Exploradores
(****)
"No puedo cambiar mis prioridades.
Pero tampoco mis pensamientos
Y ya ni hablemos de sentimientos"
Ella y Suru se voltearon hacía mí antes de poder escuchar algo más.
Afortunadamente esta vez fui más inteligente antes de ir por el mundo como un espía. Salí al baño y cuando escuché de nuevo voces en la cocina decidí cerrar la puerta del baño dos veces para que pensaran que era la de mi cuarto y esa la dejé abierta abierta. Luego de mi incursión al tenebroso pasillo de la cocina, la del cuarto la cerraría muy lentamente. Y, por otro lado, bajé mi chakra a cero para que no pudieran detectarme e hice un jutsu que no requiere mucho chakra, pero sí mucha concentración.
El jutsu me otorgó invisibilidad por algunos minutos en los que escuché que hablaban de los asesinatos y las extrañas marcas en los cuerpos de las mujeres. Al final, Usui había terminado revisando todos los cuerpos nuevamente desde cero y había encontrado muchos fallos en la autopsia original. Mentiría si dijera que no me asusté cuando estaba hablando con este tipo, Nazura Yengo; el patólogo, y la vi llegar echando humo por las orejas y mirarme muy mal. Sin embargo, no solo se trataba de que sus ojos se habían vuelto mucho más oscuros a tal punto en el que ya no reconocías si eran cafés o negros, tampoco la forma en la que arrugaba los anteriores resultados, sino la forma en la que caminaba y la siniestra forma en la que regañó y luego casi amenazó al pobre chico, quien siendo a simple vista mucho más alto y fuerte que ella, estaba prácticamente aguantando las lágrimas por todas las palabras que ella le dijo. No utilizó palabras ofensivas ni cosas como "eres un inútil bueno para nada", pero sí muchos otros tipos de frases hasta que incluso tuve que intervenir porque creí que fue suficiente. Y después de eso, la frialdad en sus ojos y la forma en la que decía cada palabra, con desprecio y, sobre todo, con decepción. Ciertamente, el chico había cometido un error catastrófico, pues al parecer ella no quería involucrarse mucho en los asuntos de medicina legal y él se había ofrecido a ayudarle, aun cuando ella parecía no confiar en él. O al menos eso fue lo que entendí de todas sus palabras.
Y el resto de personas a nuestro alrededor ni siquiera voltearon a vernos, cada uno seguía con los suyo y si alguno se atrevía a mirarla a ella o al desafortunado chico, ella los mandaría a volar de un grito, cosa que ni siquiera utilizó con él.
Y luego, tan repentinamente como apareció, se fue.
Horas más tarde le pregunté a una enfermera si eso era algo común y me dijo que no. Al parecer muy pocas veces habían visto a la jefa del hospital así de enojada y sabían perfectamente que no debían meterse en el regaño, porque generalmente no lo hacía. Dijo que solo una vez, hace poco más de un año, la habían visto histérica y casi al borde de la locura, pero que sus queridos amigos habían llegado a detenerla antes de que se le lance a golpes a una pobre chica que, ciertamente, al parecer también había cometido algo imperdonable. Había matado a un paciente por venganza y luego había cambiado los resultados de las autopsias y, como cereza del pastel, al final había terminado aceptando que todo lo hizo por venganza y que, de hecho, no era la primera vez que lo hacía, niños, jóvenes y ancianos habían muerto a manos de esta chica a la que, naturalmente, encerraron y luego diagnosticaron con trastorno de personalidad múltiple. Y Usui, al parecer, estuvo a punto de mandarla al mismo lugar al que ella había mandado a sus víctimas.
Me dijo que esa vez tuvieron que llevársela y noquearla, luego de unas horas aparecieron pidiendo unos calmantes y desaparecieron todos, por una semana. Y al final regresaron como si nada hubiera pasado. La doctora Hiruda Usui siguió haciendo su trabajo y no se habló del caso. Incluso me dijo que también iba a golpear a unos chicos que querían defenderla a ella misma. Me contó que estaba fuera de sí.
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Տ ᗴ ᑕ ᖇ ᗴ T Տ • ᕼ K.
Фанфик𝐿𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑢𝑒𝑙𝑒 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑎𝑠 𝑜 𝑛𝑜, 𝑦 𝑡𝑎𝑟𝑑𝑒 𝑜 𝑡𝑒𝑚𝑝𝑟𝑎𝑛𝑜, 𝑦 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑠𝑒𝑛 𝑎𝑛̃𝑜𝑠, 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑎𝑙𝑖𝑟 𝑎 𝑙𝑎 𝑙𝑢𝑧. «𝙲𝚞𝚎́𝚗𝚝𝚊𝚖𝚎 𝚝𝚘𝚍𝚘𝚜 𝚝𝚞𝚜...