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Me levanté alterada, sabía que había tenido una pesadilla, una en la que jamás había experimentado un dolor físico y mental tan intenso. Era totalmente distinta a las que había tenido a lo largo de mis veintiséis años. No me dio tiempo a analizar las horas transcurridas desde que me dormí hasta ahora, sabía que aún era de noche, quizás aún era de madrugada.

Sentí un escalofrío, fue tan profundo que me quedé estática en el sitio... Ese que me recorrió todo el cuerpo, pasaba desde las puntas de mis dedos de los pies hasta el último ápice de mi cabeza, sentí un frío aterrador, un frío que me carcomió hasta lo más hondo de mi ser.

Experimenté una emoción tan fuerte, tan intensa de miedo qué en ese momento, lo único que se me ocurrió fue entrar al baño de mi habitación y encerrarme allí, creyéndome estar a salvo. Creyendo que nada ni nadie podría entrar, podría invadir mi espacio de intimidad, mi seguridad. Podía escuchar los latidos de mi corazón palpitar con fuerza, mi respiración alterada hacía subir y bajar mi pecho con violencia. Por un segundo pensé en todos los sucesos que habían dado comienzo en mi vida y por un mínimo instante recordé a todos mis seres queridos, creyendo que sería mi último momento de paz en este frío y oscuro mundo ni siquiera era consciente de lo que había soñado ni mucho menos de si alguien había entrado dentro de mi hogar.

En ese instante, mi refugio se convirtió en el baño de mi habitación, en esa ocasión creí ser inteligente... Hasta que escuché una risa a mis espaldas, una risa tan inocente como la de un niño pequeño, pero a la vez adquirió un tono macabro erizando mi piel de manera sobre natural, sintiendo en mi nuca un gélido aliento. Lo que me dio a pensar que vivía sola, y la puerta del baño se encontraba cerrada con seguro frente a mí. Estaba tan atemorizada que no supe si girarme o simplemente abrir la puerta y salir corriendo.

Entonces mi intuición y mi instinto de no supervivencia me instó a mirar hacia atrás; intentando ser valiente, lo que nunca había sido en mi vida y se me ocurrió en ese jodido momento, que oportuno. Más inteligente aún fue cuando me giré y no encontré a nadie, en ese momento mis músculos comenzaron a relajarse un poco, bajé la guardia. Mi subconsciente me vociferaba que me estaba volviendo loca, que sólo era una paranoia de esa horrorosa pesadilla en la cual me había despertado sobresaltada y bañada en sudor.

Al estar girada mirando hacia la ducha con las cortinas corridas, pero sin ninguna sombra en su interior, descuidé mis espaldas. Por lo que no tuve intención ninguna de ver lo que había tras ella. Fue en ese mismo instante, cuando sentí su respiración cerca de mi oído derecho y con una suave voz, mencionó mi nombre en un susurro: "Ade". Lo que provocó que mi sangre se helara de tal forma que quedé paralizada, petrificada... tenía tanto miedo, que lo único de lo que fui capaz de reaccionar era de la forma más inocente, llorar. Llorar como una niña pequeña, sola y asustada.

No sé cuánto tiempo pasó, ya no era capaz de controlar mis emociones ni tampoco el tiempo que pasaba a mi alrededor. Parecían horas, aunque seguramente sólo estaban pasando unos escasos minutos.

Sentí que no era una mala presencia, mi consciencia hablaba con voz propia resonando en mí cabeza, pero aun así seguía tan asustada a lo desconocido que era incapaz de girarme. Por lo que la voz habló, siendo una voz femenina suave y aguda, la cual dijo: "No me tengas miedo nana, yo te cuidaré".

Ahí es cuando mí historia comenzó y todo mi mundo cambió.

Bajo Mi Piel (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora