OyT - El comienzo. CAP 21

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Orgullo y tradición – El comienzo. CAP 21


La humedad en su traje de batalla comenzaba a evaporarse. Ya no tenía noción de cuánto tiempo llevaba en ese lugar, no quería regresar a la corporación, no en esas condiciones, derrotado. Humillado por dos mocosos, pedazos de chatarra.

Escuchó el sonido de la tela de sus guantes estirarse, debido a lo fuerte que apretó los puños, era lo único que se escuchaba a parte del viento. La calma reinaba en el valle, después de la impetuosa tormenta que reinó minutos atrás, llevándose con el agua, las lágrimas de vergüenza que brotaron de los ojos del guerrero. Sentía la misma humillación, de cuando tuvo aquel fatídico encuentro con el saiyajin de clase baja.

Tanto que se empeñó en alardear sobre su magnífico poder, en recordarles a los demás su superioridad, en insistir que con solo él, bastaba para derrotar a las chatarras. Sin embargo, basto una sola mujer, menuda y más joven, para barrer el suelo con su real sangre.

-Grrr...

Tenía tal coraje hacia los androides, hacia su maldito creador, que ni siquiera había reparado en pensar en el joven que llegó del futuro; su propio hijo. Su mente se encontraba nublada por el sentimiento de humillación. No se quedaría conforme, buscaría la manera de salir victorioso y limpiar su nombre. No sabía el por qué, pero desde que tenía noción, siempre estuvo al pendiente de lo que pensaban sobre él, del impacto que causaba en quienes lo conocían.

Posiblemente por su origen noble, apenas salió de la incubadora, comenzaron a entrenarlo para ser un líder en todos los aspectos. El hecho de haber nacido con el poder de pelea más alto, lo había condenado al escrudiño ajeno; el rey se había encargado de hacerle saber, que todos tenían grandes expectativas en él, que inclusive, lo veían como el futuro súper saiyajin, el que estaban esperando que resurgiera desde hacía decenas de años. Siempre tuvo los ojos de quienes lo rodeaban, puestos en él. Razón por la que cargaba siempre una coraza de orgullo, en la que se escudaba cuando se sentía vulnerable. Pero ahora, no tenía manera se ocultar su vergüenza, no quería presentarse ante los demás, no quería ser señalado.

-También está el mestizo- murmuró pensativo. No solo era la humillación de la que fue objeto por parte de la chatarra rubia, para aplicar más sal a la herida, la vulgar terrícola había tenido la osadía de presentarse con el mocoso. Sintió la sangre arder, de solo imaginar ser la burla de los insectos.

-Tsk... nunca imaginé que se le ocurriera ir, parecía genuinamente asustada- dijo a la nada, recordando el momento en que lo buscó para entregarle el nuevo traje reforzado. Tenía ojeras, signo de haber pasado mala noche, lo que le confirmó al asegurarle que tenía días desvelándose para terminar sus trajes nuevos, con una nueva aleación de materiales, que le brindaban mayor resistencia y flexibilidad a la armadura.

"Cuídate mucho"

Le dijo, visiblemente preocupada, posiblemente por el futuro de la tierra, porque entre ellos ya no había mayor relación que el de huésped y anfitrión. Aunque no estaba tonto, él sabía que lo hospedaba en su propiedad, le facilitaba comida y la cámara de gravedad, porque contaba con su poder para sobrevivir. En cuanto al crío, se había dado a la tarea de observarla en escasas ocasiones, mientras realizaba su patética versión de entrenar al mocoso, el cual no volvió a tener otra explosión de ki, como el de la noche que quiso eliminarlo, tampoco dio una sola señal de ser más que un bobo crío llorón.

Respiró llenando sus pulmones, apenas en ese momento recordó al joven misterioso. Todo había pasado con tal rapidez, que no tuvo tiempo de digerir el hecho de que ese joven, era el mismo crío debilucho que se cagaba en los ridículos atuendos, que la terrícola insistía en ponerle.

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