Capítulo 40

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   Al salir afuera, noté que el viento era frío, pero soportable. Williams se retrasó buscando algo en el mueble, por lo que salí sola. Camino a pasos lentos, tratando de esperarlo, pero yo ya había bajado la escalera y él todavía no venía.

   Al llegar a la cercanía de la playa, donde las luces comenzaban a escasear, vi como el cuadrado que Williams me había dado comenzaba a irradiar luces de colores. Sentir el ruido de las olas chocando contra la orilla me tentó a tocar el agua. Detengo mi paso cuando comencé a sentir el agua fría acariciando mi piel. Cerré los ojos, respirando con profundidad. Sentí que al exhalar, gran parte de mis preocupaciones se fueron. Al tiempo que el viento volaba mis cabellos, las olas golpeaban mis pies y mi vida tomaba un nuevo sentido.

   Retrocedo, saliendo del mar. Apoyo la "lámpara" en la arena para luego tomar asiento al lado. El agua del mar apenas tocaba mis pies desde donde me encontraba sentaba. Flexiono mis piernas y me abrazo por las rodillas.

   — Es una bella noche —siento la voz de Williams detrás de mí, pero, no sé por qué no le contesto—. Me tardé porque estaba buscando algo —abre su saco, revolviendo el bolsillo interno, para luego sacar una foto—. Esta foto la sacó mi papá, la mujer esa es mi mamá usando el mismo vestido que tú estás usando ahora.

   — Vaya, era una bella mujer —admito mirando de cerca la foto que, aunque se veía en blanco y negro, se notaba a una mujer parada con los pies en el mar, de espaldas a la cámara, con sus cabellos siendo volados por el viento.

   — La primera vez que entraste a mi oficina, atrajo increíblemente mi atención el parecido que tú y ella tenían no solo física, sino también emocionalmente —toma la foto y la devuelve de donde la había sacado.

   Quería disfrutar en silencio de él, sobre todo porque cuando se entere lo que me pasa con él, no querrá verme nunca más en su vida. Y yo estaré de acuerdo, por mentirosa. Lo peor es que no puedo mentirme ni a mí. ¿Mejores amigos? ¿A quién quiero engañar?

   Fijo la vista al frente. Segundos después, Williams estaba tomando asiento a mi lado. Siento la calidez se su mano rozar mi espalda.

   — ¿Estás mejor, luego de lo de Elliot? —Entiendo que quiera eliminar la tensión, pero esa pregunta no me parece la mejor, por lo que solo alzo mis hombros y me quedo callada—. No me gusta que estés mal, eres muy valiosa para andar llorando por cualquier imbécil.

   Lo miro por unos segundos y luego me siento estilo indio y comienzo a dibujar con el dedo sobre la arena. Las lágrimas me volvieron a amenazar, querían salir y en el peor momento.

   — Will. . . —Balbuceo, mirando el mar.

   — ¿Sí? —Contesta. A pesar de no estar viéndolo, supe que su vista estaba en el mismo lugar que la mía.

   — ¿Tú crees que me merecía eso? —Pregunto, pero luego me reafirmo al darme cuenta que no le daba a la pregunta el significado que yo quería—. . . Digo, si crees que esto pasó por algo.

   — Por algo o por nada, nadie merece sufrir como tú lo haces. Por otro lado, yo lo tomaría como una experiencia, te diste cuenta de quién tenías a tu lado —voltea su cabeza hacia mí—. Lejos de reprocharte, me alegra que hayas salido de esa relación tan tóxica.

   — Gracias, eres tan bueno, tan. . . —Sin terminar mi oración, corro el trasero más para su lado y lo abrazo—. A tu lado soy feliz —susurro a su oído.

   — Ginny, te amo. . . —Lo oigo susurrar de forma casi inaudible.

   — ¿Cómo dice? —Me separo de él, mirándolo con sorpresa.

   — Mira, te seré sincero, si nunca hablé de esto contigo es porque no quería arruinar nuestra amistad. Pero últimamente me está resultando imposible ocultar lo que siento —mis ojos se conectan con los suyos—. Amo todo de ti. Amo las charlas que tenemos, y como escuchas cada tontería que digo, y que te hayas quedado a mi lado a pesar de lo insoportable que puedo llegar a ser. Me gustas porque eres diferente, por tu manera de ser. Amo como te pones cuando estás nerviosa y como caminas cuando estás feliz. Y, aunque pienses que no te veo, siempre me río cuando vas caminando y comienzas a hablar sola —al oír eso me sonrojé—. Y me gusta la forma en que me miras y me haces creer que todo está bien cuando el mundo está en llamas. Y sí, si tuviera que resumirlo, diría que te amo.

   — Will, yo. . . —Freno mis palabras. Mis ojos, en este momento, se negaban a ver otra cosa que no sea él.

   — Sé lo que dirás, y entiendo que recién sales de una relación tóxica, así que no me enfadaré si me rechazas. Por lo menos me queda como consuelo que mis palabras fueron escuchadas. Vivir día y noche con esa angustia de tenerte cerca y no poder decirte cuanto te amo ya se ha acabado.

   — En realidad no iba a decir eso. . .

   — ¿No? —Su expresión de sorpresa fue graciosa.

   — No, escucha —con una sonrisa, me propuse a hablar de todo aquello que siento y que él debe oír solo por ser intérprete de esos sentimientos—.Desde el primer día que te vi, tu actitud arrogante y tus palabras desmedidas me hicieron saber que serías la última persona a la que llamaría amigo. . . Sin embargo, el tiempo pasó, las distancias se acortaron. . . Te conocí, Will, te conocí como nadie te conoce, en tus peores y mejores momentos. Te conocí de una forma extraña. Te quiero, mucho —mis ojos estaban a punto de soltar unas cuantas lágrimas, aun así no podía desconectarlos de los suyos—. Nunca te lo dije porque no quise arruinar la amistad, y espero que Elliot me perdone por olvidarlo tan rápido, pero te quiero. . .

   Nuestra mirada nunca se desconecta. Sonríe, ladeando su cabeza hacia un costado. Cierro los ojos, dejándome llevar por su aroma a fragancia masculina mezclado con alcohol del vino. Nuestras narices se rozan, ambos frenamos cuando nuestros labios apenas se rozaron, retrocedo unos milímetros hacia atrás. Siento la mano de Williams en mi mejilla, avanzo lo que había retrocedido y junto mis labios con los suyos. Nos besamos, sin tantas palabras de por medio, pero con muchos sentimientos.

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