6- hug me

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6-hug me
6-abrázame

Bri era bueno para ocultar sus emociones. En toda mi vida lo había visto llorar dos veces. La primera fue cuando se quebró la muñeca andando en bicicleta; el dolor era tanto que no pudo retener las lágrimas. La segunda vez fue cuando tenía diez años, su padre los había dejado a él y su madre solos con nada más que la pequeña casa en la que vivían. A Bri lo habían llevado a trabajar, y cuando volvió y me vió, simplemente dejó las lagrimas caer. Jamás me quiso contar qué había pasado.

–Todo va a estar bien–le prometí–. Estás conmigo ahora.

Su rostro no era el mismo, su brillo se había desvanecido, y su mirada estaba clavada en el piso. Estaba avergonzado. Humillado por lo que había echo y con miedo de cómo los otros podían llegar a reaccionar. A pesar de que Bri no mostraba sus emociones, yo sabía encontrarlas. Ellas se ocultaban tras su mirada dura y su mueca forzada. Se camuflaban para pasar desapercibidas, y no ser juzgadas; sabían que yo las podía ver, y solo con una persona siendo consciente de ellas les era suficiente.

Choqué mi mano con la suya para llamar su atención. Él me miró y yo miré a travez de él. Los rastros de llanto habían sido borrados y remplazados por una expresión fuerte. Por dentro él estaba gritando, se estaba destrozando. Le sonreí y la mueca en su cara se transformó en una diminuta sonrisa. Yo veía a travez de él; pero él, él me destruía a mi. Sus sonrisas, sus palabras, sus caricias, todo me aceleraba el corazón y poco a poco me mataba. Lo quería a él, todo de él. Pero no era mío, nunca lo había sido. Como si quisiese torturarme, el tomó mi mano y la encerró en la suya. "Tener un poco de él es mejor que no tener nada" tal vez tenía razón; debía conformarme con lo que él me daba. Bri desvío su mirada de mis ojos y una parte de la presión se fue con él. Luego soltó mi mano y pude confirmar que tener poco de él era mejor que no tener nada. Ahora me sentía vacía, viéndolo alejarse mientras se llevaba un poco de mi. Lo necesitaba, lo poco que me pudiese dar, lo necesitaba.

Los cuatro seguimos a Gabriel y nos acercamos a su casa. Bri empujó la puerta y ésta cedió; muy fácilmente a mi parecer. Entramos para descubrir que el caos no sólo se encontraba afuera.

–Saqueadores–supuse.

Dariush se dirigió hacia la cocina mientras murmuraba todo lo que se iba a comer. " Si los saqueadores nos dejaron algo" pensé. No lo iba a decir en voz alta, podía guardarme mis comentarios, ya que no servirían de nada.

ZhenZhen tomó asiento en el piso para revisar las cosas que tenía en su mochila, mientras que Alex la intentaba ayudar. Era bonito ver como él le ofrecía ayuda y ella la aceptaba. Parecían entenderse bien.

–¿Puedo hablarte por un segundo? –me pregunto Bri al apoyar su mano en mi brazo para llamar mi atención. ¿Estaba nervioso? Él casi nunca estaba nervioso. Excepto con los números. Los números lo ponían nervioso, pero algo me decía que esto no tenía que ver con números.

–Si, claro.

Tomó mi mano otra vez y me guió hacia la habitación vacía más cercana. Entré al baño y Bri cerró la puerta detrás de él.

–¿De qué querías hablar?–Gabriel se volteó y envolvió sus brazos al rededor de mi cuerpo. Su cabeza descansaba sobre mi hombro izquierdo mientras lágrimas caían de sus ojos. Él estaba llorando por segunda vez en el día, pero ahora era devastador. Pequeños quejidos llenaban el espacio y sus brazos me apretaban más contra él. Mis ojos no tardaron en inundarse, pero sostuve las gotas porque tenía que ser fuerte, fuerte por Bri. Él me necesitaba, no podía darme el lujo llorar.

Levanté mi mano con cuidado y la posé sobre su cabello. Lo acaricié; era mi manera de hacerle saber que yo estaba ahí. Era mi manera de demostrarle mi apoyo. Dicen que las acciones valen más que las palabras, solo esperaba que así sea. Luego de un rato su llanto cesó, pero las marcas de las lágrimas no habían desaparecido. Mi cuello estaba húmedo y a Bri aun le costaba regular su respiración.

–No me dejes–esas palabras me rompieron por dentro. Él y yo éramos inseparables. Nos necesitábamos el uno al otro; éramos los faroles cuando necesitábamos volver a casa, éramos los salvavidas cuando estábamos por ahogarnos, éramos las anclas cuando necesitábamos un descanso. Él y yo éramos inseparables porque no teníamos a nadie más, ¿pero que pasaría cuando él encontrase a alguien más? Cuando encontrase a una persona que lo haga sentir como, o incluso mejor, que yo. Bri se daría cuanta de que ya no me necesitaba y me dejaría, y eso si me mataba. Saber que tendría que hacerme a un lado para verlo ser feliz con otra persona sonaba como una tortura. Pero una vida sin él sería la muerte.

–Jamás
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Me encanta este capítulo y espero que les guste tanto como a mi. Si es así, no se olviden de votar.
Gracias por leer 💫

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