Capítulo XXIII Arriesgarse

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MIMI

Lleve mis manos a la cuerda que ataba la bata, sin apartar los ojos de Ana, la deje caer a nuestros pies. Ana miró profundamente a mis ojos, tan intensamente que me sentía débil. No sabía si estás bien, acabo de hacer lo que realmente quería esa noche.

-Si no es así, me detengo. -le dije inclinándome para aspirar lentamente el aroma de su cuello.

Ella tenía una linda esencia, un dulce aroma mezclado con la frescura de haber salido de la ducha. Besé su cuello y lleve las manos a su cintura sacudiéndola contra mi.

-¿Quieres esto, Ana? -le susurré, ella cerró los ojos para sentir mis labios sobre su piel. -Sé mía esa noche. Dime, ¿quieres esto?

-Sí quiero. -Ana susurró casi en un gemido.

Viaje por la línea de su columna vertebral, con una de mis manos hasta que llegue a su cuello, donde delicadamente enlace mis dedos en su pelo tirando su cara hacia la mía. Puse a Ana contra la pared fría, haciéndose jadear cuando sintió mi cuerpo presionado contra el suyo.

-Yo sé que lo quieres, no es necesario decir nada más. Solo siente. -susurré lenta y sensualmente en su oído.

Retiré un par de mechones de pelos, dejando su cuello a merced de mi boca, que se movió en el deseo besos y prolongados chupetones. Su piel morena era tan suave y sensible que enseguida el chupetón se hizo más visible. Podía sentir como se le ponía los pelos de punta justo en el momento exacto en el que mi lengua sobre su cuello con un poco de presión.

Ana deslizó sus pequeñas manos por mi espalda, clavando las uñas en a tela húmeda de mi blusa. A medida que subía con los besos desde su cuello hasta el lóbulo de su oreja succionando con apuro.

La morena se quedó sin aliento, dejando escapar un gemido que casi me dejo completamente mojada.

-¡Quítate eso ahora! -susurró la mujer perdida en el deseo.

Solté una sonrisa maliciosa a Ana, que me miraba con esos ardientes ojos marrones tan familiares.

-Por que no me la quitas tu, Guerra.

Ana no se hizo de rogar, llevó las manos a los botones de mi blusa y los desabrochó de uno en uno, sin apartar su mirada de mi. Cuando ella terminó, puso sus manos en mi hombros retirando lentamente la blusa de mi cuerpo, admirando cada parte de mi cuerpo desnudo. Me sentía caliente, su mirada sumergida en la lujuria.

Toda la ropa estaba en el suelo, dejándonos completamente desnudas en aquella habitación oscura. La penumbra de la noche la hacia ver tan atractiva, destacando sus curvas. Besé su boca intensamente, y Ana correspondió de la misma manera. Ella separó sus labios permitiendo el paso de mi lengua que se deslizó sobre ella con hambre. Estamos peleando por quien dominaba y yo gané. Maldita sea, ella era una buen besadora. Sus manos se movían arriba y abajo a toda prisa, presionando mi cuerpo contra el suyo. Rápidamente guíe a la morena hacia la cama pequeña de la habitación.

La empuje suavemente y cayó en la cama. La miré, desee que no fuese un suelo, porque si así fuera yo no quería despertar hasta hacer a esa mujer mía. Me arrastré sobre ella, encajando nuestros cuerpos de manera tan perfecta que no podía evitar gemir.

Intercambiamos miradas intensas y calientes, era increíble la conexión que llevamos a cabo a través de ellas. Besé sus delicados labios, y seguí desde su cuello hasta el valle de sus pechos. Ana jadeo cuando sintió mi boca alrededor de su pezón. Yo lo succione con un abrumador deseo que hizo a la mujer gemir, tiro de mi pelo en forma de súplica.

-¡Oh dios, Mimi! Por favor. -Ana gimió inclinándose hacia delante, ofreciéndome más su cuerpo.

No dije nada, solo seguí mi trabajo. Deslizando la lengua por su piel suave, succionando su pecho, mientras la otra mano masajeaba el otro pecho con cierta agresividad que hizo que la morena se retorciera. Estaba hambrienta de su cuerpo que por tanto tiempo se escondía de mí. Dejé los rojizos y extremadamente sensibles pechos de Ana, para bajar a su suave abdomen, distribuyendo besos y mordiscos en el.

The Stripper (Warmi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora