¡Victoria! |Saint Seiya|

XII. Misión

Orden
Del latín ordo, ordinis, designaba inicialmente el 'orden de los hilos en la trama', de la misma familia que urdire 'urdir' y ornare 'adornar'. A la misma familia etimológica latina pertenecen coordinar, extraordinario, ordeñar, ordinal, ordinario y subordinar .

Pov's Helena

Caminaba por la cámara de Athena con mi báculo en la mano, sentía cada paso firme y decido. Me introduje entre varios pasillos hasta llegar a una pequeña habitación, tan simple y en las penumbras que erizará mi piel.

-Señorita Nike, nosotros queremos entregarle nuestra lealtad.

Esa voz, era de Albafica, quien se encontraba arrodillado con su vista hacia el suelo haciendo que su cabello acua cubriera su rostro.

-Así es, no importa que tengamos título de caballeros de Athena. Nuestros corazones la seguirán a todas partes.

Un segundo caballero habló, este tenía el cabello azul marino muy parecido al de Saga.

-Por primera vez estoy de acuerdo con Aspros, señorita Nike, queremos protegerla incluso si va encontra del Santuario y Athena.-El caballero de cabellos verdosos con lentillas hablo dandome la cara muy similar a Camus. Sus facciones lo hacían lucir intelectual pero ese semblante tan frívolo le daba aires de extrema seriedad y convicción.

-Por eso mismo, nosotros le suplicamos que nos deje estar a su lado.-Reconocía esa, voz. Era Sisifo.-Yo, quiero dar mi lealtad a usted. Por eso, nosotros cuatro queremos ser su élite personal.

-Me sorprendes, Sísifo. Tu quien te muestra más devoto a mi querida Athena. ¿Están seguros de lo que están haciendo? Siendo caballeros de Athena jurarle lealtad a otra deidad es ... traición.

Los cuatro santos tenían un semblante serio, habían levantado su vista hacia mí.

-La guerra santa está por comenzar y lo único que nos preocupa es su bienestar.

-En ese caso.-Levanté mi báculo y lo incliné hacia ellos.-Desde ahora son caballeros de Nike, acepto sus vidas a mi servicio.

Una luz cobriza tiñó las armaduras   los cuatro santos dándoles un color diferente, uno más oscuro, un gravado se escribió en sus brazos. Era mi nombre en letras griegas que poco a poco desaparecieron.

-No dejaré que mueran en esta guerra.

Después de eso todo se tiñó de negro. Ya no era aquella  mujer rubia, ahora me podía reflejar en el agua cristalina que pisaba.

-Debo decir que siempre fuiste mala para cumplir tus promesas.

Me giró ante aquella voz tan aterciopelada. No veo a nadie lo que me hace entrar en pánico.

-Lastima, ninguno sobrevivió.

Miro mis pies y hay sangre, su humedad en mis pues me hace querer vomitar. Doy unos pasos hacia atrás hasta que mi pie toca algo.