2. El trato con el diablo

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Cuando los muchachos se fueron quedaron sólo ellos tres.

Angelina se alejó de Daniel y comenzó a caminar al lado de Bruno, lentamente. El hijo del mafioso sabía que no podría hacerle daño, no realmente, con sus poderes podría lanzarla por la ventana en cualquier momento, sin embargo había algo en ella que lo inquietaba. Parecía la clase de persona sin límites ni barreras.

-¿Quién eres?- le preguntó Angelina.

-Polo- contestó Bruno- y él es Marco.

Angelina soltó una carcajada.

-¿Marco y Polo?- repitió, incrédula. Bruno tragó, nervioso- Yo soy Tinky Winky y ellos tres son Dipsy, Laa-Laa y Po. Tremendo lo que hace Hollywood con sus estrellas, ¿Verdad?

-Déjame en paz- contestó el rubio, infantil.

-Podría hacerlo- dijo ella sentándose en el sofá y obligándolo a sentarse a su lado. Angelina se volteó hacia Bruno y se cruzó de piernas, el chico podía ver sus manos moviéndose dentro de las mangas y podía imaginar los cuchillos volteando entre sus dedos- pero algo en ti no cierra y no me refiero solo a tu invento de nombre.

En ese momento Bruno comprendió que no saldría con vida de aquella habitación si no le daba lo que quería. Si, podría herirla con sus poderes pero tampoco quería hacer eso. O la chica estaba mal de la cabeza o tenía un muy serio problema de actitud. Decidió contarle una verdad a medias.

-Esos no son nuestros nombres reales.

-Estoy en shock- contestó ella señalando su rostro inexpresivo.

-Necesitamos un lugar donde quedarnos, no tenemos dinero y no podemos volver a casa- no tenemos dinero. Las palabras quemaban en los labios de Bruno cuando recordaba los millones que tenía en su hogar, ahora completamente obsoletos.

-¿Por qué aquí?- preguntó ella.

-Nunca nos buscaría aquí- contestó Bruno, lo cual era bastante cierto.

-¿Quién?

-Mi padre- contestó en chico con pesadumbre, estaba hilando muy fino y si decía algo más las cosas podrían complicarse.

-¿Quieres nuestra protección? Ellos no pueden protegerte- dijo Angelina mirando a la puerta, refiriéndose a su grupo.

-¿Y tú si?- contestó Bruno, casi retándola.

-Quizás- dijo ella.

Bruno lo dudaba, sin embargo, no contestó.

-Si quieres quedarte, necesitaré algo a cambio- dijo ella- No trabajo gratis.

-Te dije que no tengo dinero, no tengo nada. Además es una pérdida de tiempo, la Universidad nunca nos admitiría sin ver nuestras identificaciones y no podemos pagar la matricula...

-No quiero tu dinero- lo cortó, observándolo. Bruno hizo una mueca.

-Soy gay- le aclaró.

-Felicidades- dijo ella y Bruno comprendió que había malinterpretado sus intenciones, pensándolo bien dudaba que una chica como esa siquiera pudiera ser capaz de amar a alguien- Todavía no sé qué me debes pero ya lo haré y cuando lo haga deberás devolverme el favor.

Bruno evaluó sus opciones: seguir su camino con el poco dinero que les quedában arriesgándose a quedarse sin dinero, o peor, que los encuentren o permanecer allí bajo el cuidado de la enana endemoniada.

Bruno sabía que él no necesitaba protección pero Daniel se encontraba indefenso y si Bruno quería ganar algo de dinero para salir de allí tenía que conseguir empleo y no podría hacerlo y cuidar a Daniel a la vez.

-No necesito que me protejas- le aclaró- solo a Marco.

Angelina no le recriminó que siguiera usando un nombre falso, sin embargo miró a Daniel, cuya mirada seguía fija en la ventana.

-¿Es mudo?- volvió a preguntar. Bruno frunció el ceño.

-¿Por qué te importa tanto?- espetó.

-No me importa- dijo ella en tono monótono.

-¿Entonces por qué preguntas?

-Porque si quieres que lo proteja necesito si estoy cuidando a un chico raro o un retrasado mental.

Sus palabras fueron duras pero no fue eso lo que le dolió a Bruno, lo que le dolió fue que recién en ese momento cayó en cuenta del estado real de Daniel. Él no era el mismo chico que conoció, ese que peleaba en clubes clandestinos y lo besaba como si el mundo se fuese a acabar al otro día. Bruno le tenía miedo a muy pocas cosas en este mundo pero la mayor de ellas era nunca poder recuperar a ese chico. Recordarlo era muy duro, por eso Bruno hizo a un lado sus viejas personalidades y las encerró bajo llave, allí donde no podían herirlo. Ahora eran Polo y Marco, hasta que lo volviera a ver, hasta que Daniel volviera a ser Daniel.

-Es callado- dijo Polo, al final. El chico notó que Angelina no le creía pero de nuevo, la chica no insistió- está bien, acepto el trato- accedió mientras el grupo volvía a entrar en la habitación.

-Chicos- dijo Angelina- Mi nuevo protegido- dijo señalando a Marco- Mi nuevo parásito- dijo señalando a Polo- Ya tienen algo en común de qué hablar- y con estas palabras se fue de la habitación.

-¿A dónde va?- preguntó Polo. Asher suspiró.

-Probablemente a torturar ancianos o a matar bebés- dijo con tanta seriedad que por un momento Polo creyó que estaba hablando en serio- Pueden dormir en mi cama por hoy, si quieren- les ofreció- mañana hablaremos.

Polo llamó a Marco y se vistieron con los pijamas que Polo llevaba en la mochila. Estaban ya muy sucios y Polo agregó a la lista de tareas limpiarlos en el lavadero que había visto en el tercer piso.

Marco se acostó del lado de la pared y Polo se puso a su lado, frente a frente.

-Da...- intentó llamarlo pero se contuvo. No podía pronunciar su nombre, no aquí, no después de todo lo que había hecho para protegerlo. Polo acarició la mejilla de Marco y el muchacho cerró los ojos, en calma.

Aunque nunca volviera a ser el mismo de antes Polo lo protegería, lo juraba por su mismísima vida.

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