Después de todo lo ocurrido en la mañana, me atreví a salir del baño pasadas unas dos horas aproximadamente. Cuando creí estar completamente sola. Salí de forma cautelosa, de puntillas, observando y analizando todo a mi alrededor convenciéndome así de estar totalmente en mi soledad continua, intentando encontrar algún rastro de robo, pero... Nada. Ese terror vivido en la madrugada probablemente habría sido fruto de mi insomnio constante por el trabajo.

Al pasar por al lado del espejo vislumbré la palidez de mi rostro y las grandes ojeras que me iban a acompañar durante todo el día, mis ojos marrones se encontraban hinchados y rojos. Mi pelo castaño era una maraña de enredos, también me percaté de que incluso mi ropa se encontraba arrugada y mal colocada... Todo era un desastre. Más aún cuando me di cuenta del desorden que había a mi alrededor, pero seguía tan acongojada que era incapaz de ponerme a ordenar nada.

 Más aún cuando me di cuenta del desorden que había a mi alrededor, pero seguía tan acongojada que era incapaz de ponerme a ordenar nada

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No salí en todo el día, me quedé en casa viendo películas cómicas e intentando olvidar el miedo, ahogando mi gran trauma con el alcohol. Aunque, mi temor no se debía a eso en este momento, sino a la llegada de la noche... No era muy apropiado, pero necesitaba beber e incluso comer comida basura.

No sabía si podría dormir o me ocurriría algo parecido a esta mañana... No estaba preparada para un segundo round. Durante el día, además de reflexionar sobre lo ocurrido y sacarle algo lógico al asunto, también estuve intentando recordar ese sueño que me había dejado tan mal sabor de boca. Porque, pensaba que en parte tendría relación ambas cosas, ambas muy extrañas... En mi mente sólo resonaba una y otra vez aquella frase tan peculiar, haciendo eco en mis pensamientos donde me sumergía en falsas teorías que no podría demostrar.

Seguía sumergida en ellos hasta que recibí un mensaje de mi madre: "¿No habíamos quedado hace media hora? ¿Pasó algo?".

Lo único lógico que pasó por mi mente, fue: "¡Corre!" y eso hice, jamás había sido tan veloz en mi vida.

Me vestí lo más rápido posible sin pensar en lo ocurrido en mi habitación, sino el miedo me haría no volver a entrar en ella. Ahora que entraba y la visualizaba mejor que esta mañana, me di cuenta de que todo estaba patas arribas y hasta vi cosas tiradas por el suelo, pero mi mente me volvió a repetir: "Ya lo recogeré todo más tarde". Sin dedicarle más tiempo a ese desorden, me puse un vaquero oscuro con una camisa negra por dentro y mis zapatillas blancas, cogí un abrigo y el bolso. Y procedí a apagar todo lo que había dejado encendido, creo que ya sería incapaz de volver a estar a oscuras.

Me giré sin pensar siquiera que habría alguien detrás; cuando mi maravilloso vecino, Jaime de cinco años, me dio el susto de mi vida. Me pegué a la puerta casi al instante y contuve el grito por vergüenza ajena. El niño me miro a través de sus ojos acaramelados y comenzó a reírse, encima el muy pillín me dijo: "Te asusté". Le di una mirada de pocos amigos, pero terminé por sonreírle y asentí revolviendo mi mano en su pelo marrón rizado. Creo que el día de hoy me encontraba muda, tengo más pensamientos que palabras que decir.

Poniendo rumbo hacia el garaje bajé corriendo las escaleras, ya que el ascensor tardaba mucho. Cogí mi móvil y le mandé un mensaje a mi madre diciéndole: "Ya voy", a lo que ella me respondió con un exagerado "Ok" por lo que supe interpretar que estaba molesta por mi constante impuntualidad, excepto ese día que había conseguido batir mi propio record a la persona más impuntual del mundo.

Al estacionar en el parking de la maravillosa cafetería en la que todos los jueves por la tarde, sobre las 18.00 pm, nos reuníamos madre e hijas... Suspiré intentando relajarme antes de encontrarme con ellas, realmente no me apetecía nada este encuentro, por lo menos hoy no. Al entrar vi la mirada cabreada de mi madre y la gran impaciencia de mi hermana. Mi madre seguía igual que siempre, con su mirada verdosa analizándome a la distancia, tenía la tez morena y siempre llevaba el pelo recogido en un moño demasiado perfecto, su ropa siempre solía ser de colores vivos. Por el contrario, mi hermana tenía los ojos marrones, su tez era un poco más blanca que mi madre, alta, delgada y siempre con ropa formal. Su pelo moreno y liso, ahora había adquirido unas hondas y varias tonalidades de rubio.

-Siento haberme retrasado, no me acordaba de que era jueves.­­­­­­­­­­ —Confesé. Me miraron de manera reprobatoria, pero pronto terminaron de recriminar mi tardanza. A lo que se levantaron enérgicas y me abrazaron, perduremos así largos minutos. Hasta que decidieron pedir otro refresco a la par que yo.

-¿Tuviste algún inconveniente? —Me preguntó mi madre, con una mirada de "No me puedes mentir, sé que ocultas algo". A lo que respondí con un exagerado suspiro y me replanteé mentalmente lo positivo y negativo de la situación para determinar si confesar o no, aunque la verdad ni yo lo sabía. Seguramente se asustaría al contarle esto o peor aún me tomaría por una chiflada que no duerme bien, que también es correcto.

-Anoche tuve una pesadilla muy rara, mamá. —Dudé un poco sobre si seguir o no, las miré a ambas y vi que estaban interesadas. Mi madre me hizo un gesto con la mano para que prosiguiera. Cosa que no pude hacer, ya que justo en ese momento llegó el camarero que nos atendía y me mantuve callada durante un momento hasta que se alejara—. Gracias. —Vi cómo éste asentía sonriendo y se alejaba de la mesa al fin, sentí como mis nervios se iban acrecentando. Miré a mi madre y proseguí como ella me había indicado unos segundos antes—. No quiero que os burléis de mí o que penséis que estoy loca. La verdad es que sigo confusa con el sueño y no termino de recordarlo muy bien. Sólo sé que en la mañana me levanté muy acelerada, nerviosa y asustada. Entonces escuché unos pasos en el pasillo, unos ruidos extraños y me encerré en el baño. Lo siguiente me confunde aún mucho más, pero cerré la puerta del baño, estoy muy segura de ello...—Hice una breve pausa, para ordenar mis pensamientos—. Aun así, escuché una voz a mis espaldas que me nombraba y se reía, parecía de una niña pequeña, tal vez mayor que mi vecino Jaime... Me giré y me encontré con que no había nada detrás de mí, por lo que decidí no asomarme detrás de las cortinas de la ducha, ya que no había ninguna sombra en su interior. En ese momento me quedé en blanco, paralizada por el miedo y sentí una respiración en mi oído derecho me dijo una frase que me llamó particularmente la atención...—Mi madre me interrumpió en ese momento, cada vez me notaba más tensa y con un gran nudo en el estómago.

-¿Qué te dijo? —Su expresión facial se tornó totalmente distinta a como me saludó, estaba seria y tensa, incluso más que yo. Por el contrario, la expresión de mi hermana era totalmente indescriptible, imposible de descifrar lo que pasaba por su mente en esos instantes, pero sin duda alguna ellas sabían algo que yo no. La miré dudando y al final con su mirada insistente lo solté sin más.

-Mamá, me dijo que no le tuviera miedo y que ella me protegerá. También me apodó como "nana". —Dije esta última palabra haciendo énfasis y simulando con mis dedos las comillas. Mi hermana miró a mi madre y después a mí, sabía que ella no me creía mucho... O eso pensaba, o tal vez, se estaban comunicando entre ellas sobre algo que yo no tenía ni la menor idea.

-¿Por qué no nos has llamado? —Me preguntó mi hermana. La miré y ni siquiera tenía respuesta puesto que ni lo pensé—. Ésta noche te quedarás en casa y me da igual si te opones, pero sola no duermes. —En ese momento mi hermana mayor y mi madre se comunicaron de nuevo a través de miradas que no supe descifrar. La verdad es que no entendí nada, lo que sí sabía es que aceptaría encantada la invitación de mi hermana, ya que la congoja no se marchaba, y creo que iba a ser mi compañera de viaje durante un largo tiempo... Tenía ese presentimiento.

Bajo Mi Piel (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora