Polo había obligado a Marco a sentarse en la cama frente a él. Había esperado a que todos estuvieran acostados y no se oyera ningún ruido en las otras habitaciones. Era imposible saber si Angelina estaba despierta o dormida sin asomarse a observar así que simplemente se concentró en el muchacho sentado frente a él, que lo miraba con atención.
Polo acarició el rostro de Marco y el pelirrojo cerró los ojos al recibir su tacto, recargando su cabeza contra su palma como si estuviera pidiéndole que continuara. Polo se acercó más, ahora sus piernas se tocaban, y con su otra mano empezó a acariciar su cabello.
La cabeza de Marco se deslizaba de un lado para el otro entre las manos de Polo mientras mantenía sus ojos cerrados. Sin embargo, su rostro irradiaba placer. Es el momento. Pensó Polo.
-Daniel- lo llamó y aguardó, como si estuviera esperando que cayera en seco y se rebobinara en modo Daniel Cuzis. El chico dejó de acariciarlo y sostuvo su cabeza con firmeza, obligándolo a mirarlo.
-Daniel, soy yo, Bruno- le rogó y sentía una piedra en la garganta, creía que sus lágrimas se habían acabado pero su cuerpo parecía estar lista para otra ronda- Dan, te amo, por favor responde...te necesito más que nada.
Marco lo miró y Bruno pudo ver por unos segundos el reconocimiento en sus ojos, pudo verlo en su cuerpo: de pronto su cuerpo se tensó, sus ojos lo miraron como si de veras estuviera observándolo y sus labios se entreabrieron, temblorosos.
-¿Daniel?- lo llamó Polo, no, era Bruno el que estaba hablando ahora, llamando a su chico, a su otra mitad.
Tan rápido como comenzó, ese momento terminó y Daniel se volvió apagar. Volvían a ser Marco y Polo.
Pero era algo. Era algo. Se repetía Polo.
Como si nada hubiera ocurrido, Marco se metió entre las sábanas y cayó dormido.
Polo, en cambio, se paró y salió de la habitación. Angelina estaba sentada en el marco de la ventana, la mitad de su cuerpo en la habitación y la otra mitad al borde de la muerte.
-Funcionó- le dijo acercándose.
-¿Salió de su estado zombie?- preguntó ella sin mostrar mucho interés.
-No, pero ha pasado...algo- reconoció Polo, optimista. Era más de lo que había visto en todo aquel tiempo y se aferraba a aquel avance con toda su alma- ¿Cómo sabías que funcionaria?- preguntó. Ella le envió una sonrisa gélida.
-La gente perturbada entiende a la gente perturbada- contestó ella y, aunque era una declaración horrible, Polo no pudo evitar preguntar.
-¿Podrías ayudarlo?- preguntó Polo- ¿Podrías hacer que vuelva a la normalidad?
-¿Qué quieres que haga? ¿Trucos psicológicos?- preguntó Angelina como si pensara que era estupido.
-No lo sé- se sinceró Polo rascándose la nuca- pero como dijiste que ambos pasaron por lo mismo...
Angelina lo interrumpió con una carcajada. Polo la miró preguntándose si aquel día había tomado la medicación. Si la había tomado era malo: había estado bebiendo y si no lo había hecho también, porque por algún motivo debía consumirla.
-Yo nunca dije que pasé por lo mismo- contestó ella- ¿Crees que me torturaron hasta volverme loca?- preguntó ella y su sonrisa no mostraba nada de alegría.
-Quizás- contestó Polo, insensible. Considerando a la persona que se estaba dirigiendo, no importaba su falta de tacto- No eres la persona más normal que conozco.
-¿Lo dices por mi belleza exótica o por mi talento innato?- preguntó ella con algo de sarcasmo.
-Lo digo por tus navajas y por tu personalidad de mierda en general.
Angelina parecía genuinamente encantada con aquellas descripciones.
-Por favor, Angelina- le rogó Polo, cediendo.
-¿Qué te hace creer que voy a ayudarte?- preguntó ella mirándolo con mal humor.
-Siempre ayudas a todos- contestó Polo porque era la más pura verdad- las Bestias no podrán notarlo pero yo lo hago.
-¿Qué te hace creer de repente que me conoces?- preguntó Angelina levantándose. La muchacha se subió al sofá y apagó su cigarrillo en el techo para guardarlo en su muñequera.
-No somos tan diferentes, tu y yo- contestó Bruno y Angelina soltó una risa tan fuerte que podría haber despertado a toda la cuadra.
Ninguna bestia salió, no querían saber qué pasaba.
-Tu- dijo ella apuntándolo con un dedo acusador- Eres un cobarde. Yo no lo soy.
-Espantar a la gente a diario no te hace valiente, te hace una bravucona insoportable- retrucó Polo.
-Yo no espanto a la gente- contestó ella- simplemente soy yo misma. Si los demás no pueden soportarlo no es mi problema.
-Pero Angelina, estar tan sola...
-No estoy sola- contestó ella arrugando la nariz- y te dije que no sería tu amiga así que deja de tratarme como tal.
-Solo quiero hacerte ver que las cosas podrían ser diferentes, que el mundo no está en tu contra y tienes mucho para dar...
Angelina se movió tan rápido que Polo apenas tuvo tiempo para reaccionar. El muchacho pudo distinguir el brillo plateado de su cuchilla e hizo deslizarse uno de los escritorios delante de Angelina justo de que ella pudiera atacarlo. La chica gritó enfurecida y fuera de si mientras se trepaba el escritorio para llegar hasta el muchacho. Polo le quitó la navaja con sus poderes y la hizo flotar por el aire, lanzándola por la ventana.
Angelina gritó y corrió hacia la misma, lanzándose al vacío.
Con el corazón desbocado Polo corrió hacia el hueco por el cual Angelina había desaparecido y la detuvo justo antes de que se chocara contra el suelo. En la distancia, Polo pudo ver como Angelina recogía la navaja como si aquella fuera la situación más normal del mundo.
El chico la hizo subir hasta arriba y la depositó en el sillón sin darse cuenta que todo aquel estruendo había despertado a las tres bestias mayores.
Suba estaba pálido, Asher no podía cerrar la boca y Harley tenía el ceño fruncido.
-Creo que nos deben una explicación.
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Blue
ActionBruno Denver compite contra el tiempo mientras intenta escapar de su padre. Y Daniel Cuzis no se lo facilita. O lo que queda del muchacho. Su padre lo había torturado hasta la locura y, mientras no estuvieran a salvo, no había nada que Bruno pudier...