Capítulo XXXIV Negociaciones

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ANA

¿Por qué a la vida le gusta cambiar constantemente? Cuando te empiezas a acostumbrar a la situación, cambia por completo cuando menos lo esperamos. Dejando nuestro mundo irremediablemente destrozado. En un día, Mimi me odiaba y me tenía rencor y ahora estaba durmiendo en mi cama.

Negué mentalmente y sonreí mientras miraba su expresión serena mientras dormía. Le acaricié su pelo, sintiendo a la mujer suspirar cómodamente.

- ¿En qué estaba pensado cuando empecé esto?

Le susurré a Mimi qué ni siquiera escuchó. Deslice mi pulgar sobre la suave piel de su cara, observando lo hermosa que se veía dormida. Con certeza Mimi Doblas es una de las obras más bellas jamás hechas.

"Estas siendo demasiado estúpida Ana"

Me dije a mí misma en mis pensamientos. Pero fue en vano, no podía disimular la intensidad de lo que sentía por esta mujer era enloquecedor cada vez ella robaba otro pedacito de mí. ¿Esto podría ser normal? Si era normal, no podía decirlo. Yo solamente lo sentía.

Sentía una necesidad de estar cerca, de sentirla conmigo. De oír su voz, de recibir su mirada penetrante, y sus cariñosos besos. Querer a Mimi era como un laberinto sin fin, nunca se sabía cómo parar. Una especie de frenesí de sentimientos. Yo estaba perdida, porque el destino trató de unir a dos personas las que probablemente nunca iban a encajar. Sonreí y continué con mis caricias cuando ella se movió lentamente, acurrucándose en mis brazos en busca de calor. En el instante en que su cuerpo se unió al mío, detuve mis caricias, recibiendo una queja casi inconsciente.

- No pares, no... -susurró ella somnolienta haciéndome sonreír.

- Pensé que estabas dormida.

Mimi sonrió débilmente, con un suspiro fuerte.

- Si me quedé despierta para ti.

Me mordí los labios y sonreí. Su embriaguez la dejaba cariñosa, mostrando una Mimi totalmente rendida. Muy diferente a lo que estaba acostumbrada.

- Me detendré.

- Entonces ya voy a dormir, Banana. Solo continúa...

Mimi susurró juntando más mi cuerpo con el de ella, poniendo su cara en el hueco de mi cuello. No demore mucho para sentir sus labios ir en contra de mi piel en un beso calmado. Cerré los ojos sintiendo su mano deslizarse lentamente sobre mi abdomen con caricias y una pizca de picardía.

- Mimi...

- ¡Si! Estate quieta Banana. Son solo caricias.

Ella susurró subiendo con su mano hasta mi pecho, por encima de la tela de la ropa que llevaba. Dejó la mano inmóvil por un momento, hasta que poco a poco comenzó a masajear.

- Estás borracha. Para.

- Sólo un poquito. Déjame continuar, tú amas mis caricias.

Entrecerré los ojos hacia ella y sonreí. Lo que solo dio más ganas para que continúe con sus caricias. Mimi metió sus manos por debajo de mi sudadera, deslizando sus dedos por mi abdomen calmadamente. Sus labios se deslizaron tranquilamente por mi cuello, forzando a mi cuerpo pedir más.

- ¿Por qué no puedes está tranquila?

- No se puede estar tranquila con una mujer como tú a mi lado, Ana.

Su tono de voz ya estaba diferente, susurró con voz ronca al oído.

- Por supuesto que sí...

Me mordí los labios cuando sentí sus dedos presionando mis pechos de forma excitante. Mimi era una mezcla entre dulce, delicada y agresiva. Con la palma de la mano, empezó a apretar más, en cuanto a su lengua se movía frenéticamente en mi cuello. Enviando descargas a mi centro que ya estaba mojado.

The Stripper (Warmi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora