué espera con esta fuga.

Candy dijo algo que Terry no entendió, pero su agitación era evidente, él decidió entonces, que debía mostrar su presencia. —Alejándose de la sombra del edificio dijo:

—Si fuera un hombre desconfiado, pensaría que las acusaciones que hizo tu padre ayer, no eran mentiras.

Tras su regreso a Graham Manor, Candy había dormido mal, pasándose las noches preocupada e inquieta. —Además de exhausta, sentía una intensa perturbación emocional, y no estaba segura de que la voz que había escuchado fuera real, o una alucinación.

Había experimentado el sentimiento más abrumador de su vida en brazos de Terry, y la hacía dudar. —Sin embargo, no podía dejarse llevar por sus pensamientos, tenía que seguir su plan.

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