Capítulo 4: Amuleto.

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Aun no amanecía, debían de ser las cinco de la madrugada cuando me despertaron unos susurros que provenían del inmenso patio del internado, tire de mi cobija para luego levantarme e ir a ver que sucedía, al salir  me pregunté a mi misma ¿Cómo es que pude escuchar esa voz desconocida estando en el segundo piso y a considerables metros?

Caminé hasta el patio del internado, y cuando estube en la entrada del edificio pude ver a el chico de cabello negro, con expresión seria y susurrando mi nombre en medio de la neblina que lo rodeaba gracias a que el dia era frio, apenas lograba verlo bien pero sin duda era él. Seguí acercándome decidida a averiguar quien era y el por que lo estaba viendo constantemente. Sentí en el rostro la brisa que caía y un frío que me hizo temblar un poco, aún así, mis pasos eran firmes.

Cuando estube a dos metros de distancia del chico me detuve, pude notar sus ojos de un color negro penetrante, en realidad eran hipnotizantes y hermosos, trate de abrir la boca para preguntar sobre el por que de sus apariciones, tenía muchas preguntas más pero no pude decir nada pues en ese instante él extendió su mano hacia mi donde se encontraba un amuleto, con una gran gema color escarlata rodeada por dos dragones, se veía antiguo pero tenía un brillo casi segador que hacía que pareciera mágico...de pronto él habló.

— No sólo parece, es mágico —dijo con voz pacífica y sin expresión alguna.

— ¿Acaso leíste mi mente? —pregunto extrañada.

— No Aliad, pero supuse que era lo que pensabas.

— ¿Cómo es que sabes mi nombre?

— Te conozco desde que naciste princesa —el brillo en sus ojos era hermoso.

— ¿Y cómo es eso posible si yo he pasado toda mi vida en este lugar? Y jamás te había visto hasta hace un par de noches —expreso con incredulidad.

— Pronto encontrarás respuestas Aliad, ahora ponte este amuleto, te protegerá y te ayudará a comprender todo con el paso de los dias.

Con cierta intriga tome el amuleto que me ofreció y lo coloqué alrededor de mi cuello, al hacer esto; el brillo de el amuleto se hizo más fuerte por unos segundos, el chico al verlo abrió los ojos como platos sin decir nada. Yo estaba confundida, incluso más que al principio, no sabía el por que de todas estas situaciones extrañas. De pronto él habló, sacándome de mi trance.

— Muy bien Aliad, ya tienes tu amuleto, ahora debo irme antes de que alguien nos vea —se veía ansioso.

— ¡No espera! Tienes que decirme por que me das esto y como es que me ayudará con todas las dudas que tengo, por favor —mi tono era desesperado.

— Es facil princesa, para aclarar todas tus dudas sostén el amuleto entre tus manos y susurra lo que desees saber así este te mostrará lo que tu corazón ha necesitado saber todos estos años. Ahora debo irme —dice apresurado.

— ¿Cuál es tu nombre? ¿Te volveré a ver? —Hago mis dos últimas preguntas antes de que el chico se marche.

— Mi nombre es Caleb Oglamar y si, creo que de ahora en adelante nos veremos constantemente. Hasta mañana en la noche princesa Aliad —se despide con una pizca de comprensión en su mirada.

Dicho esto se esfumó dejando en su lugar estelas de luz azúl. Yo me quedé sola a medio patio, estaba paralizada hasta que de pronto sentí gotas caer en mi rostro, empezó a llover muy fuerte así que me metí corriendo para no mojarme más. Cuando llegue al dormitorio pude ver que Emily aún dormía, aún faltaba tiempo para que las clases iniciarán, aún así me metí a la ducha para comenzar a ordenar un poco aunque sea sólo para distraerme, después de un rato ví como despertaba mi mejor amiga para apurarse e ir nuevamente a clases, las últimas para mi puesto que como bien dijo Caleb mañana al caer la noche me iría de aquí, pero, ¿Cómo lo sabía? En fin, Emily y yo nos apresuramos, ambas en silencio, pues yo pensaba en como es que ese amuleto me ayudaría con mis dudas. Emily se dio cuenta de que lo tenía colgado en el cuello pero no pregunto nada, supongo que lo relacionó con lo que le había contado la noche anterior y al ver mi cara pensativa debió creer que necesitaba tiempo a solas con todos mis pensamientos acumulados.

ALIAD Y EL IMPERIO DE OGRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora