OyT - El comienzo. CAP 11

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Orgullo y tradición – El comienzo. CAP 11

La anatomía saiyajin era una maravilla de la biología, él estaba consciente de ello y lo enorgullecía profundamente. Sabía que pertenecía a una de las razas mejor dotadas para sobrevivir, adaptarse y reproducirse en condiciones inhóspitas para la mayoría de especies que habitaban el universo. Todo en él era perfección, esa era la visión que tenía de sí mismo desde pequeño, pues se lo habían inculcado desde el primer día en que dejó la incubadora en la que pasó sus primeros frágiles años de vida.

La biología lo beneficiaba, así que definitivamente su descendiente tendría un gran potencial, no podría ser de otra manera.

Sus brazos comenzaron a temblar, ya había perdido la cuenta de cuantas flexiones llevaba haciendo con la gravedad aumentada a 350. Una gota de sudor cayó al piso, extendiéndose hasta quedar completamente plana debido a la presión ejercida dentro de la nave.

"Creo que ya son suficientes" Se levantó, realizó unas cuantas patadas al aire para después apagar la gravedad.

Cerró y abrió sus puños sintiéndose conforme con el entrenamiento de ese día. En realidad tenía una semana rindiendo al máximo en sus entrenamientos, su energía renovada y buen humor se reflejaban en su desempeño diario.

-Es todo por hoy- se dijo mientras apagaba la energía general de la nave.

Salió y dirigió su vista hacia el piso donde se encontraban las habitaciones, la habitación de ella. Su cuerpo deseó volar hacia el balcón e irrumpir antes de la hora en que solía visitarla.

En esa semana había estado ahí en cuatro ocasiones, en las cuales solo la primera vez se quedó hasta el amanecer. Su cuerpo plenamente relajado y satisfecho se dio el lujo de reposar y cargar energías en la cama de la mujer, pero eso no de repetiría de nuevo.

El dormir junto a la hembra con la que se copulaba era algo completamente íntimo, durmiendo se mostraban vulnerables y en una raza guerrera eso era inamisible. Entre compañeros de misión, siempre había alguien que vigilaba el descanso de los demás y solían turnarse para poder descansar todos, aun así no dormían completamente, pues siempre debían estar en vigilia. Cuando se dormía con aquella persona con quien se copulaba, era porque esa hembra en cuestión era la compañera elegida para tener a su descendencia, a ambos les convenía la supervivencia del otro, por lo que se podían tomar el descanso sin el temor de ser apuñalados mientras dormían.

A pesar de que Bulma era la que él había elegido para tener a su descendiente, eso no era definitivo, por el momento era solo un experimento y lo más importante era que ella no portaba el brazalete que la identificaba como su compañera, ninguna hembra en todo el universo lo llevaría, esa era una tradición que solo se llevaba a cabo entre dos saiyajines de raza pura, pues mezclar la sangre era algo que ni siquiera se pensaba al pertenecer a una raza tan orgullosa. Cuidaban celosamente la pureza de su sangre, se sabía que inclusive se unían entre primos o en algunos casos entre hermanos, siempre y cuando el nivel de poder del otro fuera el factor definitivo para mejorar la raza, todo se resumía al poder.

Pero ya no existían las hembras de su raza como para unirse definitivamente a alguna, al menos le quedaba la posibilidad de continuar con su legado y con una hembra que poseía enormes similitudes físicas a las de él

Lo golpeó el recuerdo de aquel brazalete dorado que llevó la hembra saiyajin con mayor nivel de poder que llegó a conocer. El orgullo con el que lo portaba al caminar por los pasillos del palacio mientras los demás soldados la reverenciaban con respeto. Eran tan escasos esos recuerdos, pero tan claros que parecía que se le habían tatuado en su cerebro.

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