1- the beginning

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1- the beginning
1-el comienzo

¿Por qué existe la injusticia en este mundo? Debe existir alguna razón; me niego a pensar que que no la hay. Lo que le hicieron a Bri estaba mal. Muchísimas personas habían echo cosas peores y rondaban sueltas por las calles mientras que a mi pobre amigo lo mantenían cautivo por la pequeña acción de romperle la nariz a alguien. En su defensa, el hombre estaba agrediéndolo verbalmente y no lo dejaba explicarse; al menos eso es lo que me contó Bri.
Bri y yo éramos mejores amigos desde que tenía memoria. Todo empezó cuando me mudé a esta ciudad, creo que tenía alrededor de cinco años. Él y yo íbamos a la escuela juntos, no pasábamos ni un solo día sin vernos, pero eso había cambiado.

Gabriel había empezado a trabajar en la misma fábrica que su mamá, cuando su padre se fue. Unos días atrás, se hizo cargo de la caja registradora porque su mamá tenía que salir. El problema es que a Bri no se le dan bien los números, los confunde; pero el cliente de ese día no lo sabía. Él le dijo ladrón por el simple echo de que mi amigo le había dado mal el vuelto. El señor no quiso escuchar las explicaciones de Bri y lo seguía maltratando, hasta que colmó el vaso y Gabriel le rompió la nariz. Lo llevaron a la comisaría después de eso.

Habían pasado una semana y extrañaba como loca a mi mejor amigo. Las últimas veces que le había pedido permiso a mi papá para ir a ver a Bri, él se negó; decía que la comisaría no era lugar para una niña, y que Gabriel ya no era una persona en la que confiar. Tonterías, todo era absurdo. No me podían negar ver a mi mejor amigo, así que esta vez no pregunté.

–¿Nombre?–preguntó el oficial detrás del escritorio. Jamás hizo contacto visual conmigo mientras hablaba; con ese desinterés, pasar no me sería difícil.

–Max Connor–el hombre levantó la vista confundido. Estaba acostumbrada a esa reacción–. Mis padres esperaban un niño.

–Está bien, ¿a quien dijiste que venías a visitar?

–Gabriel Scalzotto

A continuación, el policía se incorporó de su silla y me ordenó que lo siga. "Debe ser nuevo" pensé, ya que el ni siquiera me había preguntado mi edad o parentesco con Bri.

–Que raro–replicó el oficial mientras se rascaba la nuca demostrando su confusión–. En el informe dice que esta es su celda, pero está abierta.

Unas cuantas opciones se me ocurrían para justificar esto. Número uno, el policía novicio se había equivocado de celda; número dos, ya habían liberado a Bri; y número tres, Gabriel se había escapado.

–¿Está seguro que no se equivocó de celda?–pregunté, ya que eso parecía lo más lógico.

Ambos volvimos a su escritorio y el policía revisó el informe otra vez. Mis dos primeras teorías habían sido descartadas, porque ninguna liberación había sido registrada y el oficial no se había equivocado en el número de celda. No podía creerlo, Gabriel se había escapado, ahora si que lo iban a encerrar. Claramente no abrí la boca respecto a mi teoría y me despedí poniendo como excusa que ya era tarde.

El camino a mi casa desde la comisaría era largo, pero me daba tiempo a pensar cómo, cuándo y a dónde se había escapado Bri.

A mitad del camino mi celular sonó. Había recibido un mensaje y este decía:

"Todos los civiles deben evacuar las áreas metropolitanas inmediatamente. Bajo ninguna circunstancia deben acercarse a aeronaves desconocidas".

Tras leer el mensaje, unas sirenas empezaron a sonar. Todo el mundo a mi alrededor enloqueció. La gente corría desesperada preguntándose que rayos pasaba. Explosiones, disparos, gritos, llanto eran algunos de los ruidos en la atmósfera. No dudé en salir corriendo hacia mi casa; debía llegar lo más pronto posible para encontrar a mi papá, seguramente él sabía lo que estaba pasando.

Un pie delante del otro mientras todo a mi alrededor se volvía caótico. Mi hogar estaba cerca, solo hacían falta un par de pesos más. Resulta que educación física si era útil después de todo.

Llegué a mi casa, abrí la cerradura con manos temblorosas y entre a la oscuridad de mi hogar. Todo estaba como lo habíamos dejado esta mañana. Dos vasos en la mesa de la sala de estar, una campera arrugada en el sillón, cables que se asomaban por detrás de la televisión, todo estaba igual.

Di un par de pasos más y me tropecé con la maldita tabla suelta del piso. Al caer me golpeé la cabeza bien duro, tan duro que logró que mis ojos se cerrasen y no se volvieran abrir por un largo tiempo.

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Bueno, este fue el primer capitulo, si les gustó no olviden votar.
Le puse el apellido del actor a Gabriel, porque no se el apellido del personaje. Si este es dicho en la película y ustedes lo saben déjenlo en los comentarios que luego lo edito.
Gracias por leer 💫

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