Escuché en silencio sus malditos sollozos. No era por la desnudez que me sentía expuesto justo ahora. Mientras que Yuhire no se atrevía a mirar a Nanamo, estaba avergonzada, justo como yo.
—Vete de aquí —mi prometida le dijo, y la otra la miró sin creérselo.
—¿No... quieres que te... —sus labios se movían desconcertados.
—No quiero nada tuyo. No me interesas. Ya no eres mi amiga, así que piérdete de nuestras vidas.
Veía su pequeña figura frívola, sin un mínimo agrado por Yuhire. Sonreí, para luego cubrir mis labios con mis manos, y agaché la cabeza para ser menos obvio.
—Pero... ¡Pero ya te has dado cuenta de lo enfermo que está este tipo! ¡¿Cómo puedes seguir detrás de él?! —esta vez sí tuvo la fuerza de levantarse y mirar llena de rabia a Nana.
—Me da igual. Lo único que es claro aquí, es que nada de esto habría pasado si tú no hubieses interrumpido en nuestra relación con tus malditos deseos de separarnos, ¡tú eres la culpable de éste desastre!
—¡¿Me culpas solo a mí?! ¡Estas defendiendo a este tirano, ¿no te escuchas?!
—¡¿Y qué pasa?! ¡¿No me dirás que te molesta que esté dispuesta a olvidar todo esto?! —de igual manera se quedó a su altura, dedicándole la peor de sus miradas. No la dejó hablar, y le señaló la puerta—. Vete. No necesito de ti, porque ya he perdonado a Jungkook. Son claras las cosas, no necesito otra prueba más que tu confesión.
Yuhire la miró aterrada, y quise carcajearme. Estaba feliz, fascinado de que solo hiciera falta el veredicto de esta estúpida para que Nana por fin reaccionara.
—¡No pued-
—Ya la escuchaste. Márchate y deja de perder tu dignidad estúpidamente, mujer —la agarré por su codo, a lo que ella zarandeó, pero nunca la solté.
—¡Te demandaré! ¡Voy a hacer que te lleven preso! ¡Por dios, Nanamo, estabas gritando por ayuda! ¡Cometes un error al seguir con este loco!
—¡Cállate de una puta vez, sí?! ¿Y por qué carajos me llevarían preso, según tú, zorra hipócrita? Puede que por maltrato, pero con los mejores abogados de Corea te aseguro que no duraré mucho. Simplemente aléjate, antes de que de verdad valga la pena que yo esté preso —le advertí, mirándola fijamente.
Su cara tenía una expresión de vergüenza, como si hubiera perdido una batalla. Yo le había ganado, era a mí a quien había elegido.
Le sonreí, para después abrir la puerta y sacarla sin más. Estaba finalizado. Por fin, las preocupaciones se iban.
Tomé unos instantes para girarme a ver a Nana, que estaba temblando del frío. No me miraba, estaba en blanco. Sentía que poco a poco perdía su esencia... Como si fuera yo quien le robaba la vida a sus ojos. Alejé esos pensamientos, y di pasos hacia ella. Estaba dispuesto a solucionar esto, aunque tardara más de lo que quería; yo la esperaría.
—¿Estás bien, cariño? —no me contestó aunque acuné su mejilla en mi palma y la acaricié.
—Escúchame bien, Jungkook—mi ceño se frunció desorientado, y más aún cuando alejó mi mano con rabia de un golpe—. Puede que me hayas escuchado decir toda esa mierda, pero no significa que sea verídico. Yo solo buscaba protegerla de lo que seguramente le harías en caso de que tratara de ayudarme.
Mi corazón dio un vuelco. Entonces..., ¿todo fue... mentira? Me engañó para salvarle el culo a esa maldita.
—¡Qué... Qué carajos pasa contigo! ¡¿Cómo te atreves a jugar conmigo de ésta manera?!
—¡Así como tú jugaste conmigo, maldito doble cara! La única razón por la que sigo aquí, es por el miserable miedo, ¡porque ahora sé de lo enfermo que estás, y que no vas a parar hasta que finalmente me tengas! Eres un hijo de puta, y eso jamás lo vas a remediar...
Se alejó de mí, dejándome destrozado con solo unas palabras. Estaba conmigo porque se veía obligada, más no porque quisiera. ¿Como demonios iba yo a cambiar eso?
(...)
—¿Están todas tus maletas listas?
—Ajá —fue lo único que murmuró, para luego amarrar a su cabello en una coleta alta.
Miré mi reloj. Eran las diez de la tarde, y estábamos preparando todas las cosas necesarias para largarnos de aquí mañana mismo. En cuanto vi que ella terminó su equipaje, yo lo tomé y lo deje llevé a la sala, junto a mis maletas. Eran bastantes, por lo que sería algo complicado llevar todo esto a mi auto y controlar a Nanamo. Largué un suspiro. Me dolía mi cuerpo, y honestamente no me sentía en disposición para batallar con ella. Ni siquiera tenía idea de cómo le haría para que no me asesinara mientras durmiera.
Caminé hacia nuestro cuarto y la vi tendida en la cama, mirando aburridamente el televisor de pantalla grande.
—¿Tienes hambre? —me senté junto a ella, queriendo su atención—. ¿Quieres que te traiga algo? O puedo llamar para que te traigan algo también.
—Tráeme unas galletas y leche —dijo, pero no despegó su vista del aparato. Ella sabía que me dolía su indiferencia, o peor, que me ignorara.
No renegué, y me levanté. —Como desees, mi amor.
La oí chistar sus labios y me reí sin querer. Añoraba esto... Tenerla cerca, escuchar sus pedidos y servirle lo más que pudiera. Lo que sea para sentirme necesario en su vida.
Fui directo a la cocina y tomé lo pedido, junto a las galletas de su sabor favorito.—Aquí tienes —le tendí la bandeja y no dudo en aceptarla, sin agradecer.
Supongo que ahora entraba mi proceso de cambio. Y esperaba que resultara, porque de verdad necesitaba tener cercanía.
Aunque supiera que ella me quisiera lo más lejos posible, me acosté a su lado y me quedé mirando la ridícula escena que transmitía el televisor. Estaba claro que a ninguno de los dos nos interesaba lo que veíamos... Era más por evitar la incomodidad.
Pasados los minutos, la sentí mirarme de reojo, pero no dijo nada. Y así cuando terminó la película, ella se levantó y se dirigió al baño, que estaba en la misma pieza.
No me preocupé, así que tomé la bandeja y la llevé al lavaplatos para comenzar a enjuagarla. Sacudí mis manos, regresando al cuarto.
Hoy no tenía permitido dormir. No podía fiarme de lo que haría Nanamo.
Cuando entré, la encontré allí, con el botiquín en sus manos, esperándome.—¿Qué haces con eso? —una pequeña presión se instaló en mi corazón. ¿Acaso me iba a...
—No preguntes y ven antes de que me arrepienta, imbécil.
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CULPABLE
FanfictionNanamo estaba ilusionada porque al fin estaba a punto de casarse con su novio de años, lo que nunca esperó de parte de él fue recibir una traición tan grande que desearía nunca haberlo conocido. Jungkook, un hombre perfecto ante los ojos de Nana, bu...