Capítulo siete.

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—Procura no hacer movimientos bruscos, la herida tiene su profundidad, más si se habla de esta zona —me habló el hombre con bata, quien me observaba fijamente.

Asentí sin rechistar, y tomé la sudadera que estaba tirada en la silla aterciopelada beige. Había mucho silencio. Era como si nada hubiera pasado aquí. La estantería ya no estaba, y los vidrios habían desaparecido. Tenía una nueva incomodidad, sí, pero no me afectaba mucho, no del todo. Dando unos últimos consejos, el doctor se despidió con una reverencia, dejándonos a mi padre y a mí solos. Sentí el aire pesado, tenso, y tan solo espere un grito, o un sermón, pero nada llegó.

Me giré a verlo, y efectivamente había decepción en sus ojos.

—Necesito tu teléfono —se encaminó por otro sendero, liberándonos de la incomodidad.

Me sentía transparente ahora que le había confesado todo, y deseaba esconderme ante la vergüenza que sentía. No es como si no fuera consciente de que toda mi vida he hecho mal.

Saqué el móvil de mi bolsillo, y se lo extendí, poniendo mi huella para desbloquearlo.
Lo conectó a su ordenador, e hizo cosas que no logré comprender. Fue, básicamente, fácil y rápido, hasta que por fin la pantalla me mostró un} mapa. Me acerqué a la pantalla. ¿Estaba en... dónde demonios estaba? "Choi Food". Intenté pensar claramente, leyendo el nombre que señalaba, analizándolo. No se me venía nada a la cabeza, y eso me preocupaba más.

—Este es el último registro que hay sobre ella. Su teléfono está apagado. Será mejor que aguardes hasta que lo vuelva a encender para tener una ubicación exacta.

Chasqueé la lengua, y acaricié el oro que rodeaba mi dedo, en forma de aureola. Ese suave material que descansaba en mi dedo era el anillo de compromiso entre Nana y yo, ¿aún lo llevaría puesto?

—De acuerdo —mentí, y me mordí la mejilla por dentro.

—Bien, en tu celular he instalado una extensión para saber fácilmente su ubicación, ya todo está hecho —dijo, cuando desconectó mi celular y me lo entregó—. Si no necesitas más, tengo cosas por hacer urgentes. Por favor, cuídate. No causes ningún problema, ni alboroto. Hoy descansa, mañana ya podrás correr tras ella como desees —soltó despectivo, y asentí haciéndome el desentendido.

Cuando me monté de nuevo en mi coche, observé mi rostro en el retrovisor, y encontré la venda que ahora cubría mi cuello. Si estiraba de este, dolía, por lo que traté de mantenerme lo más quieto posible. Mi padre me dio la orden de ir a descansar a mi apartamento. Y deseo hacerlo, pero no puedo. Necesito encontrarla. Miré mi pantalla, que me enseñaba una ubicación. Era como tenerla a ella en mis manos. Un suspiro brotó de mi garganta. Por supuesto que quería tenerla sobre mí, sentir su calidez, y suavidad. Besar sus labios con sumo cariño, y por supuesto, retener mis deseos salvajes sobre ella.

Mis malditos deseos.

Tan jodidamente salvajes, que me hacían desear lastimarla. Y ese mismo, era el Jungkook que Nana no conocía, y el que nunca debía conocer. Tanto tiempo, atado a mis deseos, reteniéndolos. ¿Me miraría con asco si le llegara a confesar lo que deseo hacerle? Las mil y un escenas que quiero recrear con su cuerpo. Tantas posiciones, tantos placeres que podría tener... No, no quiero hacerla llorar. Pero tampoco puedo negar que quiero lamer todo su cuerpo, morderlo y azotarlo. Dejarle marcas en esa cremosa piel, que la proclamaran mía, absolutamente mía. Tengo tantas ganas de poseerla en cualquier lugar, pero simplemente es algo que a ella no le puedo hacer. Mi Nana no es así, su cuerpo y ojos me lo dicen, aquellos me piden, me ruegan que no la lastimen. Sólo veo deseo de amor en ellos, y eso era lo que le había dado siempre, hasta que YuHire nos arruinó.

He caído en la tentación, pero no por el cuerpo de otra, o de siquiera el amor, he caído por la necesidad de saciar esto. Y después de creer que todo iba bien, los planes para satisfacer mi locura me fallaron.

Usar al primer boleto para llenar estos deseos. Usar a YuHire. A su mejor amiga. ¿En qué pensaba? ¿Quién en el infierno haría eso? Las veces que me acosté con ella, solo pude pensar en Nanamo, y en lo mucho que quería hacer todo eso con ella. ¡Pero eso jamás pasaría! Porque una persona tan dulce y sensible como ella no merecía sufrir así. Ella no es masoquista. Tantos años... reteniendo esto, me han hecho cometer una estupidez, pero en cuanto tenga el valor de decírselo, necesito que me comprenda. Entonces será allí cuando definitivamente oculté esa horrible faceta mía, y dedique mi vida a amarla, porque podría jurar que solo nací para amarla.

Un yo verdadero nunca será merecedor de Nanamo..., por eso tengo que volver a ponerme mi máscara.

Rumbo a la dirección, algunos sitios se me hicieron conocidos, pero yo no necesitaba eso, necesitaba un nombre, de quién sea que haya ayudado a Nanamo en su desesperación. ¿Una amiga del trabajo tal vez, o una vieja compañera de su universidad? Era extraño, los círculos de Nanamo eran pequeños, se reducían en gente de mucha confianza. Y a este punto no sabía yo si era porque a ella no le agradara la gente, o porque yo la convencía de alejarlos.

Cuando atravesé el Restaurante Choi, nadie se me venía a la cabeza aún. Estaba en blanco, eso me jodía. Y entonces, siendo un maldito "milagro", recordé a dónde y con quién se había ido Nana la última vez que salió por trabajo. La vez que llegó un día más temprano, y me encontró en brazos de Yuhire, la vez que conoció mi secreto por fin, cayéndoseme el mundo abajo.

Y fue cuando se reunió con Joon. Su nombre se me hacía borroso, al igual que su cara. Pero estaba seguro de que a él lo había visto en otro lugar, independientemente de Nanamo, lo conozco de otro lado, eso lo podría jurar, pero, ¿de dónde? Sobé mis manos sudorosas, sintiendo el relieve de las heridas en ellas. Si todo salía bien, esas preguntas tendrían respuestas fácilmente, y este horrible sentimiento de inquietud desaparecería de mí.

Aparqué en el edificio que me señalaba el móvil, y mi pulso se fue acelerando. Necesitaba saber que Nanamo estaba aquí. Lo necesitaba más que a nada.

CULPABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora