Capítulo 27

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Narra Sebastian:
¿Rylin?
Se hizo un silencio en la otra línea.
—Déjamelo a mi Ry, yo les explicó—se oyó decir por el fondo a mi hermano.
—¡Alec! ¿Estáis bien? ¿Qué habéis averiguado?—pregunté ansioso.
—Kaul quiere ir a la biblioteca de las almas—anunció. Era imposible, debía haber oído mal. La biblioteca de las almas no era más que un cuento estúpido para asustar a los niños.
—¿Qué es la biblioteca de las almas?—preguntó Jake, a mi lado, confuso.
—La biblioteca de las almas es un lugar perdido que forma parte de una leyenda. Ahí es donde van a parar las almas de los peculiares junto con sus habilidades. Se dice que es imposible entrar, ya que está protegida con un especie de hechizo que te pone pruebas que solo podrás superar si eres digno de entrar. Luego una vez dentro, puedes volverte loco debido a la presencia de miles de muertos. También, cuenta la leyenda que en dos frascos se hallan las almas de los peculiares mas poderosos de toda la historia, unos hermanos, híbridos, medio gigantes, medio peculiares—explicó Alexander a la otra línea del teléfono.
—Pero eso es una leyenda, nadie nunca ha sido capaz de encontrarla ¿cierto?—pregunté.
—No, no se ha encontrado. Pero, ¿por qué no podríamos creer que eso es cierto si yo puedo ver huecos, destruir cosas con el tacto y revivir personas y curarlas? No parece tan disparatado—me contradijo.
—Creo que ya la han encontrado—dijo Rylin, hablando por primera vez. Sentir su voz provocó en mi estómago un revoltijo de mariposas y un leve sonrojo en mi rostro.
—¿Por qué lo crees?—preguntó Jake, sacándome de mis pensamientos.
—Porque en la cena nos ha presentado a un cartógrafo. Un tal John—contó.
—Espera, ¿John Carst?—preguntó Jake.
—Em, creo que sí—afirmó un poco dudosa Rylin.
—¡Es el mejor cartógrafo del mundo peculiar! ¡Millard me habló de él! Dice que él es el único de situar cada rincón en un mapa, porque no solo estudia el terreno, sino también los bucles—explicó Jacob.
—Entonces... y si la biblioteca de las almas, no se ha encontrado hasta ahora, no porque no exista, sino porque está en un bucle—sugerió Alec.
—Nosotros partiremos mañana por la mañana y dudo que podamos comunicarnos. Hay que hallar alguna forma para que podamos reunirnos—pidió Rylin.
—Seb, ¿serías capaz de crear un portal?—preguntó Jacob.
—No es tan fácil... necesito haber visto el lugar, visualizarlo en mi mente...—expliqué.
—¿Y si piensas en Rylin y en mi?—preguntó mi hermano. Sería complicado y gastaría el doble de energía que haciendo uno normal, pero debía ayudar a Rylin.
—Puedo hacerlo, buscaremos unos materiales e iremos—sentencié y colgué la llamada.
—Necesito que vayas a por Millard, y el libro de los cuentos. Y avisa al señor Wrench, dile que marcharemos con Rylin y Alec, que se lleve a los demás a la biblioteca de las almas. Dile que ya le avisaremos con una paloma cuando sepamos dónde está—dije con tono imponente. A pesar de tener 15 años y Jacob 16, yo le superaba en altura, y madurez, por lo que me autonombré el jefe de la misión.
—Yo tengo que hablar con una persona y hacer un recado—anuncié. Entonces cada uno partió para un lado.
Corrí hasta llegar a una habitación. Abrí la puerta sin llamar y me encontré una escena de lo más desagradable. Enoch metiéndole la lengua en la garganta a esa tal Altea. Al verme se separaron de golpe. Entonces Enoch se puso en pie enfrente mío, desafiándome. E hice lo que menos se esperaba, le golpeé con mi puño en la cara. Ese imbecil había hecho daño a la chica que más amaba y se lo merecía. Entonces le escupí en la cara y me marché. Dejándolo indefenso, con la palabra en la boca.
—Idiota—susurré mientras daba un portazo. Entonces caminé a paso rápido hacia mi siguiente destino, la cocina. Rebusqué hasta encontrar la trampilla que todas las casas de peculiares tenían, tiré y bajé rápidamente al Arsenal. Una vez allí cogí prestadas, unas tres pistolas, tres dagas y un arco. En mi vida había usado un arma, pero me temía que dentro de poco iba a necesitarlas. Las metí todas en una mochila y fui al reencuentro con Jake. Él se hallaba con el señor Wrench y con Millard.
—Mister Portman, mister Nullings, mister Devries... espero que todo salga bien. Trataré de entrenar al resto mientras no me dicen dónde está la biblioteca. Les deseo lo mejor, son ustedes muy valientes—dijo él.
—Entonces, dígale a Emma que la quiero—pidió Jacob. Nos marchamos del bucle, y volvimos a la catedral. Una vez allí, me senté en el suelo, con las piernas cruzadas, y me concentré. Visualicé con la máxima minuciosidad cada detalle del rostro de Rylin, de su cuerpo, e igual con mi hermano. Traté de canalizar la energía a mis manos, pero no funcionó.
—¿Qué sucede?—preguntó Mills.
—Necesito otro vínculo, que me lleve con ellos—dije para mí mismo. Entonces se me ocurrió una idea, me quité la mochila y saqué una daga. Cerré fuerte los ojos y clavé esa daga en mi Palma. Mi madre, cuando me liberó de prision y creó el portal hacía Alec, llevaba las manos sangrientas. Y lo que nos une a mi hermano y a mí es nuestra sangre, por lo que volví a intentarlo, esta vez repleto de adrenalina por el corte y su profundidad. Me centré en mi hermano y finalmente el portal salió.
—¡Sebastian lo has conseguido!—me apremió Jake.
—Corre no durará mucho más—le dijo Millard. Le agarró del brazo y entraron. Sentí como la cabeza me estallaría de un segundo a otro pero no podía desconcentrarme. Me puse en pie como pude y crucé el portal. Pero una vez al otro lado me topé con un paisaje que nunca hubiera imaginado. Habían millones de wights y nos habían visto llegar.
—Eh, dudo que se acerquen a darnos la bienvenida—musitó Mills nervioso, porque ya nos tenían acorralados.

Different [Miss Peregrine]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora