Capítulo catorce

26 3 0
                                    

Estábamos llegando a la urbanización, cruzando una calle demasiado transitada...odiaba esta calle. Llegue a un paso de peatones para girar hacia nuestra calle y una mujer se tiró encima del capó, me asusté...se me salió el corazón del pecho ante el miedo...salí dirigiéndome hacia la mujer, y en dos segundos todo volvió a su sitio, a la realidad... allí no había ninguna mujer, ni siquiera nadie estaba mirando sólo escuchaba varias bocinas sonar porque me estaba "distrayendo" siendo un peligro para la seguridad social.
Entré rápido al coche...

- ¿Ade qué le pasó a esa mujer?- Dijo Jaime con cara adormilada, estaba realmente cansado, eran las seis y media de la tarde y había conseguido por primera vez en la corta vida del niño...cansárlo. Realmente era serio y debía ayudarlo.

- Jaime prométeme algo, ¿Sí?- Lo miré por el retrovisor y él asintió haciendo el gesto de pasar sus dos dedos, índice y pulgar uniéndolos, haciendo parecer que cierra una cremallera.- Jaime este tema tiene que quedar entre nosotros y nunca lo hables con nadie ni siquiera con tu mamá. Cuando vayas creciendo te prometo que te iré informando poco a poco.

Él asintió sonriendo y a los pocos minutos lo escuché roncar. Bajé a Jaime del coche posicionándolo entre mis brazos y me dirigí hacia el piso de su madre toqué varias veces, pero nadie abría por tanto imaginé que aún no había llegado o que había conseguido trabajar antes de hora o sus típicos ligues de una noche, ¿Quién sabe? Son necesidades humanas, cualquiera las tiene.
Al no abrir nadie me fui hacia mi piso y llevé a Jaime a mí habitación le ahorré trabajo a su madre... lo duché como pude y lo llevé hacia la cama, le puse algo de ropa que se dejó aquí la última vez, una camiseta de las mías y lo metí en la cama. Le dejé en la mesita una botella de agua y una pequeña luz encendida.
Al salir dejé la puerta entreabierta y me asusté, al mirar hacia el frente...estaba ella. Esa pequeña niña tan bonita de la cuaál había olvidado el nombre, era como que lo sabía, pero no lograba recordar.

- No sabía que te gustarán los niños.— Dijo con una bonita sonrisa.

- ¿Cuándo dejaras de asustarme?—Le pregunté inquieta y con el corazón que se me iba a escapar del pecho.— Y no hagas ruido, no quiero que despierte.— Dije susurrando, le hice un gesto para que me siguiera y nos dirigimos hacia el salón.

- ¿Sabes? Extrañaba hablar contigo.— Dijo ¿sonriente? Sí, eso veía, la verdad es que a mí no me molestaba...era la que más se asemejaba a la imagen de alguien vivo y sobre todo sano. No me incomodaba, hacía que recordará los viejos momentos y al fin lograba recordar pequeños fragmentos de nosotras juntas y jugando.— ¿Me prometes algo?— Dijo aún sonriendo, pero con un tono más serio. Di mi silencio en forma de respuesta, interpretándolo como un 'sí'.— No vuelvas a olvidarme.— Me dedicó una última mirada y se marchó, como si jamás fuera estado allí, como si mi imaginación cometiera un nuevo fallo en mi sistema... sintiéndome como un viejo ordenador roto, pero feliz.

Me desperté por los leves ruidos en el pasillo fuera de mi piso, me alarmé en cuanto escuché un fuerte ruido. Intenté no despertar a Jaime y salí con el teléfono en la mano.
Al salir descubrí que los ruidos no venían del propio pasillo sino de la vivienda de al lado donde vivía Jaime y su mamá.

Ahora me alegraba mucho más que Jaime estuviera en mi piso y no en el suyo.

Llamé de inmediato a la policía.

- ¿Hola? Llamaba porque creo que están agrediendo a mi vecina, vivo en la calle Real bloque 10, piso cuarto...Gracias.— Dicho esto colgué y decidida toqué en la puerta de la casa.

- ¡¿Quién coño eres tú?!— Prácticamente me gritó, estaba demasiado molesto como para reprenderlo. Era un hombre de unos 40 años, muy alto, corpulento, estaba algo fuera de su peso, muy moreno y con unos ojos azules demasiado intensos casi podía jurar que se oscurecían con cada palabra que pasaba por su mente. Miré su puño y lo tenía ensangrentado, pero sabía de sobra que la sangre no era suya...este hombre lo conocía de algo, pero... ¿De qué?.

- No importa quién sea, he llamado a la policía.— Dije dándole un "suave" empujón entrando al piso y corriendo hacia mi vecina. La miraba y tenía la cara muy destrozada, pero comprendí que había una tercera persona. Y caí en cuenta que el hombre de la puerta era el ex de mi vecina y el chico al que estaba conociendo se encontraba tirado en el sofá-cama con el ojo muy inflado y un pequeño cuchillo penetrando en su dorso. Me lleve la mano a la boca y con lo que había aprendido sobre primeros auxilios, le quité el cuchillo provocando en éste un gran grito, le cubrí la herida con fuerza para evitar que se desangrára todavía más.

- Apriétate fuerte, ¿vale?— Dije en voz suave para que sólo me escuchará él, mi vecina estaba tan apaleada que ni siquiera nos veía, por tanto no quería preocuparla. El rubio de ojos morenos asintió haciendo muecas de dolor.— ¿Pero tú quién eres para hacer esto?

- Él se acercó y me cogió fuerte del brazo me sacó a rastras al pasillo y me empujó tan fuerte que mi cabeza chocó contra la barandilla provocándome un fuerte dolor de cabeza junto con un ligero desmayó.

Escuché que alguien subía apurado, parecían varias personas y al verme uno de ellos se acercó.

- ¡Mierda! ¿Adeline te encuentras bien? ¡Llamad una ambulancia! Id hacia la puerta, seguramente haya más heridos, tenemos que sacarlos de ahí sin dañar a nadie más. Saquemos a ese cabrón.— Todos siguieron las instrucciones de lo que parecía ser el jefe en ese momento... no lograba verlo bien, mi vista se distorsionába, me ayudó a levantarme y me puso en la escalera sentada. Se colocó de cuclillas frente a mí, y fue cuándo vi a Carlos, ojos grises, parecía preocupado.— ¿Quieres agua? ¿Hielo?

- ¿Carlos?— Fue lo único que dije medio ronca, entonces vi que todos los agentes estaban esperando una orden para entrar, y me percaté de la situación.— ¡Esperen!— Me levanté lo más rápido que pude, interponiéndome entre todos los agentes...sintiendo un leve mareo mientras colocaba mi mano en el foco de dolor. Contando había cinco agentes más Carlos, supongo que era el oficial que daba las órdenes...seis agentes.- Puedo hablar con él, sé lo que pasa. Necesitamos ambulancias mi vecina creo que puede tener una grave conmoción debido a los golpes que le ha proporcionado en la cara y cabeza, en cambio la pareja de esta está bastante mal tiene la cara magullada y le ha asestado una apuñalada en el abdomen en la parte superior de este. Creo que puedo lidiar con él y hacer que se entregue.

- Pero, ¿Estás bien?- Pregunto Carlos frunciendo el ceño, los miré a todos y asentí aunque me dio un pequeño dolor de  cabeza que se quedó fijó en la parte frontal de ésta.

- Sí, puedo lidiar con esto, estoy estudiando el comportamiento humano, en general psicológico, me especializo en estos temas.- Dije mirándolo uno por uno, todos se miraron entre sí, y le hicieron un gesto a Carlos...este resopló y al final me obedeció. - Marcos, abre la puerta. Nadie te va hacer daño, sólo déjanos entrar para recoger a los dos heridos. Nadie te culpa, ¿Quieres un abogado? Te buscaré un conocido mío, pero por favor abre la puerta Marcos.- Esperé porque hablará, sabía que estaba detrás de la puerta observándome por la mirilla, y a mí lado sentí una pequeña brisa, miré y era mi bisabuela.

- Tranquila le falta poco, lo estás consiguiendo.- Dijo alejándose de la escena.

- Si abro la puerta quiero hablar contigo, y quiero un abogado de lo contrario...no abriré la puerta.- Dijo esperando la respuesta de alguno de los agentes, los miré por encima del hombro esperando la respuesta.

- Está bien, no te tocaremos.- Dijo Carlos entre dientes.

Marcos abrió lentamente la puerta, y en ese momento la puerta de mi piso fue abierta por Jaime y ahí se encontraba el pequeño niño de cinco años siendo una distracción perfecta para los policías, uno de ellos avanzó rápidamente hacia él, pero Marcos me cogió por la espalda haciendo fuerza sobre mi cuello con un cuchillo fino. Miré a Carlos e hice un gesto con las manos abiertas moviéndolas de arriba-abajo haciendo que se mantuvieran tranquilos, pero apuntándonos. Sé que soy una entrometida y que si no me hubiera metido en esto quizás estaría en mi piso durmiendo junto a Jaime para protegerlo de ese maldito hombre que había golpeado años atrás...a su madre y a él.

Bajo Mi Piel (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora