18- make me invincible

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18- make me invincible
18- hazme invencible

–Estoy muy cansado–habíamos estado caminado durante un largo rato, y aún así la bocha seguía sobre nosotros. Obviamente Dariush fue el primero en quejarse.

–No podemos parar ahora–ZhenZhen no hablaba micho, pero cada vez que lo hacía palabras útiles salían de su boca–. Tenemos que alejarnos lo más que podamos del alienigena.

–¿No se supone que se ahogó?–preguntó confundido el chico quejoso.

–No creo que nos hayamos desecho de él–ahora Alex le explicaba la situación–. Si fue capaz de sobrevivir el reingreso atmósfera, eso significa que tiene una reproducción celular rápida.

–No entiendo. En español, por favor.

–Es invencible–interrumpí la conversación, pero no fui muy útil, ya que ZhenZhen y Dariush parecía seguir confundidos.

–Como Wolverine–exclamaciones de entendimiento se oyeron luego de la comparación que les dio Alex.

–¿Podemos hablar un segundo?–la voz de Bri sonaba quebradiza; sonaba cansado y rendido. De alguna manera lo comprendía, habíamos pasado por muchísimas cosas en menos de veinticuatro horas, y habíamos tenido que enfrentarlas solos, sin el apoyo que acostumbrábamos tener de parte del otro. Cuando pasas toda tu vida con un soporte, no puedes ni imaginarte lo que sería vivir sin él; y yo me había enfrentado a eso voluntariamente. Me sentía como una tonta. Ya había dejado de echarle la culpa a los demás, y había aceptado toda la culpa de mi distanciamiento de Bri. No podía evitar querer pegarme a mi misma y gritarme por lo imbecil que había sido.

–Si, claro–ya ni siquiera podia reconocer mi propia voz. Me sentía ajena a mi misma, una extraña que había venido a invadir un cuerpo que se encontraba en un caos mental.

Jamás había estado tan perdida en mi misma. Jamás había perdido tanto el control como ahora. Perder el control de una situación era una cosa, pero perder el control de mis propias acciones era otra totalmente diferente. Me encontraba vulnerable ante todos, incluso el más mínimo pensamiento podía hacerme perder el control. Por primera vez comprendía lo que abrí sentía cuando se enojaba. Los recuerdos de la noche en la que me explicó vinieron a mi memoria.

"La casa de Bri se encontraba totalmente a oscuras. Entré sin permiso, porque en ese entonces no tenía modales, en ese entonces no me importaban la consecuencias.

Subí las escaleras siguiendo un rastro de vidrios rotos. Me preguntaba que habían formado esas piezas brillantes antes de ser separadas. No me preguntaba que lo había ocasionado, no me preguntaba si alguien se había lastimado con ello. No, a mi me importaba que maldita cosa se había roto.

El último brillo de vidrio se encontraba en la puerta del cuarto de Bri. Ese tampoco era terreno desconocido. Solíamos escondernos ahí del mundo, ese era nuestro pequeño refugio. La puerta se encontraba entreabierta, así que supuse que no estaría mal entrar. Además, tenía que encontrar a Bri, y esa era mi única pista.

El vidrio pronto se transformó en brillo rojo. De ese brillo que suele estar escondido debajo de la piel, de ese brillo que se oculta junto a nuestros secretos. Seguí el camino rojo y my vista se encontró con un bulto en una de las esquinas.

–¿Bri?–en ese entonces ni voz era mucho más dulce y sonaba mucho más comprensiva. Tal vez esa fue la razón por la que él confiaba tanto en mi.

En respuesta a mi pregunta, el cuerpo acobijado en el rincón levantó la cabeza. Sus ojos estaban rojos y llenos de lágrimas. Era la personificación de una tormenta. No, se un huracán; de esos que destruyen todo a su paso sin compasión.

–Se fue–las palabras sonaron con tal debilidad que me fue difícil escucharlas al principio.

–¿Quien se fue, Bri?–se quedó pensando su respuesta. Parecía estar considerando si el decirme era buena idea o no.

–Mi–respiró profundamente y continuó–. Mi p-papá.

No sabía que decir. En ese entonces teníamos diez años y no sabía cómo reaccionar ante la situación. Me senté junto a él en el piso y lo abrasé; era lo único que podía hacer por él.

Era raro ver a Bri así no fue raro, él no solía llorar en frente de las personas, pero cuando estaba conmigo se despreocupaba y se quitaba la máscara de piedra que se sentía obligado a usar.

Simplemente éramos niños, y no entendíamos el mundo, per juntos nos sentíamos a salvo. Nos creíamos invencibles.

Ojalá lo hubiésemos sido".

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Se que fue una larga espera, pero les agradezco por ser pacientes.
Prometo intentar estar más al día con las actualizaciones.

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