Capítulo dieciséis

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Al llegar a comisaría lo único que me dijo mi hermana fue: "¿Estás segura?" Con lo que contesté con un firme "Sí". Y aquí estaba en una pequeña sala de interrogatorios con un enorme cristal, dónde sabía que detrás se encontraba Carlos y algunos agentes más... enfrente de Marcos y al lado su abogado, un antiguo amigo mío de instituto, Mario.

- ¿Estás seguro de lo qué quieres hacer?— Preguntó Mario mirando fijamente a Marcos, el cual estaba en un severo problema. Gracias a la paliza que le dio a su ex tiene severos trastornos craneales y además ha entrado en coma, según los médicos no está en peligro, pero no saben el tiempo que estará "dormida". Por el contrario la nueva pareja de mi vecina ha tenido mucha más suerte que ella, la apuñalada que recibió no rozó ningún órgano importante, sólo tendrá que estar en observación unos días.

Llamé a la clínica dónde vamos a tratar a Marcos... mientras sí se deciden que debe estar en prisión o en un psiquiátrico por sus problemas de autocontrol y agresividad, y la gran obsesión que tiene hacia mi vecina. Yo la verdad nunca he tratado ha personas que están en arresto y nunca tuve pensado trabajar yendo hacia las cárceles, no me sentía segura y aún no lo hago.
A lo largo de los años he aprendido a defenderme algo, pero no es suficiente y me da miedo ser agredida por alguien que no está bien psicológicamente y con tendencias agresivas... por ello en la clínica tenemos tantas reglas y tantos seguimientos, no confiamos en nuestros pacientes y la primera regla es nunca debes confiar en uno... nunca sabes cuándo te puede fallar.

- Bien Marcos, hace un momento he llamado a la clínica mientras Mario te explicaba lo que va a pasar contigo. Primeramente se requerirá de juicio, debido a que has allanado una propiedad privada y qué has golpeado a sus propietarios. Segundo como sé qué problemas tienes lo único que faltaría es que el juez te mandará a un centro más especializado del que yo trabajo, eso será un poco más difícil... tienes muchos testigos contra ti y pruebas de tus graves lesiones y amenazas antiguas. Tienes varias órdenes de alejamiento que has incumplido repetidas veces eso te llevará a prisión sí o sí.

- Tú eres un testigo...¿Estás en contra mía?— Pregunto fijamente, después de explicarle todo el protocolo... Esto era increíble... Yo apoyando a un capullo que había agredido varias veces a Jaime.

- Yo no estoy ni a favor ni en contra de ti. Simplemente lo que has hecho no está bien, lo has hecho muchas veces, tienes más denuncias de otras ex parejas, y le has pegado varias veces a Jaime mientras estabas con su madre, eso nunca te lo perdonaré, pero eso no quiere decir que no te vaya ayudar... en parte mi trabajo es esto, ayudar los desórdenes y crisis mentales de otras personas, y tú por suerte o desgracia eres una de ellas. Cuando todo esto pase, jamás volveremos a vernos y sinceramente eso me alegra.— Dije mientras me dirigía a la puerta, me giré y me dirigí al hablar a Mario.— Tengo que hablar contigo. En privado.— Él asintió y se levantó, miró a su cliente y le dijo en un susurro casi inaudible: "Intentaré hacer todo lo que esté en mi mano".
Al salir nos encontremos con Carlos y mi hermana, está me abrazó y dijo en mi oído: " Eres una persona increíble, estoy orgullosa de ti, sé que puedes con esto", lo único que hice fue abrazarla más fuerte, mientras varios agentes más se acercaban a nosotros para debatir todo lo sucedido y estaba muy de acuerdo con que ese hombre merecía incluso pena de muerte, pero no estaba permitido, supuestamente no había sido tan grave todo lo sucedido... así lo dictaba la penosa ley.

- Te voy a esperar allí, ¿Vale? Si me necesitas me avisas.— Dijo mi hermana sonriendo mientras se alejaba, me dio un leve apretón en el hombro dándome ánimos.

Los agentes nos indicaron el camino a una mediana sala con una mesa y varias sillas haciéndonos quedar unos frente a otros. Fui la primera en sentarme, realmente estaba muy cansada. Mario me acompaño sentándose a mí lado.

- ¿Estás bien? Sabes perfectamente que yo puedo sólo con esto, me das el número de tu clínica y haré todo lo posible...

- Mario te he metido en esto y te voy ayudar, no me pidas que te dejé sólo porque no lo voy hacer.— Él me dio una amplia sonrisa y asintió.

- ¿Quieres café?— Me preguntó Carlos, mi respuesta fue coger el otro vaso de plástico de su mano.

- Gracias.— Cuando todos cogieron café y algo para comer, ya que nos habían dado las siete de la mañana. Rebuscaron expedientes e informes sobre la mesa dónde colocaron más fotos dispersas sobre la mesa para ver el caso en todo su esplendor, por ende incluía varias agresiones y robos hacia sus ex y ancianas...esto era imperdonable, tenía muchos cargos.

- Señorita Rodríguez, ¿Puede explicarnos usted el trastorno de este señor?— Me preguntó el jefe de la comisaría, lo sé porque la primera vez que vine para hablarles del caso de Miranda me llevaron al despacho de éste.

- Claro, la verdad es sencillo, mucho más de lo que parece. Este hombre sufre crisis de histeria, por lo que tiene muy poco autocontrol y ese autocontrol va definido por irá y mucho odio y rencor. Este tipo de trastorno es fácil de tratar y tiene una curación bastante lenta, seguida de una medicación adecuada. Sinceramente en el centro en el que trabajo sí tratamos estás personas, pero pienso que una clínica mejor que la nuestra sería un psiquiátrico. Nuestra clínica no hay internados, además soy yo la que lleva el control e informes de ellos, pero en particular este caso lo quiero desechar de mi lista. A todo esto le sumamos que agredió a un menor o incluso a más, nuestra clínica es sólo diurna...por ello es preferible un psiquiátrico dónde le administren el tratamiento de manera más estricta y dónde se encuentre interno y ajeno al exterior.— Todos me miraron asintiendo.— También por lo visto no es la primera vez que lo hace, y tiene varias denuncias por robo, tal vez tenga algún problema o trastorno más...por ello de mientras me gustaría que por las mañanas lo llevarán a la clínica y así poder estudiar de más cerca esos problemas. Sería conveniente llamar a todas las víctimas perjudicadas, si le ponen pocos años de prisión, o de tratamiento preferiblemente...jamás se terminará de “curar bien”.— Dije haciendo comillas en estas últimas dos palabras.

- ¿Está segura que no declarará en su contra?— Preguntó un oficial distinto, miré a Carlos y luego a Mario, ellos habían estado presente en el momento que le contesté a Marcos.

- No, no lo haré. Mi profesión sólo me permite dar pasos firmes y hacer que esas personas rectifiquen...no echarle toda la culpa sobre sus actos sin haber sido en el momento; conscientes y coherentes.— Dije con pesadez, realmente es lo que teníamos que hacer, pero la verdad no me apetecía... por ello nos encargamos de casos que son aislados a nosotros, sin familiares ni gente cercana por medio, porque duele. Todo esto duele demasiado. Me levanté de la silla y sin nada más que decir, abandoné la sala, donde todos prácticamente se marchaban de una buena vez a sus hogares, aunque fui la primera en salir como una bala.

Siendo está una de las peores noches de mi vida... y hoy por desgracia debía volver a trabajar, sin apenas haber dormido.

En cuanto salí del despacho sentí que alguien me empujaba hacia un cuarto oscuro, no lo vi bien ni siquiera me imaginé lo que estaba ocurriendo.

- Quiero salir de está, maldita. ¿Me escuchas?— Dijo Marcos mientras me tapaba la boca y con la otra mano mantenía una navaja que estaba apretando contra la fina piel de mi cuello, me tenía aprisionada contra la pared detrás de la puerta, todo estaba oscuro, pero veía sus ojos llenos de ira perfectamente y escuchaba lo alterado que estaba, su respiración era rápida. No sé cómo, pero no estaba consciente de lo que estaba pasando en ese momento.— Tienes que ayudarme, y hacer que me declaren inocente...te juro que sí no lo haces, iré a por ti y a por ese pequeño mocoso. ¿Lo entiendes?

- Sí.— Dije abriendo mucho los ojos para adaptarme a la oscuridad, ese "sí" lo dije tan bajito que apenas lo pude escuchar, pero apenas me dejaba respirar de lo fuerte que apretaba su mano contra mi boca y tapando un poco mi nariz. Me sentía mareada.

Lo único que recuerdo es que todo se vuelve negro, y me despierto en la sala de espera de la comisaría con Carlos frente a mí.

Bajo Mi Piel (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora