05| Comienza el calvario.

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Comienza el calvario.





(****)

Su vista pasaba rápido por todos los documentos que sus compañeros le habían entregado, los cuales hablaban de los posibles sospechosos y algunos datos de la aldea que le servirían para su investigación.

Mentiría si dijera que se sentía en su territorio, en el dominio de lo que estaba haciendo.

Desde hace dos días le dolía la cabeza, pensando una y otra vez en donde había visto a aquella chica de la que no podía olvidarse, porque se preguntaba una y otra vez qué era lo que ella le causaba.

Los papeles frente a Kakashi eran simples letras sin sentido comparados con sus pensamientos.

No cabía espacio para dudas, un ninja de tan alto nivel no podía perderse en los ojos de una chica solo porque estos le parecían conocidos. ¡Hay miles de ojos iguales, cafés, cambiantes, brillantes!

Y; sin embargo, no se olvidaba de lo especial que ella lo había mirado, de su sonrisa, de sus palabras. Todo lo que no se podía borrar de ella estaba tan presente como si la tuviera frente a sí mismo en ese preciso instante.

¿Qué significaban esas palabras?

Había revisado el libro bingo por si alguno de ellos estaba allí, pero falló en el intento. No encontró a ninguna Hiruda Usui, y aunque suene estúpido, tampoco encontró sus ojos entre miles de pares cafés. No cabía duda, sus ojos eran especiales.

¿Pero que la hacía tan especial?, el ser la única allí que parecía estar en pleno uso de sus facultades, o el ser amable y parecer tan indefensa, o incluso el parecer un conejito asustado que está de juguete en la boca del lobo, temiendo día a día por su vida incierta y pasando las noches en vela al no saber si al siguiente día el lobo la va a comer o seguirá atormentándola mientras juega con ella, alargando su sufrimiento.

Porque Erikku parecía un auténtico dictador que tenía a sus aldeanos engañados y a sus subordinados amenazados. ¿Entonces qué podía pensar de aquella chica?, ¿qué la había llevado a preguntarle si los recordaba?

¿Qué es lo que podía esperar de aquellas palabras?

Todo se hacía más extraño mientras pasaban los minutos y él seguía buscando y buscando repuestas sin encontrarlas. Tenía miedo. Por primera vez en mucho tiempo volvía a tener miedo.

¿Y acosta de qué o quién? ¿qué era lo que le causaba este miedo?

¡¿Qué, maldita sea?!, ¡¿Qué?!

Se estaba desesperando poco a poco y estaba perdiendo la cordura.

No sabía qué hacer y, aunque afortunadamente habían bajado las tazas alarmantes de homicidio al llegar ellos allí, las cosas seguían poniéndose feas poco a poco. No sabía que es lo que se supone que debería decir o hacer respecto a eso.

Decidió concentrarse en las hojas frente a él de una vez por todas e intentar dejar de pensar en ella con tanta insistencia.

Todas las víctimas habían sido mujeres entre los 15 y 35 años, la mayoría con síntomas de inanición antes de la muerte y absolutamente todas con antecedentes de violación dos o tres horas antes de la muerte y con causas de muerte comunes pero heridas nada convencionales.

¡¿Cómo que uno de los cuerpos —varios de hecho— tenían los ojos salidos de sus cuencas?!

Eso le daba algunas pistas. A menos de que el asesino fuera un maldito psicópata y enfermo sexual que podía violar a dos o tres mujeres al día y luego matarlas, además de ir a secuestras a otras tres para una semana después matarlas, y hacer esto día a día, había una banda delinquiendo en aquella aldea.

Տ ᗴ ᑕ ᖇ ᗴ T Տ • ᕼ K.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora