18 de Junio del 2018, 7:35 am
Nunca fui buena escondiendo secretos, tampoco fui buena peleando, ni mucho menos en discutir; siempre fui la típica hija que cualquier padre quisiera, callada, obediente, buena estudiante, pero nada de eso vasto para tener lo que siempre quise, tengo mis defectos como toda persona pero no creo que por éso no me dieran lo que más deseé en el mundo.
Desde muy pequeña mis padres querían que tenga una gran variedad de habilidades, desde todo tipo de bailes hasta todo tipo de artes marciales, por cada actividad en la que era inscrita mi padre mandaba a construir una habitación, totalmente equipada.
En total son seis habitaciones, las cuales son la de música, que tiene todo tipo de instrumentos, la de lenguas, cuenta con una gran colección de libros muy conocidos y en diferentes idiomas, el gimnasio, cuenta con una gran variedad de máquinas último modelo para ejercitar, la de baile, esta tiene un equipo de música y sus paredes están compuestas con enormes espejos, la piscina y por último la de arte, esta tiene un sinfín de materiales para realizar todo tipo de obras y manualidades, tiene todo tipo de pinceles y pinturas, desde una gran variedad de acrílico hasta acuarelas; me gusta dibujar y pintar y es por eso que ahora me encuentro en la habitación de arte .
-Sin duda es una de las mejores obras que vi en toda mi vida- comenta Sara
-Sara es solo un conejo, ademas siempre me decías lo mismo cuando tenía seis años y dibujaba con palitos- le digo cruzada de brazos
-No por eso dejaba de ser hermoso, tengo cada uno de los dibujos que me diste- dice con una sonrisa
-Gracias, por todo, eres un angel-
-Deja los halagos y dime que es lo que pasa - dice tomando asiento junto a mi
-¿Como sabes que pasa algo?- le preguntó
-Te conozco como si fueras mi hija, se cuando te pasa algo, dime que es eso que te tiene mal- pide al tiempo que me toma de las manos
- Bueno yo... - no pude seguir hablando porque la emoción me ganó y llore, llore como nunca antes, en los brazos de Sara.
Cuando me calme le conté todo, cada sentimiento, cada acción, todas las decisiones que tomé, le conté todo con detalles.
Con cada palabra ella lloraba junto conmigo, preguntando porque, no obtuvo respuestas de mi parte, pero con el paso de los minutos, en los que le explicaba todo dejó de preguntar.
Sabía que ella me apoyaría en todo, que me cubriría y sobre todo me cuidaria como si de una hija tratase.
Cuándo la sentí más tranquila y estaba apuntó de hablar se escuchó el característico sonido de mi celular.
Mi madre en pleno llanto le hacía prometer a Sara que cuidaría de mí cueste lo que cueste. Sara acompañando el llanto de mi madre le daba su palabra de estar siempre a mi lado hasta su llegada e incluso aún permanece a mi lado.
No tenía palabras para describir lo que estaba sintiendo en ese momento, escuchar a las dos mujeres que más amo en está vidi llorar me partía el alma, me sentía culpable pues gracias a mis decisiones es que las estaba escuchando consolarse la una a la otra.
Intenté no llorar, intenté fingir ser fuerte, ser el pilar que las sostiene pero no pude, me dejé caer, llore como si no existiera un mañana.
No podía hacer mucho, Sara y mamá lloraba por mi y yo lloraba por ellas, no las queria dejar, pero esta es mi realidad, no podían hacer nada por mi ni siquiera yo podía hacer algo por mi misma.
¿Si yo no puedo hacer algo por y para mi cómo es que alguien más podría?
ESTÁS LEYENDO
El último adiós
RomantizmEmilie despues de cinco años decide revelar su más grande y mejor guardado secreto, tomando esta decisión luego de enterarse que la cuenta regresiva comenzó y el tiempo corre. cada segundo cuenta