Al volver a mi habitación encontré la ventana abierta de par en par y la huella de una mano pequeña se encontraba plasmada en el cristal. Sin duda alguna, una pequeña persona estaba en el único sitio de paz al que iba, al cual nadie subía arriba excepto yo.

Con nervios en el cuerpo y escuchando el resonar de los latidos de mi corazón me encaminé hacia arriba, subiendo las pequeñas escaleras que separaban la ventana de la cornisa, la cual había sido mi refugio durante mucho tiempo.

Cuando me encontré allí arriba me dispuse a observar todo lo que había en ella, hasta que en el fondo vi la figura de esa niña angelical que se encontraba de espaldas a mí. Seguía con aquel camisón blanco roto el cual estaba un poco raído. Debido a la luz de la luna, su aspecto era mucho más angelical de lo que había pensado en un principio, su media melena del color de la miel parecía cobrar vida propia por momentos. Cuando se giró visualicé su perfecta cara pareciendo una criatura extraordinaria, la cual era imposible que existiera en un mundo como este. Un halo de luz blanca, el blanco más puro que jamás había visto rodeaba su pequeño cuerpo. Realmente, no tendría más de unos ocho años, parecía traída del propio cielo. Sus ojos se posaron sobre mí, unos ojos preciosos mientras dibujaba una dulce sonrisa en su rostro, la cual iba dirigida a mí provocando que inmediatamente le correspondiera... No podía temerle, no a ella.

- Te estaba esperando. —Dijo sonriendo aún, no sonó como un reproche sino más bien como un alivio de que hubiera decidido subir siguiendo sus pasos.

- Necesito respuestas. —Dije con un deje de extrañeza, aún en mi mente pensaba que todo esto era un sueño del cual no podía despertar. Sabía que la conocía, pero ¿de qué?

Ella me dedicó de nuevo una sonrisa, la cual hizo que dejara de estar alerta y me relajara. Consecutivamente se dirigió hacia la cornisa para sentarse y así poder divisar toda la ciudad de Madrid la cual se encontraba al inicio de un día, que personalmente definiría como ajetreado. Me hizo una seña para que la imitara, volviendo su rostro hacia el cielo en el cual se podían divisar aún alguna estrella mientras que el cielo tomaba un color anaranjado apagado.

- Creo que sabes que nos conocemos de hace tiempo. —Aclaró, reflejando en sus ojos anhelo. Asentí observándola, haciéndole una clara señal para que prosiguiera—. Ade mi destino es protegerte, soy tu ángel de la guarda. Siempre que me necesites estaré allí. Jamás te dejé sola, a pesar de que tú me quisiste apartar de tu vida. —Dijo triste al recordarlo, se encontraba cabizbaja mirando sus pequeñas manos las cuales se encontraban entrelazadas reposando en la falda de su regazo. La miré con los ojos aguados, intentando recordarla, pero todos los esfuerzos eran en vano, no servían de nada.

- ¿Por qué? ¿Por qué lo hice? —Dije dudando de si respondería a mi pregunta, porque si no lo recordaba yo, ¿cómo esperaba que ella tuviera una mínima idea de lo que habría ocurrido?

- Tu familia tenía miedo del don que poseías, cada vez se desarrollaba más y más... Cada vez era más complicado controlarlo. —Hizo una pequeña pausa—. Temían por tu seguridad. —Creo que entendió perfectamente que no tenía ni idea a lo que se refería, seguramente mi expresión ahora mismo reflejaría el gran desconcierto que tenía. No entendía nada, no sabía a lo que se refería con "don" y tampoco el porqué de que me pasaran todas esas cosas extrañas ahora. Es decir, ¿por qué todo esto comenzaba ahora desde un principio, y no terminó antes? ¿A qué le debo temer? ¿Mi vida volverá a la normalidad? — Ade, no puedo darte más respuestas esa no es mi misión. Sólo quería que supieras que yo no te voy a abandonar, y menos ahora. —Con todas las dudas que me dejó, y todas las preguntas abiertas a las que no dio una respuesta se quedaron en el aire, deambulando...

Escuché un fuerte estruendo proveniente de la casa, por lo que giré mi cabeza en dirección de la ventana por donde había subido, cuando volví a mirar a mi pequeño ángel del cual no sabía ni su nombre, éste ya no se encontraba ahí, se había desvanecido de su sitio donde ahora me encontraba sola.

Bajo Mi Piel (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora