OyT - El comienzo. CAP 19

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Orgullo y tradición – El comienzo. CAP 19


La nave esférica aterrizó sin problemas en el espacio reservado para dicho fin. Al abrir la compuerta, vio que ya lo esperaba el doctor Briefs, de pie, a unos cuantos metros del área de aterrizaje.

-¿Qué tal tu viaje, muchacho?

El príncipe no contesto, se concentró en las energías presentes en la corporación, pero ninguna sobresalía.

El científico notó que el guerrero se encontraba concentrado, parecía buscar algo con su mente.

-¿Buscas a Bulma y a tu hijo?- Inquirió con tranquilidad, comenzando a encender un cigarrillo.

-¡¿Ya... ya nació?!- se le escapó la pregunta en forma de balbuceo, pero inmediatamente recobró la compostura habitual.

Los ojos del anciano se iluminaron detrás de sus lentes. -Desde hace mes y medio- dio una profunda calada a su cigarrillo, -se parece mucho a ti- agregó después de soltar el humo.

El pecho se le hinchó de orgullo al guerrero, literalmente se lo imaginó como él, después de todo, él mismo tenía más de su padre, que de la hembra que lo había parido.

-Mhp...- caminó pasando al lado del anciano, sin decir ni una sola palabra, no se rebajaría a demostrar su inquietud y prisa por conocerlo.

-Veo que tuviste algunos contratiempos en el trayecto- mencionó el doctor Briefs, observando un par de abolladuras cerca del techo de la nave.

-Nada de cuidado- fue todo lo que dijo antes de elevarse, dirigiéndose hacia el balcón de la mujer.

La gran puerta corrediza de vidrio, se encontraba abierta gracias al clima agradable en la ciudad, una cálida brisa soplaba, haciendo ondear las delgadas cortinas hacia adentro de la habitación. El príncipe respiró hondo y entró sin avisar, le bastaron solo unos cuantos pasos para tener frente a él, la primera visión de su primogénito. Envuelto en una delgada manta de algodón, entre los brazos de la científica, pegado a uno de sus generosos senos con una pequeña manita palpándolo, abriendo y cerrando los deditos en una inocente manía al comer.

La mujer se encontraba tan absorta, admirando lactar a su pequeña creación, que no escuchó las botas del guerrero caminar a paso lento hacia ella.

-Despacio bebé... despacio- susurró con cariño, teniendo como respuesta, que su hijo succionara con más ímpetu, lo que le sacó una gran sonrisa a la científica, seguido de un quejido bajo, por el dolor que le causaron las succiones bruscas del medio saiyajin.

De pronto, el pequeño detuvo los movimientos de su boca y abrió los ojos, fijó la mirada en su madre sin pestañear por algunos segundos, con el ceño profundamente arrugado, algo fuera de lo común, ya que solía alimentarse sin más pausas que cambiar de pecho, y apenas comenzaba con el segundo. Arrugó su naricita como si olfateara algo y giró la cabeza para observar eso que sus sentidos detectaban.

El príncipe de los saiyajines no se encontraba preparado para toparse con un par de ojos azules y una cabeza casi calva, adornada con escaso cabello color lila.

-¡Vegeta!- Exclamó Bulma, sin poder ocultar la emoción en su voz. Estaba tan orgullosa de su pequeña creación, como lo llamaba, lo encontraba perfecto en todos los sentidos, y al fin podría restregarle al petulante guerrero, el hermoso hijo que había engendrado gracias a ella. -Escuché la nave aterrizar, pero no pensé que entrarías por la ventana inmediatamente- se mordió los labios del nerviosismo, los meses sin tenerlo en frente le hicieron extrañarlo, aunque lo disimuló a la perfección durante las pocas video llamadas que tuvieron.

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