01 || Band-aids

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[♀)

Un mes. Faltaba tan solo un mes para salir de esta prisión y salir de vacaciones. Preciadas vacaciones de diciembre.

El día de hoy estaba horrible. El cielo estaba cubierto por espesas nubes de un color gris bastante potente y amenazaban con desatar una lluvia en cualquier momento. Además, era la temporada en el que el viento estaba helado y corría con mucha fuerza. Era de esperarse que la mitad del salón ya hubiera pescado un resfriado o una gripe.

- Oye, ¿qué dice allí? -me cuestionó MinJi- Ya no sé si es clase de lógica o de jeroglíficos -bufó.

- Me encantaría ayudarte, pero me encuentro en la misma situación -respondí ganándome una mirada de decepción de su parte- . Al menos ya somos dos - la animé.

Y como por arte de magia, la campana chirrió dando por finalizada la clase. Todos soltamos un gran suspiro al mismo tiempo.

- Continuaremos la próxima semana. Bonita semana, chicos -se despidió la maestra.

Terminé de apuntar y guardé debajo de la butaca el cuaderno.

- ¡Al fin! Tan solo dos clases más y nos largamos de aquí -dijo MinJi.

- No quiero ir a educación física -me quejé mientras me acurrucaba en mi afelpada bufanda azul marino.

- ¿¡Nos toca educación física!? -preguntó Natsu mientras se espavilaba después de haberse quedado dormida a media clase.

Asentí y la susodicha hizo un mohín para después quitarse los largos cabellos negros que se le pegaron a la cara durante la siesta.

El salón estaba casi vacío. Los demás ya habían salido a cambiarse para la clase. Y como siempre, mientras Natsu y MinJi se les pegaba la gana de ir a clase, yo tomaba mi mochila roja que tenía mi uniforme de deportes y me escondía debajo del alféizar de la ventana al lado de la puerta tan solo mostrando mis ojos para poder verlo cuando regresaba de su clase de educación física.

¡Hay viene! Tranquilízate, Dae. Respira.

- ¿¡Qué tanto miras!? -juró que iba a matar a ese par de escandalosas.

Me sobresalté y me tropecé con una de las mochilas de mis compañeros haciéndome dar un par de pasos torpes hasta caer al suelo boca abajo.

- Auch... -musité mientras sobaba mi barbilla que había chocado contra el suelo.

Pero tu discreta sonrisa hizo que olvidara el dolor.

Ví tus vans negras. Estabas de cuclillas frente a mí con esa sonrisa que solo tú podías hacer para que todo a mi alrededor pareciera ser más brillante y colorido de alguna manera.

- Lo siento -dijo mientras me tendía una de sus manos. Al parecer se disculpaba por sonreír ante mi caída. Pero lo que no sabía es que me estaba haciendo la persona más feliz del mundo mundial.

Podría asegurar que mi cara ya parecía un tomate.

Me quedé un rato embobada vacilando entre su mano y su angelical sonrisa hasta que me dí cuenta que me había ofrecido su ayuda.

Que patética, DaeRim.

Acerqué mi mano a la suya lentamente en un intento fallido de controlar mis nervios para que mi mano no temblara.

Lovely Defects; ljn • nctDonde viven las historias. Descúbrelo ahora