Capítulo XXII

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Ema

Todo surgió normal después de que se fuera la luz, lleve la mochila al carro la guardé en una caja que tengo debajo del asiento trasero del carro.
Serré el carro con seguro y volví a la fiesta.

Me acerque a la barra y pedí un whisky. —No deberías tomar. –escuché una voz conocida a mi espalda.

—Que onda Christopher. –saludé, el me miro mal. —Hola Bia.

—Esa no es manera de hablarle al señor. –dice Bia.

—O disculpe usted, Hola señor Thirlwall. –le sonrio falsamente y me le doy un trago al vaso de whisky.

—Necesito hablar contigo en privado. —dice el señor Thirlwall mirándome serio.

—¿De? –pregunté mirándolo extrañada.

—Te espero en mi casa en dos días, Bia te avisa la hora. –me dice sin quitar su cara toda sería.

—Bien.–es lo único que sale de mi boca.

—No te quiero ver tomando. –solo ruedo los ojos.

El se fue y junto a el Bia, dejándome nuevamente sola, aunque literal no ya que esto está lleno de gente.

Tomó el vaso de cristal en mis manos y me paro para caminar hacia el jardín, el jardín no está tan lleno de gente como la casa me siento en una de las bancas y me pongo a observar lo lindo que esta el jardín.

—Hermosa.–susurran mi oído derecho haciendo que yo me sobre salte.

—Estúpido.–digo al quien fue el idiota que me asustó.

—No quería asustaste presiosa. –dice mirándome de arriba a bajo.

—Si las miradas mataran la tuya me hizo el amor. –dije riendo.

—Ya me conoces. –sonríe.—Estas más hermosa.

—Y tu estas más idiota. –le digo sonriendo igual.

—Sigues siendo la misma Ema de siempre pero más hermosa y mejorada. –lo miré mal.

—Y tu sigues siendo el mismo Alan de siempre pero.. –calle un momento pensando y mirándolo bien. —Pero más... Más inbesil y alto.

—Ja,ja,ja Buen chiste. –dice con sarcasmo.

—Hace falta el sarcasmo.–me tomo todo el líquido que queda en el vaso de cristal que tengo en mano.

—Nunca ví una nena beber whisky haci. –comenta y lo miro mál.

—Sabes en ves de estar molestandome mejor ve y búscame otro vaso de whisky. –digo pasándole el vaso.

—Claro mi lady. –toma el vaso y se para dando la vuelta pa irse.

—Alan.–lo llamó y voltea. —Cuidado con echarle alguno de esos polvitos con lo que te gusta jugar mucho. Que te conosco. –el ríe y se va.

Cerré los ojos un segundo y sentí como alguien se sentó a mi lado. Abri los ojos y mire a mi lado. —¿Andrew? –digo sorprendida de verlo aquí.

—No, es mi fantasma. –dice sarcástico.

—Estúpido.–le doy levemente en el hombro, el solo rio.—¿Como entraste?

—Por la puerta. –lo miro mal.

—Ni modo que halla sido por la ventana. –hago un ademán. —Me refiero que como hiciste para entrar de manera como invitado. –trato de explicarme.

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